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Mercantilización del cuerpo

2021/09/01 Alkorta Idiazkez, Itziar - Bioetikan aditua eta aritua. Zuzenbide Zibileko irakasleaEHU | Guilló Arakistain, Miren - Antropologoa. Balioen Filosofia eta Gizarte Antropologia saileko irakasleaEHU Iturria: Elhuyar aldizkaria

A pesar de que la disponibilidad de recursos médicos para la salud es un derecho, el uso de la medicina y la biotecnología genera a veces preocupaciones éticas en la sociedad. De hecho, los recursos de la biotecnología han hecho muchas veces el camino de la solidaridad al mercado, hasta el punto de poner en peligro la dignidad humana.

Son muchos los ejemplos que preocupan. Una de ellas es la maternidad subrogada: hay quien defiende que es el ejemplo más crudo de la mercantilización del cuerpo, que abre las puertas a la explotación de las mujeres más vulnerables, pero para otras no hay explotación durante el permiso. Pero no es la única preocupación que genera la biotecnología. Otras cuestiones son las patentes y la comercialización genética, el uso de datos biométricos, la potente industria privada creada en torno a la medicina y la biotecnología, las desigualdades sociales que pueden generar las propias tecnologías…

A la vista de las inquietudes que genera, es importante abordar el debate social y, por qué no, establecer políticas públicas más alineadas con las preocupaciones de la sociedad que con los intereses del mercado. Como punto de partida para el debate, hemos invitado a dos investigadores a opinar:

Itziar Alkorta

Itziar Alkorta Idiakez, experta y experta en bioética. Profesor de Derecho Civil en la UPV. También es miembro de Jakiunde y tiene una larga trayectoria en la investigación de cuestiones relacionadas con la fertilidad humana.

Miren Guilló

Miren Guilló Arakistain, antropóloga. Profesor de Filosofía de los Valores y Antropología Social en la UPV/EHU. En su tesis doctoral analiza las políticas y culturas alternativas de la menstruación.

Ed. ED. : Cornelis Cornelisz. van Haarlem/The Fall of Man (1592), Rijksmuseum.

“Cuerpo, máquina y comercio”

Itziar Alkorta Idiakez

Profesor e investigador de Derecho Civil (UPV)

Si nos fijamos en la historia del cuerpo humano, pronto descubriremos que las perspectivas y miradas han cambiado mucho a lo largo del tiempo. Tomemos, por ejemplo, el cuadro El salto del hombre de Cornelis van Haarlem (página anterior). Adam y Eva se representan en medio de Edemen en un momento previo a su caída en un pecado con consecuencias tan graves. Nada predice la desgracia, salvo las serpientes…

Si nos fijamos en él, descubriremos que estos esbeltos cuerpos representan una nueva estética basada en los hallazgos anatómicos de la época. Hasta entonces se pensaba que los cuerpos seguían el movimiento de las estrellas y las fuerzas del cosmos; desde entonces han predominado varias lógicas para explicar el funcionamiento del cuerpo: la lógica de la mecánica, la entrada y salida de la energía, el intercambio de información… Si las miradas y epistemologías sobre el cuerpo humano han ido cambiando, ¿cómo es nuestra mirada actual sobre el cuerpo humano? Esta pregunta puede abordarse desde múltiples perspectivas: científica, médica, judicial, artística, eclesiástica... Aquí me gustaría trabajar la perspectiva de la biotecnología. Y lo diré desde el principio: creo que nuestra mirada actual cada vez ve más cerca el cuerpo y la máquina, como si las fronteras entre ambos se difuminaran.

La mirada de la biotecnología

Las partes del cuerpo humano, los tejidos y los genes están a la venta desde hace tiempo. Se ha dicho que el cuerpo humano es el nuevo “El Dorado” de nuestro tiempo. Todo comenzó con el caso “Moore” cuando la propiedad de la línea celular T derivada de los tejidos de un paciente era cuestionada por el paciente o por los investigadores. Poco después, una empresa de biotecnología australiana patentó una secuencia génica de la tribu Tonga y recibió grandes beneficios de la investigación en tratamientos contra la diabetes. Los de Tonga no recibieron ningún beneficio. Su jefe lo vio así: “Antes vinieron en busca de hierba sanitaria, ahora quieren llevar nuestros genes”.

¿Vende cuerpos?

La comercialización de células, genes y órganos también ha puesto a la venta las funciones del cuerpo humano. En el estado indio de Gujarat, clínicas privadas fundadas y subvencionadas por el Gobernador local ofrecen cuerpos humanos para la realización de pruebas clínicas de medicamentos y vacunas. También vientre femenino para niños. Son procesos industrializados que utilizan mujeres anónimas para satisfacer el hambre de niños de los países ricos.

Y en los últimos tiempos podemos mencionar la revolución digital que ha supuesto la epidemia del covid-19. Hemos reunido en miles de servidores un gran conjunto de datos sanitarios y sociales absorbidos por móviles y aparatos inteligentes. Posteriormente, analizarán estos datos y los programas inteligentes observarán y atenderán las funciones corporales adoptando decisiones automatizadas.

