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Once mil metros bajo el agua

2009/09/27 Korta Hernandez, Nerea - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

El hombre es propietario de la tierra. Ha conquistado todos los lugares que han sido capaces de pisar. También ha conquistado el cielo. Y ha salido a conocer el universo. Pero todavía hay una zona que supone un reto para la humanidad: el mar.
A partir de los doscientos metros de profundidad no llega la luz (Foto: Quentin Houyoux).

Tiene cuatro mil millones de años y cubre el 70% de la superficie terrestre. Fue la razón de la creación de la vida y es su apoyo. Aunque el ser humano siempre ha estado al lado, los expertos afirman que sólo se conoce el 5% de los océanos. ¿Cómo es posible?

El fondo marino no es llano. Hasta los doscientos metros de profundidad, existe una plataforma continental, muy plana y que alberga la mayoría de los peces. A tres mil metros de los doscientos se encuentra el talud continental, con mayor pendiente, al que ya no llega la luz. A partir de ahí comienza el fondo marino, con llanuras abisales a cuatro mil metros de profundidad. En el centro del océano hay dorsales, cadenas submarinas unidas entre sí. Y las zonas más profundas de los océanos son las fosas a una profundidad media de entre siete y ocho mil metros. La más profunda es la fosa de las Marianas: 11.000 metros.

Esta fosa se sitúa al este de las islas Mariana, al oeste del Pacífico. Además de ser la fosa oceánica más profunda, es el lugar más profundo de la superficie terrestre. Y ahí está el pozo Challenger, el punto más profundo de todos. Según datos de National Geographic, tiene 11.034 metros por debajo del nivel del mar. A esta profundidad la presión es mil veces mayor que la de la atmósfera a nivel del mar.

Embarcación japonesa del muelle. En 1995 realiza su primera inmersión en la fosa de las Marianas. En total se sumergió en tres ocasiones en el Challenger (Foto: JAMSTEC).

Inmersiones de Challenger

El hombre, a pesar de las dificultades, ha probado llegar a este duro entorno. El primer sondeo fue realizado en 1875 por científicos de la expedición Challenger, de ahí el nombre de la osina. 8.184 metros de profundidad. En 1951, la Real Armada Británica mandó un barco del mismo nombre en homenaje al primero, y realizaron un sondeo más preciso: El calado resultante fue de 10.900 metros.

El siguiente paso fue sumergir al hombre. En 1960, el batiscafo Trieste se sumerge en el pozo Challenger, con dos tripulantes. Fue diseñado en Suiza, construido en Italia y adquirido en 1958 por el ejército estadounidense. Allí viajaron Jacques Piccard, hijo del inventor del barco y Don Walsh. Alcanzaron una profundidad de 10.916 metros. Tras veinte minutos en el fondo, volvieron. Desde aquella inmersión, Trieste es el barco tripulado más profundo y único. De hecho, los que han llegado después han sido no tripulados.

Era un barco japonés conducido desde lejos por el muelle. En 1995 superó el récord de inmersiones no tripuladas, descendiendo a 10.911 metros en el Pozo Challenger. Realizó tres inmersiones en la fosa de Marianas, la última en 1998. Durante estas inmersiones fotografió los gusanos y las quisquillas y recibió muestras de diferentes macroorganismos. En 2003 se rompió el cable que unía y se perdió el envase. Se considera la medición más precisa de la profundidad realizada por el Muelle.

Lanzando el robot submarino Nereus. Su primera inmersión en Challenger en 2009. Actualmente es el barco que más se sumerge (Foto: WHOI).

El pasado mes de mayo un robot no tripulado de diseño híbrido se sumergió en el Challenger. El Nereus alcanzó los 10.902 metros de profundidad. Pasó diez horas en el fondo, manejado a través de una cuerda de fibra óptica por un barco situado en la superficie, aunque puede convertirse en vehículo autónomo. Creada por el Instituto Oceanográfico Woods Hole, sus autores aseguran que servirá para analizar virtualmente las fosas. Es el vehículo que más se sumerge de los actualmente en funcionamiento, ya que el resto alcanza una distancia máxima de 6.500 metros.

Ahora los oceanógrafos disponen de una herramienta sin límites de profundidad para la recogida de datos, imágenes y muestras. Nereus ha traído la posibilidad de llegar a lugares antes inaccesibles. Se abre al hombre el mundo desconocido del mar.

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