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Conociendo al enemigo

2012/05/01 Rodríguez, Jose Antonio - EHUko Genetika, Antropologia Fisikoa eta Animalien Fisiologia Saileko irakaslea Iturria: Elhuyar aldizkaria

Ed. © Sebastian Kaulitzki/350RF

En diciembre de 1971, Richard Nixon, presidente de EEUU, firmó la ley "National Cancer Act". Esta nueva ley fue denominada "declaración de guerra contra la minbiacia" por los periodistas. En esta guerra seguimos inmersos cuarenta años después. Sin embargo, hoy en día conocemos mucho mejor a nuestro enemigo.

Los seres humanos, como seres multicelulares, llevamos la semilla del cáncer en nuestras células.

Esta semilla se basa en la capacidad de nuestras células para comunicarse, reproducirse y migrar de un lugar a otro. Estas capacidades son fundamentales para el desarrollo humano, el crecimiento y la supervivencia. Pero los mecanismos celulares que hacen posible nuestra vida, mal funcionamiento, pueden fomentar el desarrollo del cáncer. Por ejemplo, las células de un embrión utilizan los mismos mecanismos para formar partes del cuerpo y las células de un tumor para desarrollar metástasis.

El cáncer es una enfermedad genética. Las alteraciones de la proliferación, comunicación y migración de las células son consecuencia de errores en el genoma. Estos errores pueden alterar las marcas que determinan la información genética o el uso de información genética (mutaciones y variantes epigenéticas, respectivamente). En muchos casos, los errores surgen espontáneamente cuando la célula copia su ADN. En otras ocasiones, los defectos pueden ser producidos o facilitados por un agente externo, como los humos mutagénicos del tabaco o las infecciones de un virus.

La investigación sobre cáncer ha tratado de responder a dos preguntas básicas desde hace tiempo. ¿Qué tipo de alteraciones sufre una célula normal hasta convertirse en un tumor invasor, es decir, cómo se produce el proceso de transformación? ¿Y cuáles son las variantes genómicas que favorecen este proceso de tumorigenesis?

En esta búsqueda de respuestas se han dado pasos importantes desde que el presidente Nixon declaró la "guerra al cáncer". En cuanto a la primera pregunta, en la década de los setenta se propuso que la tumorigenesis es un proceso por etapas y que bajo la transformación progresiva se encuentran las extensiones clonales de las células. Según este modelo, las extensiones clonales se producen cuando una célula obtiene una nueva característica que le proporciona una ventaja de crecimiento con respecto a las células adyacentes. La nueva característica puede ser, entre otras cosas, la capacidad de dividir más rápido o sin límites.

Respecto a la segunda pregunta, XX. Durante las dos últimas décadas del siglo XX se identificaron varios genes relacionados con el desarrollo del cáncer. Estos "genes del cáncer" se clasifican en "oncogene" o "gen supresor tumoral" en función de su función. La alteración de estos genes, como consecuencia de mutaciones o variantes epigenéticas, permite a las células tumorales llevar a cabo una expansión clonal. En muchos tumores, por ejemplo, la expresión y la actividad anómalas del gen telomerasa potencia la capacidad de fragmentación celular ilimitada. Por otra parte, se estableció hace tiempo que el genoma de las células tumorales es inestable y se sabe que esta inestabilidad facilita la acumulación de mutaciones.

En los últimos años la investigación sobre el cáncer ha recibido un notable impulso. En este nuevo impulso han sido fundamentales dos avances: la secuenciación del genoma humano y los desarrollos tecnológicos. En 2001 se publicó el primer borrador de nuestro genoma. Esta información permitió a los investigadores obtener una referencia para identificar los defectos genómicos que se acumulan en los tumores. Asimismo, en el marco del Proyecto de Genoma Humano se comenzó a desarrollar nuevas tecnologías de análisis genómico.

Desde el punto de vista tecnológico, los desarrollos más importantes se están produciendo en métodos de secuenciación de ADN. Actualmente, todo el genoma de un hombre (o un tumor) puede secuenciarse en un plazo de dos semanas. Utilizando esta capacidad tecnológica, se ha puesto en marcha un proyecto internacional denominado International Cancer Genome Consortium (ICGC). El objetivo de este proyecto es secuenciar miles de muestras de tumores de diferentes tipos. Además de la secuenciación, se han desarrollado otros métodos de análisis a gran escala. Estos métodos, como la transcriptómica o la proteómica, mejoran año tras año, y cada mejora facilita y acelera la investigación.

Como consecuencia de todos estos avances se está profundizando notablemente en el conocimiento del proceso de tumorigenesis. A pesar de que el modelo clásico de expansión clonal mantiene su valor, los nuevos estudios han puesto de manifiesto que la complejidad de los tumores es mucho mayor de lo que se cree -tanto a nivel celular como genético-. Por ejemplo, en algunos tipos de tumores se han identificado “células madre del cáncer”, que tienen la capacidad de regenerar el tumor tras el tratamiento. También se ha demostrado que en el desarrollo de un tumor pueden participar no sólo células tumorales sino también células normales del micromedio. El proyecto ICGC, por su parte, ha descubierto ya miles de nuevas mutaciones. Algunas mutaciones son consecuencia de la inestabilidad genómica del tumor, otras favorecen el proceso de transformación, por lo que pueden ser utilizadas para identificar nuevos "genes del cáncer".

La investigación clínica trata de utilizar este conocimiento básico para mejorar la prevención, detección, diagnóstico y tratamiento del cáncer. Por ejemplo, en base a errores genéticos en los tumores, se están desarrollando terapias "corregidas", que tienen un mayor impacto y un menor efecto secundario.

Hace más de dos mil años, el escritor chino Sun Tzu escribió así en su libro El arte de la guerra: "Si conoces a tu enemigo y a ti mismo, puedes ganar cientos de batallas". En la guerra contra el cáncer se han ganado varias batallas. Conocer cada vez más a fondo al enemigo nos da esperanza a más victorias.

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