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La superioridad absoluta de Chrome

2021/09/01 Leturia Azkarate, Igor - Informatikaria eta ikertzaileaElhuyar Hizkuntza eta Teknologia Iturria: Elhuyar aldizkaria

Entre los navegadores web destaca Google Chrome en los últimos años y con gran diferencia respecto al siguiente, situación que la empresa aprovecha para defender sus intereses. Y esto puede ser legítimo si sus prácticas, al menos desde el punto de vista de la privacidad, no son contrarias a los derechos de los usuarios, y en algunos casos incluso legalmente dudosas.
Ed. Pixabay

A lo largo de 30 años de historia de la web, el uso de navegadores ha sufrido grandes altibajos. A finales del siglo pasado, Microsoft distribuyó gratuitamente Internet Explorer con Windows y pronto llegó a ser casi el único en el mercado. Más tarde, a mediados de la década de 2000, la gente empezó a pasar a Mozilla Firefox y a dar la vuelta a la situación, y desde entonces Explorer ha ido perdiendo. Hacia el año 2010, Firefox alcanzó una cuota cercana al 30%. Pero desde entonces Explore y Firefox han ido en decadencia, precisamente porque desde entonces han ido creciendo ininterrumpidamente los navegadores Safari de Apple y, sobre todo, Chrome de Google. Así, en la actualidad el navegador Chrome tiene dos tercios de su cuota de mercado y Safari ronda el 20%. Firefox y el nuevo Edge de Microsoft no llegan al 4% cada uno.

¿Cómo se ha producido este cambio en la última década? La razón principal es el paso de la navegación web desde los ordenadores a los dispositivos móviles. En ellos predomina el sistema Android de Google, que lleva preinstalado Chrome (Google también ha recibido multas por la presión que ejerce sobre los fabricantes de teléfonos) y son pocos los que instalan otro navegador en estos dispositivos. También en los ordenadores de escritorio, impulsados por la mala reputación de Explorer, se extendió la costumbre de instalar Chrome.

Constantes intentos de reconducir la evolución de la web

Como se ve, Chrome tiene una hegemonía absoluta en el mercado de navegadores. Y Google se sirve de ello en defensa de sus intereses privados, actuando a menudo de forma inadecuada y con superioridad.

A menudo, Google ha realizado cambios técnicos en el navegador Chrome y en los protocolos y estándares de la web (HTML, HTTP...) a su gusto y sin seguir los estándares. Ha apostado por acelerar, mejorar o hacer más cómodo la navegación en la web, pero el objetivo real ha sido otro: mejorar el funcionamiento de sus webs y servicios, marcar diferencias con otros navegadores y obtener ventaja. Esta mala práctica fue aprovechada durante años por Internet Explorer y sufrimos muy bien a los que no éramos usuarios de la misma. Ahora vamos igual.

Además, la influencia de Google en estos protocolos y estándares para realizar cambios técnicos de su interés ha aumentado considerablemente en los últimos años. De hecho, en lo que se refiere al componente denominado engine o motor de los navegadores (que interpreta el código HTML y ejecuta el código Javascript), en los últimos años todos los que no son Firefox han pasado de ser suyos a los de Chrome...

Acumulación permanente de datos

El negocio principal de Google es la venta de espacio publicitario (en el buscador, en Youtube, en Gmail...). Una parte muy importante de la brecha de gasto general en publicidad es la suya, por un lado, por la gran utilización de estas herramientas, y por otro, por la gran valoración que supone la exhibición de publicidad personalizada y dirigida en el mundo digital y por el buen hacer de Google. Para poder hacerlo, es necesario conocer bien las tendencias y gustos del usuario, y para ello, utilizando entre otros el navegador Chrome, Google está vigilando y recibiendo en todo momento la actividad de sus usuarios en la web, haciendo cosas que, entre otras cosas, no son nada cívicas y que al menos serían consideradas persecuciones en un entorno no tecnológico.

