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Era normal... cangrejo común

1995/12/01 Elosegi Irurtia, Migel M. Iturria: Elhuyar aldizkaria

FICHA TÉCNICA Cangrejo común
En el mapa se ha representado una antigua división, previa a la aparición de la enfermedad y a la destrucción de los ríos. Dado que en la actualidad sólo quedan poblaciones rítticas, no conviene precisar su ubicación.

Como ya sabrá la mayoría de la gente, de tanta abundancia, ha llegado a desaparecer casi por completo el cangrejo de río ( Austropotamobius pallipes ) en los últimos 20 años. El desconocimiento existente, la penosa situación de los ecosistemas acuáticos, y un largo etcétera que analizaremos, desgraciadamente ofrecen un futuro oscuro a este magnífico animal que jugaba un papel tan importante en los ríos y arroyos. El cangrejo común (o autóctono) es un invertebrado vestido de concha dura. Desde la punta del extremo hasta la parte posterior, tiene una longitud de 11 cm y su peso suele rondar los 80 g.

De las 10 patas de este decápodo, el primer par está dotado de fuertes pinzas. En contra de lo que mucha gente cree, el cangrejo de río va hacia adelante y sólo nadan hacia atrás contrayendo fuerte la cola bajo el cuerpo. El color puede variar, predominando siempre las aceitunas oscuras o pardo-verdes. Los que sólo han visto el cangrejo en el plato dirán que tiene color rojo. Pero esto se debe a que cuando se cuece, el primero de los dos pigmentos que tiene en la concha (azul y rojo) se deshace con el calor y sólo queda la pigmentación roja.

Para conocer esta especie, sin embargo, estas características no son suficientes, ya que en nuestros ríos y arroyos existen otras dos especies de cangrejo americano de origen: el cangrejo rojo ( Procambarus clarkii ) y el cangrejo señal ( Pacifastacus leniusculus ). Las principales diferencias entre estas tres especies son:

  • Como su nombre indica, el cangrejo rojo es de color rojizo. El local y el señalizado son, en la mayoría de los casos, muy pardos.
  • El cangrejo autóctono es algo menor que el de la señal y este último, además, es fácilmente separable por tener una marcada “señal” o cicatriz blanca en las pinzas.
  • Continuando con las pinzas, las del cangrejo común son granulosas. Las de la señal, en cambio, suaves y rojas espinosas.
  • Además de las diferencias morfológicas, cada especie se encuentra en diferentes hábitats. El cangrejo rojo, por ejemplo, se siente atraído por aguas bastante lentas y templadas, a veces sucias. Los otros dos aparecen en aguas limpias, pero su cangrejo suele quedar en lo alto de los ríos, ya que el de la señal predomina en aguas más templadas.
Este es el cangrejo común o autóctono, caracterizado por sus pinzas granulares.

Por tanto, el cangrejo común es una especie de aguas limpias, frescas y oxigenadas. Las zonas medias son más apropiadas para la especie que los arroyos de alta montaña. El mejor desarrollo se da en aguas calcáreas, debido a la importancia del calcio en la formación del exoesqueleto. Por otro lado, le gustan las cuencas ricas en guaridas, rocosas y con numerosos huecos. Puede habitar no sólo en ríos y arroyos, sino también en lagos, embalses y canales.

Normalmente permanece bajo la piedra o la vegetación durante el día, hasta que al anochecer sale a comer. Entonces, para llenar el estómago, comienza a buscar plantas, insectos, larvas, animales muertos, etc. El cangrejo es un omnívoro y carroñero que, comiendo materia orgánica, ayuda a equilibrar el equilibrio y limpieza de los ecosistemas de aguas dulces.

El desarrollo de las gónadas comienza en junio y alcanza su máximo en septiembre-octubre. Los machos entran entonces en celo y comienzan a buscar hembras. Para fecundarse, los machos dejan el espermatoforo entre las patas de las hembras y se produce una raqueta varios días después. La hembra pone una media de 60 huevos y los lleva amarrados en el abdomen durante 6 meses hasta que eclosionan en primavera. Tanto en el desarrollo de las gónadas, la eclosión de los huevos, como en otros procesos de la vida de este animal, la temperatura del agua es muy importante. Tras la eclosión, las larvas nacen y pasan por diferentes estadios (estado de desarrollo), adoptando la forma de adultos y separándose varias semanas de su madre. La mortalidad en los primeros meses de vida de los cangrejos puede ser muy alta.

