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¿Incendios, anulables o beneficiosos?

2002/01/27 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

A principios de año, las imágenes de los incendios han llegado desde Australia. Las imágenes nos muestran la vitalidad de las llamas y miles de hectáreas que han quedado calcinadas. Ahora es la hora del balance, y aunque lo habitual es hablar de daños, no hay que olvidar que el fuego, como muchas cosas, es una moneda con dos caras.
Los márgenes incendiados ofrecen una imagen triste.

Las llamas rojas muy intensas dan pena al miedo y a las zonas negras incendiadas. Creemos que los bosques van a quedar en bancarrota y, además, las valoraciones después de los incendios hacen pensar que las suposiciones son absolutamente correctas. Sin embargo, el incendio, a pesar de no ser tan mencionado, también tiene sus beneficios, siempre que se produzca en determinados ecosistemas y con una periodicidad determinada.

Iniciación y extensión del incendio

Se sabe que los incendios se producen por negligencia del ser humano –colillas mal apagadas, incendios no autorizados en campamentos, etc.– o por la gran energía del rayo.

La expansión está condicionada por la fuerza del viento, el grado de humedad, la orografía y las especies que forman el bosque. La influencia del viento y del grado de humedad es evidente. El viento separa los márgenes, fortalece el fuego y transporta según la orografía. Por ejemplo, el viento puede arrastrar las llamas de una cima a otra. En las llanuras, sin embargo, el fuego se propaga más linealmente.

Las especies vegetales que forman la selva también tienen que ver con la extensión del incendio. Por ejemplo, se quemará un pinar mucho más rápido y fácilmente que un robledal. De hecho, las coníferas —pinos, secuoyas, etc.— conservan poca cantidad de agua y, además, al ser resinosas, se queman como cerillas. Por el contrario, las plantas frondosas tienen mucho más agua y, aunque estén secas, pueden contener suficiente agua para hacer frente al fuego. Por ejemplo, entre el 38 y el 43% de las hojas de roble verde son de agua. Es más, en el centro de Camerún, gracias a la protección de la planta de Chromolaena odorata, han visto que la selva cada vez ocupa más tierra. Esta planta fue introducida en esta región hace unos treinta años y gracias a sus numerosas hojas, proporciona sombra y protección al fuego a las pequeñas plantas.

Disponer de una infraestructura de extinción de incendios enorme.

Por último, cabe destacar que si la selva está compuesta por árboles de grandes raíces, el fuego puede barrerse bajo tierra. El fuego subterráneo no es visible y, precisamente, por su dificultad de extinción puede causar graves daños. Además, muchos pequeños animales se suelen ocultar bajo tierra hasta que pasa el fuego, por lo que el fuego subterráneo puede ser muy peligroso.

Incendio inicio nuevo ciclo

Para el análisis de las consecuencias del incendio hay que tener en cuenta, por un lado, la frecuencia de incendios en el lugar y, por otro, la fauna y flora quemadas.

La consecuencia de un incendio provocado intencionadamente en un lugar cada año es muy diferente a la provocada por un incendio intencionado de gestión o producido por un rayo. El fuego no cambia, pero el ecosistema incendiado no es el mismo. Si se come cada año, la naturaleza no deja tiempo suficiente para regenerarse, por lo que poco a poco irá empobreciendo tanto el suelo como el ecosistema.

Los grandes incendios queman cada año millones de hectáreas de bosques.

Por el contrario, los gestores de los ecosistemas singulares incendian ocasionalmente algunas zonas con el fin de crear una nueva vegetación y, si se domina bien el incendio, se ha visto beneficioso para el ecosistema. Según un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), el fuego ha sido durante muchos años uno de los principales agentes de la deforestación, por lo que se trataba de apagarlo lo antes posible. Sin embargo, se ha comprobado que el fuego desempeña también una importante función para la salud de los ecosistemas y que en la actualidad hay zonas en las que se produce un incendio intencionado. Sin embargo, hay que seguir dando cuenta, ya que no todas las plantas responden del mismo modo al fuego y, por tanto, la influencia del fuego es muy diferente de un bosque a otro.

