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Laboratorio natural del continente blanco

2000/01/30 Kortabarria Olabarria, Beñardo - Elhuyar Zientzia

Empezaremos a buscar lugares extraños en la Tierra y difícilmente se podría encontrar algo más extraño que la Antártida. A pesar de la tranquilidad y belleza de su paisaje, es uno de los pocos lugares de la Tierra sin nacionalidad. A excepción de los que están de moda en la investigación, allí no viven seres humanos y, por el momento, sus recursos naturales no han entrado en circuitos comerciales. Por eso, desde el punto de vista científico, la Antártida tiene mucho interés.

Hoy el hielo era hace 100 millones de años un lugar cálido y próspero, lleno de plantas. Debido a la separación inicial y a la deriva continental, llegó a la zona polar y poco a poco adopta su aspecto actual. En la actualidad, su profundidad media es de dos kilómetros. El 90% del hielo que hay en la Tierra está allí.

La existencia de la Antártida, aunque se decía desde hace mucho tiempo, fue el XVIII. Hasta el siglo XX no hubo ningún dato real sobre sus características. El culpable fue el navegante inglés James Cook, que en 1772 a 75 dio la vuelta a la Antártida. Varios exploradores compitieron en el XIX. En el siglo XX se recogieron datos geográficos sobre el perímetro de la Antártida. El primer hombre que llegó al Polo Sur fue Roald Amundsen, en diciembre de 1911. Desde mediados de este siglo, la presencia humana ha sido habitual en la Antártida.

Centro de investigación

En el continente blanco se están realizando numerosas investigaciones, quizá por su posible influencia las más interesantes sean aquellas que tienen que ver con el clima global. Y es que en la Antártida, debido a su ubicación y a sus características físicas, la destrucción de la capa de ozono es mayor que en ningún otro lugar. El agujero de la capa de ozono sobre el continente helado, que no es un agujero de verdad, sólo la disminución del espesor de la capa de ozono, es el exponente más claro de la evolución de la catástrofe.

La investigación de este agujero ha sido fundamental para conocer el origen del problema, la importancia del mismo y encontrar posibles soluciones al mismo. Estudiar adecuadamente este agujero puede ser como estudiar el estado de salud de la Tierra.

El aire de la Antártida es el más limpio del planeta. Esto permite realizar investigaciones sobre la química atmosférica en superficie sin utilizar aviones. Incluso en caso de necesidad de uso, las características de esta zona son óptimas para las sondas de globo.

Por otra parte, el hielo de la Antártida es también válido para investigar otro fenómeno tan importante como la pérdida de la capa de ozono: el calentamiento global. Dado que el clima terrestre es tan cambiante y complejo, es difícil apreciar el aumento global de la temperatura. El equilibrio entre hielo y agua puede contribuir a ello. Gracias a los satélites artificiales actuales, las técnicas de teledetección permiten realizar un inventario de la cantidad de hielo antártico a una sola vista. Si tenemos en cuenta que el 90% del hielo terrestre se encuentra en el continente blanco, un ligero descenso de la masa de hielo sería el indicador más significativo del calentamiento global.

Llevando la vida al extremo

No sólo desde el punto de vista climático, sino también desde el punto de vista biológico, la Antártida se ha hecho más interesante. En los últimos años se han producido numerosos descubrimientos inesperados, ya que los seres vivos que han tenido que adaptarse a sus condiciones utilizan asombrosas estrategias de supervivencia.

Los microorganismos que habitan en el interior de las rocas, los que habitan en los lagos submarinos… todos han tenido que acostumbrarse a hábitats duros. Los científicos han encontrado en la helada más criaturas de las que esperaban, más sorprendentes de lo que imaginaban. Y la propia investigación también ha sido interesante, ya que las investigaciones en el Polo Sur han utilizado los últimos avances tecnológicos. Por ejemplo, para investigar la vida en los lagos bajo hielo se ha utilizado un mini-submarino controlado por el sistema de realidad virtual por control remoto. Se trata de un vehículo pequeño con cámaras, controlado por un piloto alejado, que puede tener brazos para recoger muestras.

Al igual que el agua, los científicos también se han encargado de investigar el subsuelo de la Antártida. Para ello, durante años Erebus ha aprovechado sus herramientas e investigaciones habituales para investigar el volcán. Este volcán sigue vivo, por lo que es impensable descender al volcán. La robótica les ha dado solución: Robot Dante. Robot araña de 8 patas de 2,5 metros de altura, 3 metros de longitud y 1,7 metros de ancho. Al igual que lo hacen las arañas para hacer la tela de araña, mientras desciende hacia el interior del volcán libera el cable -hilo. Dante es medio autónomo. Las órdenes de dirección las recibe de los seres humanos, pero es él quien decide cuál y cuánto sitio y cómo colocarlas. Si detecta peligro, se detiene y espera órdenes. Para verlo se sirve de seis cámaras de colores que permiten enfocar de dos a infinito. El volcán Erebus y el robot Dante abren una nueva era para los investigadores de volcanes, ya que no tendrán que arriesgarse a investigar.

Como se ve, por sus características, el continente blanco se ha convertido en un punto de encuentro de investigadores e investigaciones. Y además de los ya mencionados, se espera que en los próximos años se pongan en marcha más investigaciones en la Antártida. De hecho, las líneas de investigación que se prevén en la Antártida son numerosas: Estudio de tormentas solares, detección de neutrinos, estudio de meteoritos, estudio del ecosistema, etc. En cuanto a la Antártida, más de uno dice que es el laboratorio natural de la Tierra. Y por lo aquí mencionado no parece una tontería. Ser laboratorio o no, que siga siendo natural.

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