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Darwin, anís y autobuses

2009/02/14 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Hace doscientos años nació un revolucionario. No tuvo un carácter de liderazgo, no luchó con entusiasmo por sus ideas, pero su teoría revolucionó. Aunque en aquella época tuvo muchos oponentes, hoy en día los científicos no cuestionan la teoría de la evolución de Darwin y, además de los científicos, mucha gente se une a ella. No ponen en duda que el "hombre proviene del mono".

Decir algo así era una herejía en aquella época. Creían que el hombre estaba por encima de otras especies, y más aún, salvo los ateos, el pensamiento principal era que Dios tenía en ese lugar. Y Darwin lo quitó y lo situó entre otras especies, más o menos a la altura de los monos.

No obstante, la expresión no es correcta. Aunque algunos tomen literalmente de dicho decir, Darwin no lo indicó, sino que todo tipo de seres vivos tienen el mismo origen y han evolucionado unos de otros, como si de un árbol se forman ramas. Según la teoría de Darwin, el mono y el hombre tuvieron un antepasado común, dos ramas evolucionadas desde aquel antepasado.

El símbolo del anís El Mono está basado en Darwin y su teoría. (Foto: Panoramio)

En cierta medida no es de extrañar ese desorden o malentendido que algunos lo entendieron desde el principio. Y también utilizaron esta idea para insultar y menospreciar a Darwin. Por ejemplo, en Oxford, la Asociación Británica para el Progreso de la Ciencia, se celebró un debate sobre el libro de Darwin. Contó con la participación de investigadores y clérigos que reunieron a cerca de mil oyentes. Uno de los ponentes era el biólogo Thomas Huxley, conocido como "El bulldog de Darwin", y cuando éste explicó la relación entre el hombre y el mono, el obispo de Oxford le preguntó qué tenía que preferir a su abuelo, a un hombre respetable o a un mono.

También son muy conocidas las caricaturas que se hicieron con este tema. En uno de ellos aparece una criatura con la cabeza de Darwin y el cuerpo de un mono. Fue realizada por John Tenniel en 1870 y su objetivo era ridiculizar a Darwin.

Pero no todas las caricaturas tenían el mismo objetivo. En 1872, el comerciante catalán Vicente Bosch hizo nuevas etiquetas para su anís. En aquellas etiquetas aparecía un mono humano con un pergamino en sus manos, y en el pergamino ponía: "Es lo mejor. La ciencia dijo y yo no miente. Esta ciencia es la que publicó Charles Darwin en 1859 con su libro "El origen de las especies". Sí, ese anis se llamaba El Mono y todavía se vende con ese nombre y esa etiqueta.

Sin necesidad de Dios

El hecho de que Darwin no necesitara de ningún dios para explicarlo, suscitó tanta discusión como la de expresar que todas las especies tienen el mismo origen. Precisamente esa fue una de las mayores aportaciones de Darwin: propuso un mecanismo para explicar cómo evolucionan las especies, la selección natural. Esto supone que los individuos que mejor se adaptan al entorno tienen más posibilidades de reproducción que los demás. Así, de generación en generación, predominan aquellas que tienen las características adecuadas para desenvolverse en un determinado entorno, perdiendo las demás.

Cuando Darwin presentó esta idea, la genética estaba en sus inicios. Pero luego tuvo un gran desarrollo y los genetistas vieron que había mutaciones y se dieron cuenta de que este fenómeno tenía una gran importancia en la evolución y en la creación de nuevas especies. Como consecuencia de ello, la idea de la selección natural fue abandonada durante algunos años hasta que demostraron que esto también influía en la evolución.

En cualquier caso, cuando Darwin lo presentó no lo descartaron basándose en razones científicas, sino porque negaba la participación de Dios. Y no es de extrañar, todavía hoy en día no hay más que ver el bullicio que ha surgido en algunos autobuses con anuncios ateos. Qué hubiera pensado Darwin al respecto

Publicado en Gara

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