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Radiación natural y riesgo

2000/04/25 Roa Zubia, Guillermo - Elhuyar Zientzia

Aunque lo natural está de moda, hay que tener en cuenta que en la naturaleza aparecen efectos inesperados

Cada segundo nos atraviesa el ataque de 100 rayos cósmicos. Al respirar, al comer y al beber introducimos átomos radiactivos. Esto es totalmente natural.

La radiación está formada por partículas de gran energía. Al atravesar el cuerpo, la radiación puede alterar o dañar la maquinaria interna de las células. Puede eliminar células a altas intensidades. Sólo las proteínas y otras moléculas deterioradas a bajas intensidades se sustituyen.

Influencia genética

El código genético está muy influenciado por la radiación. Puede romper las largas cadenas de ADN. También puede dejar restos de agua ionizada en su camino. Cuando actúa sobre genes importantes puede producirse la muerte de esta célula. Si un gen relacionado con el crecimiento se destruye, esta célula puede empezar a desdoblarse constantemente y formar un tumor.

Las células de la vaina tienen un sistema de reparación de ADN. Incluso en ausencia de radiación, se enfrentan al ataque de los radicales libres que se producen en el interior de la célula. La propia célula, en cierta medida, es capaz de solucionar los errores y problemas que se producen. Además, en algunos casos, la célula está «programada» para suicidarse. Así, disponen de un sistema de prevención antitumoral.

Algunos científicos dicen que hay una dosis mínima de radiación. Por debajo de esta dosis apenas existe probabilidad de cáncer.

Otros, sin embargo, consideran que la pequeña radiación tiene una baja probabilidad de contraer cáncer, pero la tiene. Hay que tener en cuenta que la radiación de distintos tipos tiene efectos de distinto tamaño. Las partículas beta son muy efectivas y peligrosas en pequeñas dosis. Se requiere una dosis elevada de neutrones para estar expuestos a riesgos y aún mayor en el caso de las partículas alfa.

Mapa de resistencia corporal

Por otra parte, cada órgano del cuerpo tiene distinta capacidad de absorción de radiación. Por ejemplo, es más peligroso recibir una dosis de radiación en los pulmones que en el hígado. Esta capacidad de absorción de radiación se mide en cada órgano por un factor. Los pulmones tienen este factor el doble que el hígado.

Lo que está claro es que el hecho de recibir radiación en dosis súbitas muy altas produce un desastre genético que incluirá a los siguientes. Esto fue debido, por ejemplo, a las bombas de Hiroshima y Nagasaki, así como al accidente de la central de Chenobyl.

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