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¿Se puede reducir a la mitad el número de personas que viven con hambre?

2001/11/25 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia

El Instituto Panos nace para suscitar un debate sobre el desarrollo del mundo. Esta organización con sede en Gran Bretaña se encarga desde hace quince años de dar a conocer la situación de quienes no viven tan bien como nosotros. En su último informe, ha analizado la situación de la gente que vive el hambre, cerca de 800 millones de personas, y ha hablado de las medidas a adoptar de cara al futuro y de la evolución de la agricultura.

Según los últimos datos, 792 millones de personas sufren hambre crónica en el mundo. Esto no significa que casi 800 millones de personas corran el riesgo de morir hambre. Para vivir bien alimentado, cada persona necesita entre 1.710 y 1.960 kilocalorías diarias y todo aquel que vive con 400 kilocalorías menos, entra en la categoría de los que pasan hambre crónica.

Según Naciones Unidas, el 60% de los agricultores pobres son mujeres.
Elhuyar

Así, no parece que haya grandes diferencias entre ambas situaciones, pero sí que existe, ya que comer cada día de forma intencionada y menos de lo suficiente genera problemas de salud. El hambre crónica dificulta el desarrollo intelectual, reduce la productividad y debilita la salud. Dos datos: cada día mueren 20.000 personas por enfermedades relacionadas con el hambre; el hambre y la escasez de compuestos básicos reducen en un 10% la capacidad de aprendizaje de los niños. Es decir, el hambre crónica no permite al individuo ni al grupo desarrollar toda su capacidad.

Para los pobres de los países en desarrollo, las enfermedades relacionadas con el hambre suponen una gran carga para la familia, a lo que hay que sumar muchas veces el sida. Y es que los familiares afectados por el SIDA no pueden trabajar en la agricultura y además necesitan una dieta más rica que los demás. La situación empeora. Este caso es muy común en el África subsahariana, donde desde 1987 han muerto unos 7 millones de campesinos enfermos de sida. En muchos lugares, la base de la alimentación es la de los alimentos producidos en ella, por lo que la incidencia del sida es importante, tanto en la producción como en el consumo. Hay que tener en cuenta que tres cuartas partes de las personas que sufren hambre crónica viven en zonas rurales.

Así, uno de cada siete habitantes del mundo se encuentra en una situación de indisponibilidad de comida suficiente. Son más en cantidad en Asia, pero en porcentaje África es, sin duda, la más grave. De los 23 países más desfavorecidos, 18 se encuentran en África. Otros cinco son Afganistán, Bangladesh, Haití, Mongolia y Corea del Norte.

Las claves del hambre

La liberalización del mercado aumenta la pobreza.
Elhuyar

La principal causa del hambre es la pobreza. La gente pasa hambre porque no puede adquirir o comprar alimentos suficientes. Los habitantes de las ciudades y los pobres sin tierra gastan al menos el 50% de sus ingresos en comida y los que tienen tierras también necesitan dinero para comprar comida que no pueden producir. Pero no es garantía de que no haya hambre.

Para Panos, el hambre en el mundo no es la consecuencia de la escasez de comida, por lo que se debate sobre la posibilidad de acabar con el hambre a través del mercado libre. En el mismo se explica que la liberalización del mercado acentúa la pobreza y dificulta el desarrollo sostenible, a pesar de que los partidarios de la liberalización anunciaron una reactivación del crecimiento económico. Esto es debido a que la producción por unos pocos es a menudo contraproducente para los productores de la comarca, ya que la población tiende a consumir sólo comida importada.

Al margen de China y algunos países del este asiático, la liberalización del mercado no ha bajado el precio de los alimentos y no ha servido para reducir el hambre. En África, por ejemplo, el crecimiento económico de los países pobres se ha estancado. Por un lado, su cuota en el mercado mundial es muy baja, por lo que les resulta imposible evitar el desequilibrio entre importación y exportación. Así, el mercado de los países ricos se ha filtrado en su casa, pero ellos no han podido hacer el camino contrario.