Ed. Adaptado de Statcounter.com

Por poner un ejemplo: El seta y el tema de Chrome en nuestra cuenta de Google (tres veces por cada arranque, ¡tres!, pide que Chrome inicie sesión en la cuenta de Google hasta que finalmente lo hagamos y así le damos permiso para espiar de siempre). Otro ejemplo: Que los teléfonos Android no compartan nuestra ubicación con las aplicaciones (incluyendo Chrome) cada vez más difícil, ya que con la ubicación Google sabe mejor dónde hemos estado y qué nos gusta.

También almacenan los datos del usuario en el caso de los niños, no sólo en el uso doméstico particular de los niños, sino también en los centros escolares, aunque no es posible. Hay iniciativas en marcha para denunciar ante los juzgados que Google guarda los datos de los niños a través de los colegios.

Truco de FLoC

Ahora Google está tratando de impulsar la nueva tecnología FLoC. El problema es que la guerra de atracción de publicidad se ha criado en los últimos años. Los medios de comunicación y otros sitios web que, a diferencia de Google, son competencia de Google en la obtención de publicidad, sólo pueden obtener información de los usuarios a través de las visitas a sus sitios web, y para combatirla, inventaron el camino de las cookies de terceros: colocan cookies de servicios de seguimiento en los sitios web que reciben y recogen información de muchos sitios web para perfilar al usuario. Esta práctica de cookies de terceros es contraria al derecho a la privacidad y últimamente ha adquirido una fama muy mala. Y ha anunciado entonces que Google prohibirá y bloqueará las cookies de terceros de Chrome y sustituirá a FLoC y lo impulsará. FLoC significa Federated Learning of Cohorts o Aprendizaje Federado de Cohortes. Detrás de este inexplicable nombre se esconde que no guardarán el perfil individual de cada usuario, sino que nos situarán en una cohorte o conjunto de “informáticos euskaldunes a los que les gustan los cómics”.

Pero, claro, Google no actúa por proteger nuestra privacidad. La eliminación de cookies de terceros no ha sido una iniciativa suya, no se ha quedado otra opción por leyes como GDPR que obligan a la aceptación expresa de las cookies tras su retirada por otros navegadores (Safari, Firefox, Brave, etc.). Como necesitaba un sustituto de las cookies, es una trampa para seguir haciendo lo mismo perdiendo las leyes de las cookies. Y como la tecnología FLoC es propia y la mayor parte de la navegación web del mundo se realiza desde sus navegadores y dispositivos, les da una gran ventaja a la hora de atraer publicidad, ya que pueden seguir perfilando a los usuarios, a diferencia de los medios de comunicación y otras webs.

Afortunadamente, enseguida se da cuenta de la comunidad de la web Tranpaz. Todos los demás navegadores han dicho que no lo van a implementar y que cada vez más importantes webs (Duck Duck, WordPress, Amazon, GitHub…) están diciendo que lo van a bloquear, por lo que Chrome tampoco podría hacerlo. Ante este tipo de oposición, Google ha anunciado que FLoC tardará más tiempo y retrasará el bloqueo de las cookies de terceros anunciadas hasta 2023. Es lo que importa la privacidad de los usuarios...

Con todos los ejemplos que hemos visto, está claro que Google abusa de la posición de dominio de Chrome para llevar a cabo prácticas en defensa de sus intereses y contra la web y los usuarios, o al menos para intentarlo. En el caso de FLoC, parece que la iniciativa del resto de agentes de la web logrará retroceder, pero está claro que en el futuro Google volverá a intentarlo. Los usuarios son los responsables de bajar la cuota de usuario de Chrome tal y como se hizo con Explorer. Pero esta vez, si es posible, apostemos por el único navegador que no tiene detrás una empresa con ánimo de lucro. Es decir, por Firefox; si no, el siguiente dominador hará lo mismo.

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