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Transporte eléctrico

2020/03/01 Oihana Otaegi Madurga - Garraio Sistema Adimendunak eta IngeniaritzaVicomtech | Gorka Hoyos Berastegi - Kalapie Elkartea | Arrate Alonso Gómez - Seinalearen Teoria eta Komunikazioak TaldeaMondragon Unibertsitatea Iturria: Elhuyar aldizkaria

Se prevé que dentro de veinte años la mayoría de los vehículos serán eléctricos. Es de esperar que pueblos y ciudades se hagan más amables por la reducción del ruido y el humo. Desde el punto de vista energético también puede contribuir a la transición energética. Pero requerirá nuevas infraestructuras y la adaptación de las ciudades.En el caso más simple, el aumento de los puntos de carga y el aumento significativo de la producción eléctrica. Muchas preguntas vienen de la mano, ¿cómo se conseguirá toda la electricidad necesaria? ¿De dónde obtenemos las materias primas preciosas necesarias para crear las baterías? ¿Es realmente más sostenible este tipo de transporte?
 
Para hablar de todo ello, Elhuyar organizó una reflexión abierta sobre el transporte eléctrico en el Museo San Telmo. Invitó a tres expertos e invitó al público a participar en una sesión de debate. El objetivo era reflexionar sobre si el transporte eléctrico es una solución adecuada al modelo de transporte de nuestros pueblos y ciudades. En las siguientes páginas se recogen los puntos de vista de los expertos en la mesa redonda. Los expertos son:
 
Oihana Otaegi Madurga, directora del departamento de Sistemas Inteligentes de Transporte e Ingeniería de Vicomtech. Es especialista en coches autónomos, incluyendo la visión artificial.
 
Arrate Alonso Gómez, investigadora del área de Transporte Inteligente de Mondragon Unibertsitatea. Experto en conectividad de coches, adecuación de la red eléctrica y organización de servicios.
 
Gorka Hoyos Berastegi, presidente de Kalapie, asociación que durante muchos años ha fomentado el uso de la bicicleta en San Sebastián y ha realizado profundas reflexiones sobre urbanismo y transporte.
 
Ed. Scharfsinn, Shutterstock.com

“Para lograr una movilidad sostenible no basta con fomentar el uso privado de los coches eléctricos”

Oihana Otaegi Madurga

Director de Sistemas Inteligentes de Transporte e Ingeniería de Vicomtech

Los gases de efecto invernadero asociados a la producción de energía son la principal causa del cambio climático. El transporte supone el 30% del consumo total de energía, por lo que es necesario reducir la energía utilizada para la movilidad. 2000 Watt establece el límite del consumo individual de energía necesario para lograr una sociedad sostenible y justa, con impacto en todos los sectores, incluida la movilidad. Bastaría con disponer de una potencia constante (energía primaria) de 2000 vatios por persona en la tierra para garantizar su prosperidad y calidad de vida.
 
Se están produciendo profundos cambios, especialmente en lo que se refiere al transporte: hemos visto en el mercado nuevos vehículos eléctricos con baterías de mayor autonomía, estamos en el centro del desarrollo de la tecnología para conseguir un vehículo autónomo… Todo ello nos permite creer en un transporte eficiente, tanto desde el punto de vista energético, climático, como de seguridad.
 
Hacia servicios integrales de transporte
 
Los vehículos autónomos impulsarán la incorporación de la movilidad eléctrica a gran escala. Por un lado, la propia automatización puede mejorar la eficiencia energética, ya que reduce las aceleraciones y desaceleraciones y es capaz de mantener el coche siempre a una velocidad óptima. Esto contribuirá a un mejor flujo continuo de vehículos en las infraestructuras y permitirá una optimización del sistema de transporte en su conjunto. Por otro lado, estos vehículos, eléctricos y automáticos, como los coches compartidos o el Mobility-as-a-Service, pueden asociarse a otras novedades en el sector de la movilidad, como son el servicio de alquiler de transporte urbano. Estos sistemas de suscripción permitirán obtener servicios integrados de transporte.
 
Para lograr una movilidad realmente sostenible no basta con fomentar el uso privado de los coches eléctricos, sino que hay que apostar por los vehículos que pasan más tiempo en la calle y maximizar los kilómetros que circulan. En este contexto, el uso de vehículos autónomos va a tener una gran influencia, teniendo en cuenta la flexibilidad en su uso y su capacidad para ofrecer 24 horas de servicio. Además, si se combinan como coche compartido o servicio con el sistema público de movilidad, se puede planificar previamente, en función del horario de los servicios, cuándo y cómo recargar las baterías para garantizar una mayor estabilidad y flexibilidad en la red eléctrica.
 