El cangrejo rojo ( Procambarus clarkii ) es una especie de aguas inertes y templadas. Podemos distinguirlo por las pinzas espinosas.

El hecho de que el cuerpo del cangrejo esté recubierto de conchas duras le produce muchos problemas de crecimiento y sólo puede crecer cuando retira esa cubierta exterior hasta formar la siguiente concha. Este periodo de tiempo suele ser muy grave para el cangrejo, ya que se encuentra en una situación de desprotección y desparpajo. Hasta que se retira la concha vieja y se forma la nueva, transcurren pocos días y tarda unas 48 horas en endurecerse.

Como ya se ha mencionado, el calcio hace que sea mucho más fácil hacerlo en aguas alcalinas. Durante el cambio de cubierta y con el fin de evitar riesgos, no saldrá a alimentarse. El primer año mudará la concha 5-7 veces y los adultos 2 veces al año: primavera y otoño. Es una especie de crecimiento relativamente lento y tardará 3-4 años en llegar a la madurez sexual.

De estar donde esté hasta casi desaparecer

Cangrejo señal ( Pacifastacus leniusculus ): es fácilmente reconocible por sus “señales” o cicatrices en las pinzas.

Este crustáceo ocupaba en su distribución histórica una Europa central y meridional, las islas británicas, etc. Sin embargo, la situación actual es muy diferente, prácticamente desaparecida en la Península Ibérica. En cuanto a la situación en Euskal Herria, podríamos decir lo mismo. Antiguamente, en la mayoría de los ríos y arroyos de Euskal Herria el cangrejo era abundante. La costumbre de pescar o comer cangrejo parecía no tener demasiada influencia en las poblaciones. En pocos años, sin embargo, todas las poblaciones han sufrido un drástico descenso hasta prácticamente desaparecer. ¿Por qué tal desastre?

Una de las principales causas de esta enfermedad es la denominada afanomicosis producida por el hongo Aphanomyces astaci, que en algunos lugares ha sido conocida como la “epidemia de cangrejo”. Este hongo, probablemente, llegaría a nuestros ríos a través de los cangrejos que se traían de América a Europa y en pocos años destruyó las poblaciones locales. Como consecuencia de este oddo, a los cangrejos se les debilita la concha y se les paraliza las patas y les llega la muerte en 10-15 días. La mortalidad es generalmente del 100%.

Parece ser que la afanomicosis apareció por primera vez en Italia a finales del siglo pasado y después se extendió por Europa. Las primeras muertes masivas en España se dieron en 1958 en Valladolid y en 1965 en Soria. En 1979 se extendió por toda España. En Euskal Herria también se comenzó a expandir la mortalidad en 1978 y su formación se podría asociar al cangrejo rojo o cangrejo señal que se introdujo en los ríos de América. A pesar de su enfermedad, son especies que pueden sobrevivir y que al entrar en nuestros ríos, se contaminaban y morían. Además de los cangrejos americanos, los catiuscos de los pescadores y los asadores también pueden ser conductores de la afanomalía, multiplicando el problema.

El cangrejo común, comiendo materia orgánica, ayuda a mantener limpios los ríos.

Las consecuencias fueron lamentables. Los cangrejos autóctonos quedaron en arroyos de montaña y poblaciones aisladas, poblaciones róticas cada vez más difíciles de sacar adelante. A medida que el cangrejo común desaparece, se ha producido un desequilibrio en el ecosistema en el que vivía. Aumento de la eutrofización y acidificación de las aguas, disminución de los niveles de oxígeno disuelto, proliferación de plantas y animales acuáticos, disminución de otros, etc.