Los beneficios del fuego, en dos palabras

Como se ha comentado en líneas anteriores, algunas plantas presentan un bajo grado de humedad por lo que son más fáciles de atrapar por el fuego. Pero la naturaleza no hace las cosas a medias y ha proporcionado a estas plantas mecanismos especiales de lucha contra el fuego. El fuego sólo quema la piel de algunas de estas plantas, lo que hace que la planta permanezca en el fuego. Otras plantas, por su parte, arrojan la semilla en cuanto se detecta el fuego para que la especie se mantenga. A pesar de que el fuego es muy intenso, la semilla no se quema y así, dos años después, con total naturalidad, las nuevas plantas sustituyen a las viejas.

Las coníferas contienen poca cantidad de agua y gran cantidad de resinas, lo que las hace fácilmente inflamables.

En las coníferas también hay casos curiosos, como el de Pinus banksiana. El fuego para este tipo de pino, además de beneficioso, es un elemento indispensable para la reproducción. Las semillas de este pino, al igual que el resto de los pinos, se encuentran en la piña. Lo que pasa es que para abrir las piñas y caer la semilla al suelo es imprescindible una temperatura muy alta. Sorprendentemente, esta temperatura sólo se puede conseguir con incendios.

Pero además de las plantas, las aves rapaces saben sacar un buen partido a los incendios. Estas aves, nada más acabar el incendio, exploran los rincones quemados para encontrar animales como serpientes, conejos y similares que han muerto pero que no son calcinados. Así, sin ninguna dificultad, ganan copiosas comidas.

Cabe destacar también el caso de los escarabajos Melanophila. En el mundo hay una docena de especies de escarabajos Melanophila que se lanzan al fuego para copular y poner huevos. El fuego es una fuerza de atracción insostenible para los escarabajos que se acercan de lejos. Los árboles sanos están plagados de defensas contra las larvas fitófagas de escarabajos, alimentadas de sustancias vegetales, y vivir por el cuello de los pinos sanos es duro. Por ello, los insectos que se alimentan de la madera, en general, prefieren árboles enfermos o que sufren, con sus defensas reducidas. Y, opcionalmente, los árboles recién muertos son muy apropiados. También se ha dicho que son capaces de recorrer 80 kilómetros para llegar al fuego. Las hembras llegan agrupadas a copular en la ‘dulzura’ del fuego y, a medida que el fuego se calma, ponen los huevos bajo la superficie de árboles calcinados.

Está claro, por tanto, que aunque los incendios moderados pueden ser muy dañinos, después del incendio cambian muchas cosas, pero la vida no se detiene. Sin embargo, saber que los incendios pueden tener un lado positivo no es la razón para empezar a calcinar.

Cada año se queman millones de hectáreas de bosques

Cada año se queman millones de hectáreas de selva, y aunque en las líneas anteriores hemos subrayado los beneficios de los incendios, no hay que descartar los daños tanto económicos como humanos producidos por los incendios.

En este sentido, es conveniente trabajar en el ámbito de la prevención para reducir al máximo los daños. Estas son las diez recomendaciones de Greenpeace para solucionar el problema de los incendios forestales:

  1. Para reducir el riesgo de incendio es necesario desarrollar modelos de gestión forestal que garanticen el desarrollo de ecosistemas forestales.
  2. Hay que buscar el equilibrio entre conservación y producción, realizando tareas con un objetivo concreto.
  3. Los programas de revegetación deben desarrollarse adecuadamente.
  4. Controlar el mercado de la madera quemada para poder combatir la especulación.
  5. Es obligatorio recuperar los montes quemados.
  6. El monte y el bosque deben usarse con sentido común.
  7. Prohibición de quemas en zonas forestales.
  8. Incrementar las inversiones en prevención.
  9. Control de las industrias responsables de la extinción de incendios y de la revegetación forestal, de forma que sus beneficios económicos no estén directamente relacionados con el aumento de los incendios.
  10. Participación de la Administración en los procedimientos judiciales de apertura por incendios.

Publicado en el suplemento Natura de Gara.

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