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El complejo mundo del reciclaje de polímeros

2011/10/01 Etxeberria, Agustin - EHUko kimikaria Iturria: Elhuyar aldizkaria

Ed. Kate Ter Haar

El reciclaje ofrece muchas posibilidades al tratamiento de los residuos. Sin embargo, las posibilidades varían mucho en función del material a reciclar. El caso de los polímeros (plásticos, gomas, etc.) es complejo, sobre todo cuando lo comparamos con el metal, el cristal o el papel.

En la fabricación de un producto siempre se han tomado las fracciones sobrantes de polímero, se han triturado y se han reintroducido en la cadena de fabricación. Esto se conoce como reciclaje primario. En cuanto al tratamiento de los residuos, el reciclaje mecánico --nivel 2 - tiene mayor importancia. Es la recuperación de las materias primas utilizadas en la elaboración de un producto. Este proceso supone un ahorro energético y de agua al no tener que obtener nueva materia prima. Este ahorro es muy notable en el caso del aluminio y el vidrio, pero también ocurre con los polímeros.

En el reciclaje de cualquier materia prima es fundamental separar bien los productos elaborados con esta materia prima para conseguir la máxima pureza posible. Por otro lado, hay que tener en cuenta si la calidad de la materia prima disminuye en cada ciclo de vida de la misma. Los metales y el vidrio son reciclables una y otra vez en casi el 100%, pero los polímeros pierden calidad cada vez que se reciclan.

Además, no todos los polímeros son iguales y no todos son reciclables. En general hay dos tipos: los termoplásticos, que se ablandan por efecto de la temperatura, y los termoestables, que al estar enrejados no se pueden ablandar (por ejemplo, los cauchos). Las primeras son reciclables mecánicamente, aumentando la temperatura, fundiéndolas (o ablandándolas), dándoles una nueva forma y dejándolas enfriar. Sin embargo, con los polímeros de tipo 2 no es posible hacerlo ya que al calentarse se degradan antes de ablandarse.

En principio, estos dos tipos son grupos muy amplios --debido a la gran cantidad de polímeros existentes -, pero sólo unos pocos suponen un porcentaje importante de la producción total industrial. En el contenedor amarillo de la basura, donde se recogen los envases y embalajes, se encuentran ejemplos conocidos como el polietileno de baja densidad (películas, bolsas), el polietileno de alta densidad (botellas), el polipropileno (películas, botellas), el polietilentereftalato (botellas de bebida) y el poliestireno (yogures). Todos estos polímeros tienen un ciclo de vida corto. Además, hay que tener en cuenta que la mayoría de los envases no están compuestos por un solo polímero, sino que en cada una de las partes del envase se utiliza un polímero diferente, por ejemplo, las botellas de bebida están fabricadas en polietilentereftalato (PET) y los tapones en polietileno.

Cuando se mezclan dos polímeros, casi siempre forman una mezcla heterogénea. Las propiedades de la mezcla son muy malas y no es fácil reciclar. Además, todos los polímeros son sometidos a reacciones químicas que van degradándose lentamente, con la consiguiente pérdida de propiedades. Por ello, los polímeros que se reciclan se mezclan con los que no se utilizan, al igual que ocurre con el papel.

La tecnología actual separa bien las mezclas de polímeros, ya que la mayoría de los productos que se recogen tienen una buena pureza para su reciclado. Sin embargo, dado que la legislación no permite el uso de polímeros reciclados para productos que van a entrar en contacto con los alimentos, éstos se utilizan para la fabricación de otros productos fabricados con plásticos y, en la actualidad, la tarea más urgente es la de introducirlos en productos de alto valor añadido (en este proceso, el alto precio del petróleo será de ayuda). Por ejemplo, cada vez es más frecuente ver en las etiquetas de las prendas que para su elaboración se han utilizado polímeros reciclados como el PET.

¿Y qué pasa con los plásticos utilizados en productos que no son envases ni embalajes? Estos residuos (juguetes, enseres domésticos...) los solemos tirar de vez en cuando y su volumen diario es pequeño, ¡aunque el de cada unidad sea grande! Por ello, la recogida y la estrategia de separación debe ser otra organización. Cuando un producto se convierte en residuo, la opción más adecuada es que el productor asuma la responsabilidad de su gestión. Así, en la necesidad de dar una solución a estos residuos, el diseño de los productos tendrá en cuenta la identificación de los componentes y las facilidades para su separación y reciclaje. Es de esperar que, de esta manera, la pureza del material reciclado sea mayor que la obtenida con el contenedor amarillo, pero todavía queda mucho por mejorar en esta nueva estrategia.

Existen otras alternativas para termoestables y mezclas heterogéneas. Los cauchos se pueden añadir a asfaltos o utilizarlos para hacer suelos de parques infantiles. Sin embargo, debido a las escasas propiedades de estas mezclas, el reciclaje suele ser de bajo valor, downrecycling y puede haber problemas para encontrar soluciones comerciales a toda esta fracción.

Por ello, hay que reconocer que el reciclaje de una parte (porque no se puede separar bien porque está sucio, degradado o termoestable) siempre puede tener más inconvenientes que ventajas.

Existen otras opciones para estos casos. Una alternativa es la transformación de polímeros mediante procesos químicos en otras materias primas. Por ejemplo, el nuevo polímero PET se puede transformar en sustancias necesarias para sintetizar. Este es el reciclaje químico o nivel 3.

Dado que el calor de combustión de los plásticos es equivalente a los combustibles, otra opción es recuperar parte de su valor en forma de energía. Reciclaje energético o 4º.

Y por último, si la opción de compostaje se establece plenamente en la gestión de los residuos, la utilización de polímeros biodegradables es una opción muy atractiva para aquellos casos en los que se generan residuos orgánicos mezclados con plásticos. Esto supone la eliminación (como en los dos casos anteriores), pero al mismo tiempo el uso o la venta del compost redunda en beneficio. Esto se conoce como reciclaje biológico.

En definitiva, el reciclaje de plásticos tiene ciertas limitaciones, pero también mayores ventajas respecto a otras materias primas, ya que la tecnología garantiza una diferenciación cada vez más adecuada, y cuando no es posible hacer reciclado mecánico o nuevos sistemas de gestión que se están implantando en otros sectores, se pueden aplicar otras alternativas.

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