Novedades del láser
 
Todavía quedan algunos límites que hay que superar para conseguir un coche autónomo. La inteligencia artificial y las profundas redes neuronales nos han permitido mejorar los sistemas de percepción de los coches: hasta ahora percibían los objetos de su entorno con cámaras, y ahora cada vez más los perciben y miden con láser utilizando sistemas LIDAR. La tecnología LIDAR plantea nuevos retos como el poder procesar un alto número de puntos y reducir el precio de todo el sistema (LIDAR y hardware de procesamiento).
 
La reacción de los coches en relación con nuestra ética
 
La complejidad de estos sistemas y la validación de estos sistemas y coches autónomos es la primera limitación que nos aparece, demostrar que son seguros en todas las situaciones. En la actualidad no existen sistemas homogéneos de valorización de estas tecnologías. Los sistemas de testeo utilizados conducen kilómetros y kilómetros y van guardando todas las reacciones y no garantizan que los vehículos sean capaces de afrontar cualquier situación.
 
El segundo límite es el de la responsabilidad. Hasta ahora, en cualquier situación, quedaba claro de quién era la responsabilidad, y el conductor siempre tenía toda la responsabilidad del coche. Pero cuando estos sistemas se instalan en carreteras, ¿de quién es la responsabilidad: del conductor, del fabricante de coches o de la empresa que ha desarrollado el sistema de percepción? La responsabilidad está relacionada con la ética, ya que programarán el coche en función del tipo de daño que se quiere minimizar, para que reaccione de una manera determinada ante una situación.
 
 

“Esperamos que un invento tecnológico nos salga”

Gorka Hoyos Berastegi

Presidente de Kalapie

Es evidente que, impulsado por el crecimiento económico, en las zonas más concurridas hemos incluido y acumulado vehículos a motor sin criterios, controles ni limitaciones. A nivel mundial hemos incorporado libremente a los vehículos en movimiento hasta superar los 1.300 millones. Y no sólo eso, la fabricación y venta de vehículos a motor sigue creciendo: En el año 2000 hemos pasado de fabricar 40 millones de coches a fabricar 72 millones en 2016.
 
La gestión de los espacios, construcciones y conexiones urbanas, tanto interiores como interurbanas, ha condicionado la existencia de un universo propio en el vehículo. Además, la economía social perseguida por la automoción (fabricación y reparación de vehículos, investigación, número de empleos, obtención y gestión de combustibles fósiles, carreteras, gestión del tráfico, seguros...) ha convertido a uno de los grandes lobbies de la sociedad. Hemos construido ciudades para coches y coches, y son propietarios de un gran espacio terrestre.
 
¿Ecológicos?
 
Ahora vivimos y sufrimos la contaminación generada y acumulada por el uso de los coches a lo largo de los años, y las consecuencias del cambio meteorológico son evidentes. En base a una pequeña esperanza, queremos actuar con urgencia para que un invento tecnológico nos salve. Así, sin perder el status social adquirido y el confort de movimiento, se han puesto de moda los vehículos eléctricos como salvadores de la situación en el centro de la movilidad sostenible. En la confianza de que en el futuro nuestras ciudades se conviertan en más limpias y silenciosas, hemos empezado a sufrir un importante bombardeo de noticias y publicidad.
 
Comienzan a publicarse estudios que comparan los niveles de contaminación de vehículos diesel, gasolina y vehículos eléctricos. En ocasiones, los vehículos eléctricos son los que generan menos emisiones de CO2 a lo largo del ciclo de vida del producto, mientras que en otros casos se oponen. Pero todos los estudios demuestran que la contaminación generada en el proceso de fabricación de las baterías de los coches eléctricos es equivalente a la contaminación de todo el ciclo de vida. Por tanto, está claro que todo tipo de coches tienen una fuente y consumo de energía y que los eléctricos quedan lejos de ser “ecológicos”.
 
Por otra parte, si se estudia y se tiene en cuenta la cantidad de minerales que existen para la generación de baterías, la gestión del reciclado y la segunda vida de las baterías, las fuentes limpias de energía para el mantenimiento de los vehículos eléctricos, el precio de los vehículos, la cantidad de vehículos eléctricos del futuro, etc., se puede pensar que es difícil o imposible que el vehículo eléctrico tenga una solución de transición energética, a menos que drásticamente se reduzca su uso.
 
Coches fuera del centro
 
Parte de la solución real consiste en realizar los desplazamientos a pie o en bicicleta sin contaminar los coches. Como he dicho al inicio del artículo, los coches han ido conquistando un gran espacio de las ciudades, como si fuera Big Bang, hasta llegar a una situación de colapso. Y ahora tenemos que impulsar un big crunch para que estos espacios se reduzcan y se conviertan en espacios activos para las personas.
 
