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Ciencia: 50 años más tarde, ¿qué?

2022/11/11 Azkune Galparsoro, Gorka - Ikertzailea eta irakasleaEuskal Herriko Unibertsitateko Informatika Fakultatea Iturria: Elhuyar aldizkaria

Ed. Gorodenkoff/Shutterstock

No me gusta hacer predicciones. A lo largo de la historia de la ciencia hemos visto muchas veces cómo las predicciones de los grandes científicos ni siquiera se han acercado a la realidad. Por ello, en este análisis me centraré en la pregunta ¿cómo le gustaría que fuera tu área dentro de 50 años?

Al principio pensé en esta pregunta como excusa para hablar de los grandes problemas de la inteligencia artificial, pero dando vueltas a la cabeza llegué a la conclusión de que no me importa mucho cómo será mi área dentro de 50 años. Estoy convencido de que la realidad no me desprescribirá. Lo que quiero decir es que no me importa demasiado si dentro de 50 años se van a utilizar redes neuronales o si los problemas a resolver son algunos que hoy ni siquiera conocemos. Aunque vengan, seguro que será muy interesante.

Pero en aquel vórtice de pensamiento me di cuenta de que había algo que realmente quería, tanto en mi ámbito como en los demás. Y que además eso estaba en nuestras manos. Así que hoy os hablaré de ello. Quiero presentaros dos ideas clave:

  • La importancia de la ciencia básica y, en consecuencia, de su promoción y prestigio.
  • Y muy relacionada con ello, la necesidad de cuidar bien a los científicos, especialmente a los principiantes.

¿Cuál es la brújula de la ciencia?
Para empezar con la primera idea utilizaré el ejemplo del GPS. El GPS no podría funcionar sin conocer la teoría de la relatividad general. Einstein publicó en 1915 su teoría, un esfuerzo por comprender la gravedad, imprescindible hoy en día para utilizar el GPS. ¿Creéis que Einstein pensó alguna vez en las aplicaciones prácticas de su teoría? Él tenía delante un puzle, quería entender la naturaleza. Su objetivo era la ciencia básica.

Hoy en día, sin embargo, en bogan palabras como investigación aplicada, desarrollo e innovación. Pero la investigación aplicada y la innovación son inútiles si no se hace ciencia básica. El discurso de la investigación aplicada resulta atractivo. En definitiva, se nos dice que investiguemos, pero para solucionar problemas que son importantes para la sociedad. Es normal que nuestros políticos y la mayoría de la sociedad asuman este discurso. Pero lamentablemente la historia nos ha enseñado que la ciencia no funciona así. No podemos predecir, en general, qué conocimientos necesitamos para solucionar un problema.

La historia nos ha dado una lección clara en este sentido: la mejor manera de solucionar los problemas de la humanidad es generar nuevo conocimiento y debemos reconocer que no podemos liderar este proceso. Resolver los grandes problemas de la ciencia debe ser nuestra brújula. Por tanto, el desarrollo y la innovación son, sin duda, necesarios, pero esta construcción requiere de unos sólidos cimientos. Estas bases serán aportadas necesariamente por la investigación básica. Y no vale que esa investigación básica se haga en otro sitio. La historia también ha demostrado que la capacidad de desarrollar aplicaciones surge en el lugar donde se realiza la investigación básica.

Un ejemplo de Silicon Valley
es el Stanford
Significativo del País Vasco. Es un motor económico y transformador a nivel mundial. Pues Silicon Valley no sería todo hoy si antes no hubiera estado la Universidad de Stanford. Si aquí, en el País Vasco, queremos hacer algo parecido a Silicon Valley, primero tenemos que construir nuestro Stanford. Y esto es inevitablemente la Universidad del País Vasco. La UPV/EHU no debe ser únicamente un centro de enseñanza. Debemos impulsar la investigación punta en la universidad para generar nuevo conocimiento y construir las bases de la prosperidad futura.

Y aquí nos encontraremos con el segundo punto que he comentado antes: la necesidad de tratar bien a los científicos. La ciencia actual se basa en el trabajo en equipo. En estos grupos, sin embargo, los doctorandos suelen ser los principales protagonistas. En definitiva, son ellos quienes hacen el trabajo más importante: experimentos, desarrollos necesarios, pruebas… Exigimos a estos doctorandos un escalón enorme para poder realizar su tesis. Deben ser los mejores. Pero, desgraciadamente, no premiamos suficientemente este escalón. Los doctorandos tienen unas condiciones económicas precarias y un futuro lleno de incertidumbres. Estamos frustrando muchas vocaciones de formación, lo que no es nada bueno.

Os voy a contar un ejemplo de mi equipo de investigación. Estoy en Hitz Zentroa. Como la mayoría de los grupos de investigación, nos basamos en los doctorandos. Ahora mismo tenemos doctorandos de enorme nivel. Imagínate, nuestros doctorandos ya han trabajado en Amazon, Facebook y Apple. En algunos casos, estas mismas empresas han venido buscando a estos doctorandos. Les pagan fondos por hacer un internship en esas empresas. Aquí, sin embargo, es como hacer prácticas, con el objetivo de hacer investigación. Mi pregunta es ¿qué futuro vamos a ofrecer a estos excelentes investigadores?

Nuestra responsabilidad es nuestra Responsabilidad
para hacer frente a estos problemas. Si dentro de 50 años queremos una Euskal Herria avanzada y próspera, tenemos que sentar las bases ahora mismo. La aparición de problemas es a menudo la más fácil. Lo más difícil es proponer soluciones. Entre todos deberemos buscar estas soluciones, pero aquí mi pequeña aportación. Quisiera dejar aquí tres ideas principales como directrices:

  1. Reducir la burocracia. En investigación trabajamos sobre todo con dinero público, por lo que entiendo que las administraciones sean rigurosas en el manejo del dinero que nos dan. Pero la burocracia que tenemos que soportar es excesiva y muchas veces inútil. Trabajemos para eliminar esa burocracia innecesaria. Ganaríamos un montón de horas para hacer investigación.
  2. Aumentar la financiación de la ciencia básica. Tanto para los proyectos de investigación como para la adquisición de las infraestructuras necesarias. Pero, sobre todo, para mejorar las condiciones de los doctorandos. Debemos darles condiciones dignas y ofrecerles un buen futuro.
  3. Apostar por el talento. Predecir el futuro es casi imposible, por lo que es muy difícil predecir si uno u otro campo de la ciencia va a ser más importante. En 2010 casi nadie hablaba de inteligencia artificial. Hoy en día aparece en todos los lugares. Por lo tanto, parece más razonable apostar por el talento que por algunas áreas. Demos lo que necesitan a los mejores investigadores, independientemente del área en la que trabajen. Seguro que volverán los resultados.

Entonces, ¿cómo me gustaría que fuera mi área dentro de 50 años? Me gustaría una ciencia básica y fuerte en Euskal Herria, incluida la inteligencia artificial y el procesamiento del lenguaje. Me da igual si va a haber redes neuronales o algún otro sistema en el bogie, pero lo que quiero es que los que lo investigan lo hagan con libertad y en condiciones dignas. ¡Ah! Y lo que yo esté ahí, disfrutando de lo que hacen.

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