Agricultor trabajando.
Elhuyar

Panos ha querido preparar el informe para la reunión de la Organización Mundial del Comercio en Qatar. En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha anunciado a los asistentes que la reforma del mercado agrario debe tener en cuenta a los países en vías de desarrollo. En concreto, ha animado a tomar medidas específicas para incrementar la productividad y la competitividad, a proteger a los países en desarrollo de los flujos de importación temporales y a que abran la puerta de las exportaciones.

La FAO y el informe de Panos dejan claro que el desarrollo de la agricultura es fundamental para acabar con el hambre. Entre el 60% y el 70% de la renta del mundo en desarrollo proviene de la agricultura y la mayoría de los que viven hambre son agricultores. Por lo tanto, consideran que una buena gestión de este sector permitirá acabar con el hambre.

¿Pero cómo? Agricultura del futuro

Gran parte del debate sobre la agricultura del futuro es el relativo a las formas de agricultura. ¿Qué es más apropiado para aumentar la fertilidad, controlar las plagas y hacer frente a la demanda: aprovechar todos los avances tecnológicos o, aunque el rendimiento sea menor, utilizar menos pesticidas y fertilizantes? ¿Hay que hacer agricultura industrial o mantener la apuesta por las pequeñas explotaciones?

Ambas opciones están relacionadas con modelos sociales específicos y, en la actualidad, está vigente la primera. La segunda, siguiendo el modelo de agricultura sostenible, es la favorita de las organizaciones no gubernamentales. Pero la agricultura sostenible no es una filosofía. Según el informe de la Organización de las Naciones Unidas sobre la pobreza en las regiones agrarias (IFAD), las posibilidades de mantener el equilibrio ecológico con las explotaciones pequeñas son mayores y, en condiciones adecuadas, son más productivas y efectivas que las grandes.

La mayoría de los desayunos son agricultores.
Elhuyar

Otra opción es la agricultura orgánica. En un reciente estudio publicado por la FAO, se señala que el mercado de frutas y hortalizas orgánicas puede ser una buena oportunidad para los países en desarrollo. Estos países exportan sólo unos pocos productos y consideran que la diversificación puede beneficiar mucho. En Estados Unidos, Europa y Japón se ha anunciado que la demanda de frutas y hortalizas orgánicas superará la producción interna y, si se hace bien, pueden tener un hueco en estos mercados. Pero no todo es rosa.

La agricultura orgánica sigue siendo la mínima, el 1% del mercado, y es muy posible que los países desarrollados pongan trabas a los productos de subdesarrollados porque desconfían de sus sistemas de certificación. En cualquier caso, la producción agrícola de los países en desarrollo deberá incrementarse para hacer frente al hambre, la exportación desde aquí no les ha servido y hasta ahora.

Cumbre Mundial de la Comida, incapaz de cumplir los objetivos

En la Cumbre Mundial de la Comida celebrada en Roma en 1996, dirigentes de 186 países acordaron reducir a la mitad el número de personas que padecen hambre para el año 2015. Para ello establecieron un objetivo claro: que cada año haya 20 millones menos de personas que padecen hambre en el mundo. Este año, entre el 5 y el 9 de noviembre, se iba a reunirse para realizar un análisis de la situación, pero los acontecimientos en Estados Unidos provocaron que la reunión se suspendiera.

Finalmente, la cumbre se celebrará en junio del próximo año y, si no se produce un milagro, se debatirá que los objetivos no se han cumplido. De hecho, después de 5 años, el número de personas que padecen hambre no ha disminuido más de 8 millones por año. De esta forma se necesitarían al menos 15 años más para alcanzar los objetivos marcados en aquella cumbre. Es decir, en 2030 todavía habría más de 400 millones de personas con hambre.

Publicado en el suplemento Natura de Gara.

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