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Alimentación desde el primer año hasta la adolescencia

2002/11/01 Lorenzo, Arantza | Uranga, Ane Miren Iturria: Elhuyar aldizkaria

El periodo que va de cumplir el primer año a la pubertad es muy tranquilo en cuanto al crecimiento físico si lo comparamos con los llamativos cambios que se producen en la lactancia y la adolescencia.

De hecho, el primer año del nacimiento de un niño triplica su peso. Pero para cuadruplicar necesita un año más. Por tanto, el crecimiento físico es mucho más lento y estable en el segundo año y sucesivos. Pero en este periodo se da un importante desarrollo social, cognitivo y emocional del niño, y a la hora de aprender a alimentarse tendremos que tenerlo en cuenta.

La necesidad de energía de un niño, además de su edad, altura y peso, está condicionada por su actividad física. Pero, como media, el niño de 1 a 3 años necesitará 1.300 kcal al día, 1.800 kcal en el de 4 a 6 años y 2.000 kcal en el de 7 a 10 años. Una adecuada distribución de la energía en esta época sería: 50-60% hidratos de carbono, 25-35% grasas y 12-15% proteínas.

Las necesidades de proteínas son mayores cuando el niño es pequeño y disminuyen a medida que aumenta. El niño de 1 a 3 años necesita aproximadamente 1,2 g de proteínas por kilo que pesa, el de 4 a 5 años 1,1 g y el de 7 a 10 años 1 g de proteínas por kilo.

Las sales minerales y las vitaminas son también muy necesarias para que el niño tenga crecimiento y desarrollo normal. Entre ellos, los más importantes para los diez primeros años del niño son el calcio, el hierro, el zinc y la vitamina D, entre otros. Por todo ello, se propone la distribución de los grupos de comida para esta franja de edad (ver tabla).

Grupo de comida 1-3 años 4-6 años 7-10 años

Lácteos

100 ml/g; 4-5 días 150 ml/g; 3-4 diarios 240 ml/g; 2-3 días

Pescado de carne

50 g cada 4 veces por semana 50-100 g, 3-4 veces por semana 100 a 150 g, 3-4 veces por semana

Huevos

2-3 semana 2-3 semana 3-4 semanas

Embutidos

20 g; 2 a 4 veces por semana 25 g; 2-4 veces por semana 30 g; 2-4 veces por semana

Citas

Media taza, todos los días Taza semi-completa, todos los días Dos tazas cada día

Pan

Una buena rebanada, todos los días Dos buenas rodajas a diario 3-4 rebanadas hermosas a diario

Pasta de arroz

40 g cada semana 50 g cada dos semanas 60 g cada semana

Fruta

1,5-2 ejemplares diarios 2-3 unidades diarias 3 ejemplares diarios

Hortalizas

Plato diario: cocido o puré Plato diario: empezar a poner ensalada Plato diario: de todo

Judías verdes

40 g; dos veces por semana. Mejor en puré 50 g, 2 veces por semana 60 g; 2 veces por semana
Grasas --------------Preferentemente vegetales que de origen animal, 3 cucharadas de aceite al día aproximadamente --------Dulces ---------------------------Máximo una vez a la semana ---------------------------------------------------------------

La familia influye notablemente en el desarrollo de los hábitos alimenticios. El comportamiento de los padres con los alimentos condiciona en parte que el niño acepte o rechace ciertos alimentos.

A la hora de hacer una comida hay que dar importancia a ese momento, dedicar tiempo a comer. Comer rápido, con prisas, tiene consecuencias negativas en los hábitos alimenticios del niño. La correcta distribución de las comidas es también muy importante. El niño/a deberá realizar al menos 4 comidas al día (desayuno, comida, merienda y cena) y en algunas situaciones será necesario hasta 5 comidas. Tal y como explicamos en el número anterior cómo es el buen desayuno, pasaremos a la comida. En la comida del mediodía siempre tendremos primero (verduras, arroz, pasta, ensalada…), segundo plato (carne, pescado, judías verdes con arroz…) y postre (fruta o lácteo).