Además, a todo esto se le puede añadir el valor económico de la pesca. Entre 1978 y 1987, por ejemplo, se estima que el valor económico de las licencias de pesca no solicitadas para la Administración del Estado español fue de 2.000 millones de pesetas. En 1924 se llevaban diariamente 200 kilos de cangrejo en temporada de pesca desde Vitoria a San Sebastián. En 1975 todavía se capturaron más de 4 millones de ejemplares en Álava, pero desde entonces las cifras iban a disminuir drásticamente. En la cocina es tan apreciada que actualmente en la Comunidad Autónoma del País Vasco se consumen cerca de 500.000 kilos de cangrejos de río al año, pero de color rojo ( Procambarus clarkii ). Sin embargo, no se puede pescar ni comer.

Como consecuencia de la afanomalía, los cangrejos autóctonos han quedado en pequeñas y aisladas poblaciones, generalmente en regatas de montaña.

En cualquier caso, la desaparición de los cangrejos autóctonos no puede ser acusado únicamente de plagas. Sin duda, las acciones directas o indirectas del ser humano han tenido una gran influencia. De este modo, la contaminación de los ríos, los cambios en las cuencas fluviales, los cortes de vegetación, la sobrepesca, etc. podían tener la misma culpa en la extinción de esta especie que la afanomicosis.

¿Qué hacer y qué no hacer?

Como en otras ocasiones, estamos ante la extinción de un animal proveniente de la mano del hombre, pero ¿hay algo que hacer a favor de esta especie? Para empezar, debemos recordar que la ignorancia es muy grande, lo que dificulta la búsqueda de una solución adecuada. La detección del hongo microscópico Aphanomyces astaci es muy difícil y sólo los investigadores que lo están haciendo pueden hacerlo de forma fiable. Es difícil, por tanto, decir que para cualquier otra persona los cangrejos están contaminados. Por tanto, el primer paso es evitar el uso de cangrejos para repoblaciones, a menos que esté controlado por expertos. Tampoco los que dicen que son “cangrejos sin plagas”, ya que los incontrolados se pueden vender con ese nombre.

Recordemos que, según los últimos estudios, el cangrejo con señal ( Pacifastacus leniusculus ) es el conductor de la plaga, especie utilizada en diversas zonas de la Comunidad Autónoma comunidad Autónoma Vasca. Por lo tanto, la especie que se está “vendiendo” como un representante ecológico capaz de soportar la enfermedad puede ser uno de los factores que perjudican a nuestros últimos cangrejos convencionales.

En consecuencia, sería preferible no repoblar el cangrejo con señales u otras especies alóctonas; llevar a cabo investigaciones para conocer la distribución, abundancia y estado sanitario de todas las especies de cangrejo presentes en nuestros ríos; promover la conservación y/o recuperación del estado ecológico de las cuencas fluviales; planificar la introducción de cangrejo autóctono en las aguas sin afanomicosis; confirmar de la mano de expertos el buen estado sanitario de los cangrejos autóctonos que se quieren introducir; y promover la colaboración entre las poblaciones que no pertenecientes al cangrejo común.

La recuperación del cangrejo común no es posible, pero todavía no se ha hecho la suficiente fuerza para ello.

En varios lugares de Europa se está logrando controlar y superar la epidemia, ya que el hongo no puede vivir más de uno o dos días sin huésped. Por ello, tras la contaminación de los hongos y la muerte de todos los cangrejos, el hongo desaparece y tras un tiempo puede volver a vivir el cangrejo autóctono. Las dos condiciones necesarias para ello son la idoneidad del hábitat y la ausencia de cangrejos conductores de la enfermedad. Volvemos a repetir lo dicho anteriormente: las especies americanas causaron daños, pero las alteraciones sufridas por el hábitat también han influido innegablemente en la desaparición de los cangrejos autóctonos.

Como quedó claro, no será fácil resolver a corto plazo este complicado problema y volver a las poblaciones del cangrejo común de antaño. Con el esfuerzo de todos, cuidando los ríos, respetando las últimas poblaciones y dejando para siempre las repoblaciones incontroladas, recuperamos este elegante animal. ¡Difícil, pero no imposible!

Especie: Austropotamobius pallipes Familia: astácidos Orden: decápodos Clase: crustáceos

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