}

¡Naturaleza sí curiosa!

2002/05/29 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia

Muchas de las avispas que son parásitas se aprovechan de los miedos para hacer descendentes. A medida que crecen, la larva de la avispa come la oruga de dentro hacia fuera. Cuando la larva ha crecido bien, la que queda de la oruga la destruye para poder entrar en el mundo.

Las orugas, por supuesto, han inventado un mecanismo defensivo para combatir las avispas y tienen células sanguíneas especializadas que generan una cápsula asfixiante en torno a la larva extraña. Pero las avispas de la familia Braconidae también han inventado la forma de superarlo. Y para ello han utilizado los virus.

Los polidnabiruses son virus integrados en los cromosomas de unas avispas parásitas que pasan la mayor parte del tiempo dormidos. Pero no siempre. En la década de los 90, investigadores de la Universidad Illinois descubrieron que en los huevos de las hembras estos virus se activan, liberándose del ADN de la avispa y pegándose en el exterior de los huevos. Después, al introducir el huevo en la oruga, los virus segregan proteínas que rompen el sistema de defensa de la oruga. Algunas de estas proteínas son veneno de la avispa, por lo que los investigadores concluyeron que en algún momento de la evolución algunos genes de la avispa fueron transferidos a los virus.

Ahora, analizando las antiguas avispas atrapadas en la ámbar, se ha podido comprobar que la simbiosis de virus y avispas comenzó hace tiempo. Los investigadores de la Universidad de Illinois han calculado que las avispas con virus de la familia Braconidae evolucionaron entre hace 93 y 45 millones de años. Se han investigado tres genes de 28 especies de avispas para elaborar un árbol familiar de avispas con y sin virus y se ha comparado esta información con la edad de los fósiles conocidos. Así, han concluido que la simbiosis entre las avispas y los virus mencionados en el artículo comenzó hace 74 millones de años.

Gai honi buruzko eduki gehiago

Elhuyarrek garatutako teknologia