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Buenas “gafas” de Oersted

2019/10/15 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Según Louis Pasteur, la chiripa sólo beneficia a un experto jefe. Es decir, a pesar de estar mirando, a pesar de tener un elefante verde a la vista, ¡no se puede ver a quien no sabe mirar!

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H. C. El físico danés Oersted demostró bien la esencia de la frase anterior. En 1802 descubrió la relación entre la electricidad y el magnetismo, aunque con la ayuda de la chiripa. Pero recordad que la chiripa, en el mundo de la ciencia, en general, no trabaja de forma gratuita. Para saber aprovechar la casualidad es imprescindible llevar gafas adecuadas.

Pero al hilo. Como se pensó durante mucho tiempo, el magnetismo era una característica exclusiva del acero y del hierro. De hecho, estos dos metales eran los únicos que atraían los imanes y los dejaban magnetizados de forma sostenible.

Mientras el físico Oersted impartía una conferencia en Copenhague sobre la conversión de la electricidad en calor, puso en marcha un circuito eléctrico. El experimento no salió como quería, pero sin querer (ay, querida chiripa! ), el físico colocó una brújula junto al circuito eléctrico. La aguja se movió. En apariencia, sencillez. ¿Nada más? Oersted tenía una mente experta y siguió mirando. Al cortar el circuito eléctrico, se volvió a mover la aguja.

Vaya, vaya. ¿Estaba la corriente eléctrica generando fuerza magnética? ¡Qué va! No era posible. Pero Oersted pensó que sí, arriesgó y publicó el resultado del experimento. Decenas de investigadores se embarcaron entonces en aquella relación inesperada, con muchas ganas. Oersted era correcto. ¡Y también Pasteur!

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