Las técnicas actuales, la clave para entender el pasado
2012/07/01 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria
La investigación del arte rupestre comienza con la recogida de datos. Diego Garate y Joseba Rios han explicado que lo primero que hacen es explorar de forma sistemática las paredes y el techo de la cueva. "En esto tiene mucha importancia la iluminación y con algunas linternas actuales es como el sol en el interior de la cueva", ha afirmado Ríos.
Sin embargo, Garate recuerda que la experiencia y el sentido son elementos imprescindibles: "La ascensión es un buen ejemplo. Askondo está situado en Mañaria, en Bizkaia, y los que le rodean lo han conocido desde siempre. Pero nadie prestó atención a las pinturas rojas de la entrada hasta que fuimos nosotros".
En 2011, Joseba Ríos, Diego Garate y Ander Ugarte encontraron las pinturas: diez caballos, una mano, el respaldo de un animal, un punto, unas rayas, un caballo grabado y un hueso empotrado. "Pero nosotros tampoco nos fijaríamos si no hubiéramos visto que sobre las pinturas había una gruesa capa de calcita. Gracias a ello nos dimos cuenta de que lo que estaba debajo debía ser antiguo", han confesado. Así, aunque todavía están en estudio, saben que hace entre 28.000-20.000 años. El hueso, por ejemplo, ya ha sido fechado y ha visto que tiene aproximadamente 23.800 años.
Todo lo encontrado se recoge en fichas normalizadas, tanto cuantitativas como cualitativas, y no se limita a las representaciones gráficas, sino que es muy importante recoger adecuadamente el entorno, registrar también información compositiva y topográfica.
Se complementa con la elaboración de documentación gráfica mediante fotografías y dibujos. En este sentido, los avances en fotografía han sido fundamentales para captar imágenes de calidad como el uso de la macro para captar detalles.
Además de fotografías de los detalles, sacan fotografías de toda la imagen, del grupo y del entorno. "Sin embargo, no hay que olvidar que estamos dentro de la cueva, en un lugar incómodo, quizás tumbado y casi pegado a la pared, sin apenas espacio para sacar la foto...", ha advertido Ríos. Es decir, además de un buen equipo, los arqueólogos deben dominar la técnica.
Además, ahora utilizan la luz ultravioleta e infrarroja para sacar fotos. De esta forma, en algunos casos obtienen otra información, por ejemplo, uno de los caballos que aparecen muy difuminados en Askondo se ve mucho mejor en la foto multiespectral.
Ordenador y manual
En cualquier caso, Ríos y Garate otorgan a los dibujos tanta o más importancia que las fotografías. De hecho, según ha explicado Garate, "cómo pones la luz, en las fotos aparecen las sombras y se pierde el relieve. En los dibujos podemos recoger todo".
Por ejemplo, es muy importante para los arqueólogos que recojan el orden de las imágenes, ya que en un mismo lugar hay pinturas de diferentes épocas, muchas veces superpuestas. "Nosotros hacemos los calcos de cada época y vamos ordenándolos cronológicamente. Al final es crear infografías".
Las imágenes recogidas son tratadas. Algunos lo hacen todo de forma digital, pero Garate y Ríos prefieren la técnica mixta. Así, con las imágenes tratadas en el ordenador vuelven a la cueva y las dibujan sobre ellas para completar la imagen. Luego lo escanean, lo vuelven a tratar, vuelven a la cueva... Según Ríos, "para hacer una sola imagen, quizás tenemos que volver a la cueva 5 o 10 veces".
Según ellos, en la mayoría de los casos, sólo mediante fotografías y sin salir del laboratorio, "es imposible hacer buenos calcos". Además, hay que recoger el relieve y el aspecto del muro, "y para ello tienes que hacer un montón de capas", explica Ríos.
En todos los casos, ni siquiera tocan las imágenes de la pared. "Antes, para hacer calcos, algunos colocaban el papel de calco sobre la imagen y lo pintaban sobre ella. Por supuesto, con ello corre el riesgo de dañar las imágenes. Y se han hecho cosas aún más dañinas, como por ejemplo la fabricación de moldes de silicona que, sin querer, han llevado partes de la pared". Ahora los arqueólogos priorizan el mantenimiento de la imagen.
Además, en la actualidad tienen la posibilidad de utilizar el scanner láser. Con ello se recogen imágenes muy precisas en 3D de la cueva. "Hasta hace poco no lo teníamos y es un avance increíble. En los últimos años se ha abaratado mucho", ha señalado Garate. "Las imágenes en 3D de la cueva ofrecen otra información sobre las pinturas: desde dónde daba la luz, qué aspecto tiene todo el entorno, qué lugar escogieron para hacer las pinturas...".
Basado en muestras
Los arqueólogos no sólo actúan en la cueva y frente al ordenador, sino también en el laboratorio. Allí se analizan las muestras recogidas de la pared. "Así obtenemos un montón de información. Por ejemplo, si la pintura es de carbón, podemos tomar una pequeña muestra de carbón de la pared y utilizar el microscopio para saber a qué árboles pertenece ese trozo de carbón. Y se puede hacer la prueba del carbono-14. Antes de esto, hay que identificar el pigmento con inorgánicos (manganeso, hierro...) ) no se puede usar el carbono 14", advierte Garate.