“Cosa” para la compraventa

La biotecnología utiliza genes, tejidos, información y funciones extraídas de nuestros cuerpos para comercializar nuevos productos e integrarlos en otros cuerpos, formando partes enfermas y mejorando las funciones del cuerpo humano.

En este punto hay que advertir que en el derecho moderno se estableció que los cuerpos humanos y las partes del cuerpo deben estar fuera del comercio, ya que no pueden ser considerados como “cosas”. Pero las últimas leyes han cambiado la norma. En la actualidad, el paciente puede donar su biomaterial al investigador o a la industria biotecnológica. Esta donación permite a los investigadores o empresas biomédicas adaptar, comercializar y patentar estos elementos. Para ello, antes hemos de considerar que los cuerpos humanos son “cosas”.

Creo que las dinámicas más usuales de extracción e inserción de las partes del cuerpo difuminan los límites entre los cuerpos y las máquinas. Al mismo tiempo, si las partes del cuerpo humano y la información están a la venta, y si quien las compra las hace valer, ¿no estamos en el camino de que los seres humanos se conviertan en “cosas”?

 

“Salud, tecnologías feministas y políticas contra las desigualdades sociales”

Miren Guilló Arakistain

Profesor e investigador de Antropología Social (UPV)

Uno de los principales objetivos de la antropología social feminista es observar cómo se producen y reproducen las desigualdades sociales en diferentes contextos históricos y culturales. Para ello es fundamental prestar atención a la clase social, el género, los procesos de racialización y otros aspectos. Pero, más allá de las desigualdades y la regulación de los cuerpos, la disciplina también tiene una mirada específica sobre la agencia de las personas, es decir, hace visible toda pequeña selección y resistencia que las personas pueden hacer para mejorar su situación en condiciones muy diferentes. Esta mirada puede ayudar a mirar las políticas de las tecnologías y la mercantilización de los cuerpos.

Tecnologías feministas

Varios teóricos feministas han explicado que las tecnologías pueden ser un ámbito de negociación de las relaciones de poder (re)y para ello es necesario analizar bien para quién son diseñadas y quién tiene la oportunidad (o no) de diseñar tecnologías. Linda Layne (2010) ha definido las tecnologías feministas como herramientas y conocimientos que mejorarán la capacidad de desarrollar, incrementar y expresar las capacidades de las mujeres. Pero la aportación de mejoras de vida para algunas mujeres no tiene por qué convertirse en una tecnología feminista si perdura otro tipo de desigualdades de género y sociales. Por tanto, todas las consecuencias de cada tecnología deben conocerse bien y comprenderse que, incluso en función del contexto y la época, las consecuencias son variables.

Ejemplos de esta complejidad son las tecnologías de la menstruación, muchas de ellas iniciativas muy interesantes basadas en la filosofía Do it Yourself. A pesar de las preocupaciones feministas en el punto de partida de la creación de la Copa del Mes, a los pequeños productores que han organizado de forma ética (y política) el sistema de producción de este producto se han sumado otras grandes corporaciones como la supercorporación Procter and Gamble, propietaria de la marca Tampax, que ha suscitado numerosos debates.

En el caso de las aplicaciones mensuales, sin embargo, a pesar de disponer de tecnologías que benefician a los menstruadores, muchas aplicaciones comercializan los datos de los usuarios, haciéndolos llegar a terceros y frecuentemente sin el consentimiento de los usuarios, en algunos casos para la investigación, pero en otros para alimentar perfiles de consumidores. El capitalismo neoliberal siempre está dispuesto a exprimir las reivindicaciones sociales y, según los contextos, los sistemas económicos y las condiciones, debemos entender con cuidado las políticas de las tecnologías.

Riesgos y oportunidades de las tecnologías

En un contexto neoliberal en el que las desigualdades sociales se están disparando, la vida se sustituye por el mercado en el centro, donde se está fortaleciendo la mercantilización de la vida y los cuerpos. Parece, además, que a través de determinadas soluciones tecnológicas se superarán las crisis que atraviesan el contexto; el neoliberalismo representa que todo es posible, no sólo en términos de fecundidad, sino también de un cuerpo sano y perfecto sin límites. Siempre a través del consumo. Esta loca rueda de mercantilización y consumo de la salud está relacionada con una cultura de pensamiento positivo sobre un determinado modelo de bienestar que oculta individualismo y productivismo.

Las tecnologías, más que para reforzar las desigualdades sociales, pueden ser utilizadas para superarlas, siempre teniendo en cuenta la compleja y cambiante materialidad de los cuerpos, el medio ambiente y la vida, las limitaciones y potencialidades y las perspectivas feministas de la justicia reproductiva. En este sentido, es urgente analizar y transformar las consecuencias materiales de cualquier proceso en los colectivos más vulnerables, teniendo en cuenta la agencia, la libertad y el empoderamiento de los sujetos más vulnerables.

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