Para la merienda, lo ideal es comer fruta y bocadillo (jamón, queso, membrillo, chocolate, atún de lata, nueces… todos los días). Por último, la cena debe ser ligera: primero verdura o sopa, después pescado o tortilla y fruta o lácteo.

Enfermedad celíaca

También llamada enteropatía por gluten. En las personas con esta enfermedad, el componente del gluten gliadina afecta a los váteres del intestino delgado. Como consecuencia, la absorción de la mayor parte de los alimentos disminuye considerablemente, apareciendo los siguientes síntomas:

  • Diarrea, excrementos voluminosos ricos en ácidos grasos. Esto supone una pérdida de peso y, si la enfermedad persiste, una notable falta de alimentos.
  • Anemia porque el cuerpo absorbe menos hierro y ácido fólico de lo suficiente.
  • También puede haber dolor óseo y rotura de huesos, ya que la absorción de calcio y vitamina D está dañada.

El diagnóstico se realiza, en primer lugar, mediante un análisis de los excrementos para detectar la presencia de grasas y ácidos grasos no absorbidos. A continuación se realiza la biopsia del yeyuno (segunda parte del intestino delgado), donde se aprecia claramente si los vellos están atrofiados.

En 1953, investigadores holandeses descubrieron que los síntomas de la enfermedad celíaca en niños desaparecían rápidamente al eliminar de la dieta trigo, cebada, centeno y avena. Entonces se dieron cuenta de que la gliadina del gluten que había en esos jitos causaba daño en los velos intestinales.

La dietoterapia, por tanto, elimina los síntomas de forma inmediata, pero nunca conseguirá curar la enfermedad; una vez aplicado de nuevo el gluten, los síntomas vuelven a aparecer. Por lo tanto, el primer paso será eliminar de la dieta todos los alimentos que contengan gluten (los 4 citos antes mencionados y todas las harinas y alimentos producidos con ellos) y después, dependiendo de las pérdidas que haya sufrido el paciente, darle vitaminas y sales minerales adicionales.

Es cierto que consumir una dieta sin gluten supone un cambio importante en la alimentación. Y es que en nuestra sociedad hay muchísima comida basada en el trigo. Sin embargo, como la oferta del mercado es cada vez más amplia, las posibilidades son más variadas para los afectados por esta enfermedad y pueden consumir tranquilamente maíz, mijo, arroz, soja, tapioca, quinoa… y las harinas y productos elaborados con todos ellos.

Eso sí, la lectura exacta de las etiquetas será imprescindible, ya que a veces se añade el gluten directamente a los alimentos durante el procesado y las salsas, etc. esta sustancia también se utiliza para su elaboración. Cuidado con los siguientes alimentos (siempre conviene revisar bien las etiquetas):

  • Salchichas, embutidos, carnes vegetales, fritos… en su producción, a menudo, se utilizan citas con gluten.
  • Alimentos precocinados con salsa, cuya producción se realiza a menudo con trigo.
  • Verduras y legumbres que venden en lata.
  • Sopas de sobra.
  • Galletas, pastas, dulces…
  • Tés con cerveza, ginebra, whisky y cebada malteada.

Sin embargo, pueden comer tranquilos:

  • Todos los productos lácteos.
  • Todas las carnes y pescados de forma natural y sin preparación previa.
  • Todas las verduras frescas o congeladas y todas las frutas frescas y latas.
  • Judías verdes sin preparación previa.
  • Azúcares, mermeladas, chocolate…
  • Caballos, harinas, pastas y panes de maíz, arroz, mijo, quincho y frutos secos.
  • Vino, café, bebidas carbonatadas…

Al tratarse de una enfermedad crónica, al mejorar los síntomas no conviene relajarse y volver a tomar gluten. Los síntomas pequeños aparecen rápidamente, pero los graves (desnutrición, anemia...) comienzan a notarse en ocho semanas. Además, la ingestión de gluten durante un tiempo hace que la dieta no logre mejorar la enfermedad y se generen enfermedades más graves: jeiunoileitis ulcerosa crónica, cáncer y linfomas… Mantener una dieta sin gluten reduce todos estos riesgos.

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