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Cáncer de testículos: la reparación

2002/02/26 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia

Con este título, el doctor Karim Fizazi, del Instituto Gustave Roussy de Francia, ha hablado en la editorial de la revista Annals of Oncology sobre la necesidad de afrontar un problema que hace 20 años era sorprendente. Estudios realizados con pacientes que han conseguido superar el cáncer de testículos muestran que los efectos secundarios del tratamiento a largo plazo son más peligrosos que la reaparición de la enfermedad.

Muchos de los afectados por cáncer de testículo se recuperan y, además, los resultados del tratamiento son tan satisfactorios que viven durante mucho tiempo. Se calcula que más del 90% se cura y que la tasa de recuperación es casi del 50% en los peor pronósticos. Por ello, los investigadores están cada vez más preocupados por los riesgos a largo plazo que el tratamiento excesivo puede generar a los pacientes. "De alguna manera, los pacientes se han convertido en víctimas del éxito del tratamiento", ha afirmado el Dr. Fizazi.

Debido a que el cáncer de testículos se propaga por el sistema linfático, es muy habitual la intervención quirúrgica para la extracción de nódulos linfáticos.

A medida que se combate el cáncer, los efectos secundarios a largo plazo se van haciendo cada vez más importantes. Por ello, el Dr. Fizazi considera que las investigaciones deben empezar a enfocar sus efectos secundarios y que es conveniente clasificar los posibles tratamientos en función de los riesgos a largo plazo.

Estas declaraciones han sido realizadas con motivo de los resultados de dos grupos de investigación publicados por el Dr. Fizazi en el número de febrero de la revista Annals of Oncology. En uno de ellos, investigadores alemanes han analizado el estado de salud de los pacientes sometidos a quimioterapia entre 13 y 17 años después de recibir el tratamiento. En el otro se ha dado a conocer la influencia de los tratamientos contra el cáncer en los riñones de los pacientes.

Las consecuencias de la quimioterapia sufren el corazón

Investigadores del Centro de Cáncer de Alemania Occidental de la Universidad de Essen han analizado el estado de salud de 32 pacientes de entre 30 y 59 años. Los pacientes estudiados tuvieron un no seminoma metastásico de la fase III y recibieron quimioterapia con cisplatina y doxoruvina entre 13 y 17 años antes.

A pesar de que todos los pacientes han manifestado sentirse sanos, los investigadores han detectado una amplia gama de efectos secundarios potencialmente peligrosos. El ventrículo izquierdo del corazón de casi un tercio no funciona normalmente, a pesar de que sólo uno de ellos ha sufrido un infarto (era fumador). Tres cuartos presentan altos indicadores de bajo nivel de testosterona. Los niveles de colesterol del 80% y triglicéridos del 44% son superiores a los esperados, dos de los factores que aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardiacas. Sin embargo, ningún paciente ha vuelto a desarrollar cáncer, a pesar de que el tratamiento para el cáncer de testículos presenta este riesgo.

El Dr. Strumberg, jefe de la investigación, se ha sorprendido ante los problemas cardiovasculares desarrollados por los pacientes, ya que la cisplatina y el doxorubizina no se consideran causantes de estos problemas. Según los investigadores, es posible que esté relacionado con alteraciones hormonales detectadas por el problema cardiovascular. "Con este estudio hemos demostrado que los enfermos curados con cisplatina y doxoruvina viven sanos, pero al mismo tiempo se ha puesto de manifiesto que los enfermos que han superado el cáncer de testículos tienen más posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares que de volver a desarrollar el cáncer", ha afirmado el Dr. Strumberg, "por lo que conviene controlar su peso, su presión sanguínea y su nivel de colesterol".

En detrimento del riñón

Cuando se produce metástasis, muchas veces el cáncer se extiende a los pulmones.

El equipo de la doctora Sophie Fossa del Hospital Radium de Noruega ha analizado los riñones de 85 pacientes que han superado el cáncer de testículos. Los pacientes se han dividido en tres grupos: 14 sólo sufrieron la mutilación de los nódulos linfáticos, 18 la radioterapia y 53 la quimioterapia. Los pacientes sufrieron cáncer entre 1984 y 88.

15 años después, los investigadores han destacado que han detectado alteraciones en los riñones de 25 pacientes, de los cuales 23 eran radioterapias o quimioterapia. Por otro lado, se observa que el daño depende de la terapia: la actividad renal de los radioterapias ha disminuido un 8% y el daño se ha convertido en detectable en 3-5 años. Entre los receptores de quimioterapia la reducción ha sido del 15% y se ha podido detectar inmediatamente después de recibir el tratamiento. Los mayores daños se han detectado en pacientes que fueron sometidos a radioterapia y quimioterapia.

A pesar de que las alteraciones renales se encuentran a nivel preclínico, el Dr. Fossa cree que la situación empeorará con la edad. Por ello, ha indicado que a la hora de tratar cualquier otra enfermedad hay que tener en cuenta la posible incidencia de los medicamentos en los riñones de estos pacientes.

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