Sin ir más lejos, tenemos algunos ejemplos. Sin recurrir a los Países Bajos, Friburgo o Copenhague, estamos cerca de una ciudad que ha tenido efectos fructíferos a través de la transformación del espacio público: Pontevedra. Desde que en 1999 los coches comenzaron a salir del centro de la ciudad, la calidad de vida de los ciudadanos ha mejorado notablemente, entre otras cosas porque el aire que respiran es mucho más limpio y la gente puede desplazarse libremente por las calles. ¿Qué universo queremos para nuestra sociedad? ¿De coches o personas activas?
 

 

“El transporte eléctrico requerirá la actualización del planeamiento urbanístico”

Arrate Alonso Gómez

Investigador en Transporte Inteligente de Mondragon Unibertsitatea

El transporte eléctrico tiene la capacidad de cambiar el mundo. ¿Te parece un abuso? Analicemos algunos datos. La electromovilidad tiene una incidencia directa en siete de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Desde el punto de vista de los territorios enriquecidos, incide en la salud y el bienestar, en la disponibilidad y no contaminación de energía, en las acciones de protección del clima y en las ciudades y comunidades sostenibles. En los territorios empobrecidos, además, puede promover la igualdad de género. ¿Cómo? Por ejemplo, en el congreso SUM Bilbao 2019 (https://sumbilbao19.com/) se presentó a través del proyecto “Santa Ana en Cleta”, en el que se fomenta la autonomía de las mujeres y la inserción laboral a través de bicicletas eléctricas y convencionales, y se apuesta por la erradicación de la pobreza y se reducen las desigualdades. Es claro, por tanto, el impacto que puede tener el transporte eléctrico para promover evoluciones positivas a nivel mundial.
 
Pero para que la evolución sea sostenible, las transformaciones deben realizarse en ámbitos como el tecnológico, el social y el normativo. Tecnológicamente, en primer lugar, es necesario realizar adaptaciones en las redes eléctricas. Por un lado, es necesario dimensionar adecuadamente la red para dar respuesta a los nuevos dispositivos que se conectarán a la red, ya que el actual quedará pequeño. Por otro lado, es fundamental integrar las fuentes de energía renovables en la red eléctrica actual. La digitalización facilitará estas evoluciones.
 
Dinámica y nuevos actores
 
Por otro lado, es imprescindible la actualización del planeamiento urbanístico, es decir, la creación de nuevas infraestructuras de recarga de dispositivos y el espacio correspondiente a usuarios y servicios de transporte innovadores. En este nuevo ecosistema de movilidad que prevé tantas dinámicas y nuevos actores, no se puede olvidar la seguridad vial. En la actualidad, gracias a la conectividad, existe la posibilidad de compartir correctamente y en forma la información de seguridad. Por tanto, tanto los medios de transporte como las infraestructuras podrán actuar como sensores, previa identificación de situaciones peligrosas y adoptando medidas adecuadas para evitar emergencias. Esto se debe principalmente a las tecnologías inalámbricas ITS-5G y 5G. Todas estas transformaciones darán lugar a la aparición de nuevos servicios.
 
Educación y transferencia
 
A nivel social, las claves están en educación e investigación y transferencia (I+T). En educación formal, desde las ikastolas hasta la universidad. Desde la cultura y los valores hasta las capacidades de los profesionales que afrontan los retos de la transformación tecnológica anteriormente mencionados. Los cambios sociales lentos son más necesarios que nunca a las personas críticas que se dan cuenta de la situación actual y que son conscientes de la influencia de sus comportamientos a nivel mundial, a las personas colaboradoras y transformadoras.
 
Además de la formación formal, son imprescindibles las jornadas y mesas redondas organizadas en torno a la electromovilidad, para facilitar a las personas la información de una manera comprensible y mediante charlas participativas.
 
La I+D consiste en transferir conocimientos de la universidad o de los centros de investigación a la industria para obtener una ventaja competitiva a través de los servicios y productos que permitirá este nuevo ecosistema de movilidad. De este modo, podrán adaptarse a la transformación y promocionar nuevos negocios, aumentando las oportunidades laborales. Ya podemos ver en nuestras calles los primeros vestigios de esta evolución: cargadores para coches eléctricos, autobuses eléctricos, bicicletas y patinetes eléctricos… —aunque estos últimos a veces resultan molestos para las personas que se mueven a pie y en sillas de ruedas. La actualización de la normativa será fundamental para garantizar los derechos y la convivencia positiva de las personas usuarias.
 

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