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Lengua neandertal

1989/09/01 Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria

Últimamente entre nosotros, Jean M. Los libros de la serie “El clan del oso de cuevas”, del escritor norteamericano Auel, están muy de moda y pasan a mano. No cabe duda de que los libros son interesantes y bien escritos y que aportan interesantes ideas sobre la vida de los antepasados de nuestras cuevas. La historia de los Ayla cromagnon (homo sapiens sapiens neanderthalensis) es muy emotiva.

En el libro se cuestiona la habilidad de los neanderthaldares para hablar y se dice que sólo podían pronunciar unas pocas palabras y sonidos. Su lenguaje se basaba en gestos, según el escritor.

La capacidad de habla de los neanderthaldas, o la falta de capacidad, es un tema antiguo entre los antropólogos. Muchos antropólogos han reivindicado que los neanderthaldares no podían hablar como el nuestro. La base de esta idea ha sido la diferente configuración del aparato de habla.

Un hueso que han descubierto los paleontólogos israelíes ha vuelto a poner el pleito a tope. En el esqueleto de un neanderthaldar de unos 50.000 años de edad, encuentran un hueso llamado hioide. Este hueso en forma de U juega un papel fundamental en la capacidad de hablar. Este ha sido el primer hueso que se ha encontrado en los restos neanderthaldares. La verdad es que como este hueso es muy blando es muy difícil de fosilizar y hasta ahora no se ha encontrado nada parecido.

Hasta el momento ha habido poca evidencia del aparato de conversación. La gente ha utilizado los caminos transversales para nadar cuando el hombre empezó a hablar.

Para algunos, Philips Tobias, por ejemplo, el desarrollo del habla comenzó con la aparición del género homo hace 2 millones de años. Otros afirman que el hombre moderno (homo sapien sapiens) empezó solo hace 100.000 años.

También hay opiniones intermedias y Jeffrey Latman cree que el habla comenzó hace 1,5 millones de años con la aparición del homo erectus.

Así y todo, la línea evolutiva neanderthaldarra plantea problemas a los antropólogos y no está muy claro si son nuestros antepasados directos o si son los últimos herederos de una línea homónima muerta. Sin embargo, el hueso hioides encontrado en Israel revelará un dato más en el problema del habla, aunque no sea determinante.

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