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Salud pública: nuevos retos para el nuevo siglo

2001/07/04 Imaz Amiano, Eneko - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

Eso es Josep M. Título de la conferencia de Antó i Boqué en los cursos de verano de la UPV. Trabaja en el Instituto Municipal de Investigación Médica y en la Universidad BerHarka de Barcelona.

En su opinión, la salud pública está constituida por factores ambientales ajenos al control individual y, en particular, por condiciones físicas y biológicas. Como particularidad señala que en el ámbito de la salud pública, en muchos casos, es suficiente con identificar y corregir los factores que han originado la epidemia o situación de riesgo, sin tener un conocimiento absoluto de la epidemiología.

Los problemas que surgen dentro de la denominada sanidad pública se dividen en locales y generales.

Problemas que afectan a zonas concretas bajo condiciones locales. Así son las epidemias. Estas suelen surgir de forma espontánea, a menudo complejas y nuevas (aparición de problemas no conocidos, enfermedades, patógenos...). En algunos casos, aunque el problema puede resolverse sin estudios epidemiológicos, posteriormente es necesaria dicha investigación.

Los accidentes industriales también son problemas locales (la mayoría). Estos accidentes, desde el punto de vista técnico-industrial, son ‘muy difíciles de producir’, pero desde el punto de vista de la salud ambiental son ‘de los más probables’ y pueden ser muy graves. La cuestión es desde el punto de vista industrial o sanitario. Este tipo de accidentes en países en desarrollo es más fácil, pero también más difícil de saber. No siempre es fácil investigar sobre ellos, ya que depende de los recursos locales. Y aunque parezca mentira, a veces no es fácil establecer los protocolos a seguir en la investigación y recogida de datos. En cualquier caso, las interpretaciones y estadísticas de los datos, sean o no significativas, suelen ser discutibles.

Finalmente, las llamadas ‘zonas de contaminación’ (incineradoras, vertederos...) se han referido como problemas locales. En ellas, señala que a menudo resulta muy difícil establecer una relación entre el contaminante y los factores habitantes/enfermedad/muerte. En ocasiones por la dificultad de aislar e identificar contaminantes y en otras por la dificultad de obtener datos de enfermedad y muerte. Por ejemplo, la investigación llevada a cabo en torno a 10 incineradoras (entre 3 y 10 km) indicó que no afectaba al número de muertes, ni siquiera a la distancia, pero no tuvo en cuenta las enfermedades no mortales. O un estudio sobre vertederos señaló que los habitantes de la zona presentaban un doble riesgo de anomalías (neurológicas, cardiacas, arteriales, respiratorias...) y que dependían de la distancia, pero no pudo determinar qué provocaba, ya que no se disponía de datos sobre el vertido a vertedero.

En general, los problemas locales presentan carencias en la regulación de los riesgos para el entorno, así como en los mecanismos de vigilancia y control, generando una gravedad social y una baja capacidad de respuesta individual.

También ha mencionado los problemas ‘generales’ de la salud pública: campos electromagnéticos, ondas de baja frecuencia, bajo nivel de contaminación atmosférica, presencia de fumador pasivo, radón en los hogares, materiales que contienen cloro y agua, diversos componentes químicos... Todos ellos tienen muchas veces poca incidencia en la salud individual, no muy fuerte, pero como afecta a mucha gente pueden convertirse en un problema grave. Además, en muchos casos, su investigación es más difícil que la investigación de problemas locales, debido a un bajo nivel de exposición, bajo impacto individual, muestras de investigación muy grandes, problemas de separación de componentes de la contaminación, problemas de interpretación, etc.

Para todos estos problemas, actualmente está vigente el ‘Modelo de Protección de la Salud ante los Riesgos del Entorno’, que analiza, gestiona y comunica a la sociedad el riesgo, pero Josep considera que el modelo es muy rígido y tiene límites. De hecho, exige demostrar el daño, sólo analiza el 5% de los posibles riesgos, no considera las combinaciones entre riesgos, exige investigaciones científicas muy rigurosas (las más adecuadas pero que requieren consecuencias para trabajar) y el punto de vista institucional no es el adecuado (sólo hay una agencia para los cancerígenos y otros temas, lo que supone una inacción de las investigaciones). Y para superar todo ello, propone actuar de acuerdo a los ‘criterios de precaución’, es decir, en lugar de quedarse sin hacer nada si no se dispone de datos, actuar con prudencia y garantizar la seguridad previa en lugar de actuar reparando los daños. Al fin y al cabo, al igual que en la actualidad se juega con medicamentos.

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