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Recuerdos: esto sí, esto no...

2001/03/15 Astobiza, Amaia

Si nos apetece, es posible olvidar recuerdos que no nos gustan. Así lo decía la teoría de Sigmund Freud sobre el psicoanálisis y así lo afirman, un siglo después, expertos de la Universidad de Oregón.

Según Freud, podemos olvidar intencionadamente los dolorosos recuerdos y cree que los niños que han sufrido abusos olvidan los terribles acontecimientos del pasado a través de este mecanismo. Un siglo después de su publicación, esta teoría sigue dando lugar a varios debates. De hecho, los recuerdos traumáticos están atrapados entre los nudos de la red de emociones del ser humano y no es fácil liberarla en el laboratorio.

La mejor manera de entender el mecanismo de la represión de los recuerdos puede ser el utilizado por los expertos Michael Anderson y Collin Green que trabajan en la Universidad Oregón de Eugene. Siguiendo las instrucciones de los expertos, los alumnos deberían aprender palabras parecidas. De esta manera, eran capaces de recordar a su pareja al mostrar una palabra. Después, los alumnos debían intentar olvidar o recordar la segunda palabra de la pareja. Para ello, algunos alumnos tenían que recordar y decir en voz alta. Otros, sin embargo, debían intentar no pensar en esa palabra.

Poco después de la prueba, se dieron cuenta de que era mucho más difícil recordar la palabra que se había tratado de borrar del pensamiento que recordar lo dicho en la voz alta. Por si acaso, para desmontar la memoria, ofrecieron dinero a cambio de palabra, pero los resultados fueron los mismos.

A la vista de los resultados obtenidos, Anderson afirma que es posible expulsar de la conciencia y olvidar los recuerdos. Por lo tanto, los niños podrían utilizar una estrategia similar para olvidar recuerdos duros. Es más, si el abuso del niño es conocido por él, el niño puede olvidar lo ocurrido más fácilmente que si es desconocido. La razón, según Anderson, estaría en la necesidad de olvidarse del niño; cada vez que lo ve conocido, el niño intenta olvidar esos dolorosos recuerdos y, finalmente, consigue olvidarlo del todo. Por lo tanto, parece que la represión de los recuerdos sólo se produce cuando se enfrentan constantemente a los recuerdos del trauma. Muestra de ello es el caso de los veteranos obligados a residir en Vietnam después de la guerra, para los que es más fácil olvidar los traumas de la guerra que para aquellos que vuelven a su pueblo y tratan de evitar cualquier cosa que les recuerde la época de la guerra.

El siguiente objetivo de Anderson es analizar el tiempo que los gomuts pueden permanecer reprimidos y las posibilidades reales de recuperar las gomutas reprimidas. Y es de suponer, las conclusiones que se extraigan suscitarán un debate sobre los recuerdos de los abusos en la infancia. Y es que muchos de los padres acusados de abusar de sus hijos, a menudo dicen que los recuerdos recuperados son falsos para justificarse.

Pero no creas que luego la inhibición de los recuerdos sólo la utilizamos para olvidar los traumas de la infancia, un mecanismo que utilizamos día a día y de forma constante. Si queremos recordar lo sucedido tras la cena del viernes, por ejemplo, es necesario olvidar el día siguiente del sábado y la película del domingo. Pero si no te apetece recordar la del viernes… ¿qué tal la película del domingo?

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