La semilla de la vida
2004/11/01 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria
La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, ha declarado el año 2004 como el año del arroz. Hasta ahora, la FAO nunca ha dedicado un año a un solo cultivo, de ahí la importancia del arroz.
De hecho, en el mundo, el 20% de la energía que se consume a través de los alimentos procede del arroz, el 19% de la trigo y el 5% del maíz. Pero en algunos países es aún más importante, es imprescindible: el 70-80% de las calorías ingeridas al día son tomadas gracias al arroz en Laos, Tailandia, Vietnam, Camboya y Bangladesh. En estos lugares, el arroz es la semilla de la vida y ha sido plantado durante siglos.
De hecho, en el trópico húmedo asiático surgió el cultivo del arroz hace 6.500 años. Oryza sativa es una especie de arroz capaz de crecer en zonas secas, húmedas, calientes y frías, pudiendo crecer tanto en tierras salinas como ácidas y alcalinas. Por ello, con el tiempo, se extendió por toda Asia, dando lugar a tres subespecies principales: indica, japonica y javanica . Las mejoras y cruzamientos realizados durante miles de años han dado lugar a una gran variedad de variedades que se cultivan en todo el mundo.
La otra especie de arroz utilizada en la agricultura es el glaberrima Oryza. Nacido en el oeste de África, en el delta de Niger. Aunque el cultivo de este tipo de arroz se extendió hasta Senegal, nunca se ha cultivado lejos del lugar de origen. Es más, ahora se cultivan variedades asiáticas en estas tierras africanas.
Sin embargo, en los últimos años el arroz híbrido se ha impuesto entre el resto de los tipos de arroz. El primer arroz híbrido fue creado en 1974 por científicos chinos. En aquellos años se produjo una revolución en la agricultura, la Revolución Verde, que permitió aumentar la fertilidad de las tierras mediante el mecanizado y los nuevos sistemas de producción. Y a ello contribuyeron las semillas generadas en el laboratorio.
Revolución en el laboratorio
Según la FAO, el arroz híbrido aporta un 15-20% más de cosecha que el resto de semillas mejoradas. Por lo tanto, en la convicción de que es un buen arma para combatir el hambre, ha concedido ayudas para la plantación de este arroz en Asia, África y Sudamérica.
Ahora, el 60% del arroz total producido en el mundo se produce en China e India, y la mitad del arroz que se cultiva en China son variedades de arroz híbridos. Esto ha permitido aumentar el rendimiento medio de 3,5 toneladas por hectárea a 6,2 toneladas en China. Sin embargo, este tipo de arroz no tiene todos a favor. Los granos de arroz híbrido no se pueden guardar en la siguiente temporada, ya que son estériles. Por lo tanto, los agricultores están obligados a comprar cada año.
Además, la plantación de arroz híbrido supone la desaparición de las variedades locales. La propia FAO reconoce que en muchas ocasiones los resultados son peores de lo debido y que para ello existen multitud de razones: tecnológicas, culturales, socioeconómicas, políticas...
La ingeniería genética también ha tratado de mejorar el arroz. El ejemplo más conocido es el arroz dorado. Este arroz está genéticamente modificado para aumentar su contenido en vitamina A y hierro. De este modo, en los países que tienen como base el arroz, se pretende que los niños no tengan carencias de vitamina A, ya que en estos países la ceguera causada por la falta de esta vitamina es bastante común.
Entre los nuevos tipos creados por los laboratorios en los últimos años se encuentran el arroz hipoalergénico, especialmente el arroz NERICA, que se ha creado para África. La FAO considera imprescindible la utilización de todas las biotecnologías y avances científicos para mejorar la calidad y la fertilidad del arroz en beneficio de los países en desarrollo.
Ecosistemas de arrozales en peligro
La mayoría de los arrozales se encuentran en el agua y son el hogar de muchas especies silvestres: peces, aves, reptiles, crustáceos, insectos, plantas... viven en los campos de arroz húmedos, muchas de ellas utilizadas para comer, criar o curar. Hay ecosistemas con más de un centenar de especies útiles que son un seguro para las pérdidas de cosecha o épocas de hambre. Al mismo tiempo, el equilibrio entre especies evita plagas y enfermedades.
En muchos lugares la plantación de arroz va acompañada de la cría de peces y patos, la paja de la planta de arroz se utiliza para alimentar al ganado y el ganado ayuda a fertilizar y preparar la tierra. El arroz también se cultiva junto con otras plantas, como el coco y el plátano, aumentando así los recursos aportados por una sola plantación.
Asimismo, en algunos lugares de Asia, el arroz se cultiva en terrazas. Gracias a ello se consigue disponer de tierra para cultivo, pero además se evita la erosión, los desprendimientos y se controlan las inundaciones. Además, en las terrazas se facilita la acumulación de materia orgánica y se reduce el crecimiento de algas. Por otro lado, su valor paisajístico y cultural es enorme, por lo que la UNESCO ha declarado a las terrazas de Banawe de Filipinas patrimonio de todas las personas.
Sin embargo, el sistema de producción intensiva ha puesto en peligro los sistemas tradicionales. Como consecuencia, en muchos lugares estos hábitats y ecosistemas están desapareciendo y el medio ambiente se está contaminando por los fertilizantes y pesticidas químicos. Quizás ha llegado el momento de analizar la situación y de tomar medidas preventivas.
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