La datación puede ser directa o indirecta. Rios explica la diferencia: "En datación directa se toma una muestra de la pintura y se determina la fecha de su realización. En el transversal fechamos el material que tiene por debajo o por encima de las pinturas y sabemos que es más viejo o más joven que él. No es exacto, pero a veces no hay otra forma de calcular la edad de las pinturas". Sin embargo, han reconocido que las dataciones directas, como el carbono-14, también son problemáticas, ya que las muestras pueden estar contaminadas, por ejemplo.
Con pigmentos minerales se realizan otros análisis. Por ejemplo, analizan el origen de las pinturas y su mezcla, las compara con los pigmentos de las pinturas de las paredes y cuevas cercanas... El objetivo es sacar toda la información posible sin destruir las pinturas.
Organizar, procesar
Una vez recopilada toda la información, el siguiente paso es organizar y procesar los datos. Estudian la tipología de pinturas (silueta, detalles, proporción, animación, perspectiva...).
Los arqueólogos Garate y Ríos han aclarado que este estudio no tiene nada que ver con el sistema cronológico de Leroi-Gourhan. "A la hora de analizar la tipología, pretendemos ver qué semejanza o singularidad tienen determinadas características de las pinturas respecto a las de un lugar, si de ello podemos sacar conclusiones. Para ello, nos valemos de la estadística, porque es inútil decir, la mayoría tiene una apariencia semejante. La mayoría no es un dato objetivo, el 70% sí", explica Ríos.
La estadística también ayuda a analizar la ubicación y distribución espacial de las imágenes. Garate explica: "Miramos dónde está cada imagen y qué lugar ocupan unos de otros. De hecho, muchas veces hacían unas figuras sobre otras. Esto parece indicar que quizá lo más importante no sea la pintura propiamente dicha, sino el lugar, ese trozo de pared que han elegido para pintar. Por otra parte, parece lógico pensar que no tendrían la misma función o significado las imágenes que se encuentran en el lugar público, por ejemplo, en la entrada de la cueva, y en el fondo de ésta, en un lugar oculto y elevado".
Al margen de la estadística, el estudio microscópico les sirve para conocer todo el proceso de realización de la imagen: qué pigmento y técnica utilizaron (raya continua, punteado, soplado...), con qué útil lo hicieron (pinceles, manos, dedos, huesos quemados...), dónde empieza y termina la raya. "Es de destacar la diversidad que existe; hacían de todo", afirma Ríos.
Y otros métodos, como la etnografía y la experimentación. De hecho, según Ríos, la experimentación puede ayudar mucho en algunos casos. "No basta con decir lo hicieron así; si tú haces lo mismo, puedes estar más seguro".
No sólo responder
Con todo ello, los arqueólogos tienen muchos más datos sobre arte rupestre que antes. Además, gracias a los arqueólogos que investigan otros campos, Ríos comenta que tienen más información sobre sus autores: "Garate está especializada en la investigación del arte rupestre, y yo investigo aspectos relacionados con la vida del hombre del Paleolítico: su entorno y modo de vida, sus herramientas... Los dos espacios son complementarios, así que comprendemos mucho mejor el arte rupestre y su época".
Eso sí, no tienen una respuesta única y segura para la pregunta de siempre: ¿qué función tenían esas imágenes? Es más, Ríos ha adelantado que "erróneo" es interpretar todos por igual y pensar que todos tuvieron una sola función, "sobre todo teniendo en cuenta el amplio rango cronológico que ocupan, el amplio campo geográfico en el que se han expuesto y las diferentes características que presentan."
"Además, sólo conocemos los que han perdurado hasta la fecha y los que hemos encontrado, y todo lo demás nos es desconocido. Sabemos muy poco del contexto, por lo que no tiene sentido buscar una única interpretación", ha añadido Garate.
Sin embargo, durante muchos años los expertos han tratado de dar una sola interpretación. XIX. En el siglo XIX, por ejemplo, la teoría más aceptada era la de “arte por el arte”, que dibujaban porque les da ganas. Pero, según Garate, no es creíble: "Si esto fuera así, dibujarían cualquier cosa y los temas no se repetirían una y otra vez".
Otras explicaciones que se han dado a lo largo del tiempo son el totemismo (consideración y adoración de un animal como antepasado del grupo), la magia simpática para la caza o reproducción y la dicotomía sexual (animales que representan a la hembra y otros al macho). Los tres también han sido rechazados por las numerosas contradicciones que se han presentado para su aprobación.
La interpretación final es el xamanismo. Así lo defiende el prestigioso arqueólogo Jean Clottes, experto de la UNESCO. En su opinión, estas imágenes son realizadas por chamanes, intermediarios entre la realidad y el mundo de los espíritus. Sin embargo, Garate y Ríos no tienen claro que esta es la explicación: "Hoy en día existen chamanes que, para relacionarse con los espíritus, toman determinadas sustancias. Lo cierto es que las imágenes y los signos que hacen cuando están bajo su influencia no son nada reales, y la mayoría de los ejemplos del arte paleolítico son muy reales".
En definitiva, Ríos y Garate creen que las interpretaciones pueden ser muy variadas. Prueba de ello es el siguiente ejemplo: "Si nos fijamos en la zona podemos ver un montón de figuras animales: un oso en una camiseta, un toro en una botella, una oveja pegada en un coche o un cerdito en una cuchara. Y no intentamos dar la misma explicación a todos".
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