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Publicar o morir

2006/09/01 Rementeria Argote, Nagore - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa Iturria: Elhuyar aldizkaria

En la investigación científica es fundamental que se comunique lo que uno ha hecho a los demás. Este es, en definitiva, el objetivo de las revistas especializadas. Pero también hay más motivos para publicar artículos, que están cobrando fuerza. La publicación es imprescindible para los investigadores. Sin embargo, la publicación de un artículo no es fácil y requiere un largo proceso. En definitiva, detrás del proceso de publicación hay un mundo.
Publicar o morir
01/09/2006 | Rementeria Argote, Nagore | Elhuyar Zientzia Komunikazioa

(Foto: De archivo)
Parece sencillo a simple vista: para que la ciencia avance es necesaria la comunicación entre los investigadores, el resto tiene que conocer lo que hace un investigador, si no, cada investigación debería empezar de cero. Se trata de un soporte escrito en el que los investigadores exponen el trabajo realizado y los resultados obtenidos. Escriben artículos. Y para difundir estos artículos los recogen en revistas especializadas, Journal. Así, el resto de investigadores reciben en estas revistas la investigación que se está llevando a cabo en el mundo.

Sin embargo, puesto que se piensa, el motivo principal para la publicación de los artículos es ese, pero también son once razones. De hecho, la reputación de un investigador crece a medida que se publican los artículos, sobre todo en revistas de prestigio. Y a la hora de obtener subvenciones para seguir investigando, también ayuda que en el currículo del investigador exista una larga lista de artículos.

En busca del prestigio

A medida que se realiza la investigación es importante la publicación de artículos. Y tan importante es dónde se publica. La propia publicación en una prestigiosa revista es noticia en los medios de comunicación, lo que a su vez aumenta la fama del articulista.

En la comunidad científica es fundamental que los resultados de las investigaciones estén al alcance de todos.
De archivo

En este mundo de las publicaciones los listados son muy habituales: los investigadores que más publican, los autores de los artículos más citados, los artículos más consultados, las revistas con más lectores, etc.

Muchas de estas listas se elaboran teniendo en cuenta referencias. De hecho, al final del artículo se hace referencia a varios artículos y autores. Se citan los relacionados con la investigación que se da a conocer, los consultados y, en general, los que han servido de ayuda al autor. Se recogen los datos de estas menciones y se realizan estimaciones muy diversas para extraer conclusiones. Es, en definitiva, una especie de estudio de mercado continuo.

Estos son los maestros de la Corporación Thomson en la recogida de datos y elaboración de estos listados. Por ejemplo, se ha elaborado el listado de investigadores más destacados de los años 2004 y 2005. El jefe de lista es un investigador de la Universidad Osaka: El japonés Shizuo Akira. Trabaja en el ámbito de la inmunología, y de los artículos que escribió en los dos años anteriores (o que firmó junto con otros autores) se encuentran en la lista de los once más citados (conocidos como hot papers).

Otro ejemplo. El articulista más destacado de los años 80 fue Robert Gallo, descubridor del sida. Firmó 591 artículos y recibió 36.000 referencias en otros artículos. Por otra parte, el artículo que más referencias ha recibido es el relativo a la caracterización de proteínas. Fue escrita por Lowry, Rosebrough, Far y Randall en 1951, con más de 245.000 menciones.

El currículo de un investigador es mucho más elegante si lo ha publicado en prestigiosas revistas.
De archivo
Sin embargo, si un investigador sueña con entrar en esos listados de los más citados, es imprescindible que sus artículos se publiquen en una revista de prestigio. Por supuesto, en esas revistas se le pedirá que sea una investigación puntera. Cuanto más famosa es la revista, más fino es el tamiz que utiliza para decidir si se publica un artículo.

Revistas más fuertes

En este sentido, el listado de revistas con más menciones ha cobrado una gran importancia. Hay que tener en cuenta, ya que, por un lado, la mayoría de los investigadores quieren publicarse en estas revistas, lo que permite elegir los mejores artículos de la revista que aparece en este listado y, por otro lado, la gran difusión de esta revista hace que los artículos lleguen a manos de más investigadores y, por lo tanto, tengan más referencias. Es un círculo en el que no es fácil entrar.

Existen varias formas de hacer listas de las revistas más citadas. Lo más sencillo es contar las referencias a los artículos de una revista determinada. Pero las revistas que más artículos publican tienen ventaja. Por ello, se incrementa el índice de impacto. El índice de impacto muestra el número de citas que ha recibido una revista en el resto de revistas en los dos últimos años, pero teniendo en cuenta el número total de artículos publicados.

En los primeros lugares de las listas de revistas se encuentran artículos relacionados con Inmunología, Medicina o Biología Molecular. Estos son los campos que más curiosidad despiertan y los que más dinero reciben son los estudios de estos campos.
NIAID, NIH

El índice de impacto de la revista Science es, por ejemplo, 31,8. Es decir, un artículo publicado en esta revista recoge una media de 31,8 menciones en los dos años siguientes a su publicación. Este es un índice de impacto muy alto: El Science ocupa la novena posición en la lista de las revistas más citadas.

En el ranking se encuentran las revistas que publican artículos de colección, los llamados review. La revista que más comentarios recibe es, por ejemplo, Annual Review of Inmunology. No es de extrañar que los artículos de colección recojan el mayor número de menciones: cada artículo suele ser una especie de resumen sobre un tema, por lo que son muy útiles para recopilar información sobre un tema de investigación sin tener que buscar aquí ni allá. Pues en los diez primeros son revistas de seis artículos de colección.

En los diez primeros, Nature y Science serán conocidos por la gente de la calle. Ocupa el noveno y décimo lugar, respectivamente.

De este listado de revistas se puede hacer otra lectura: los ámbitos que actualmente están a la cabeza son los relacionados con la Bioquímica y la Medicina. Las revistas que más comentarios reciben son, al menos, de esos ámbitos. Por lo tanto, a la hora de publicarla también tiene importancia el ámbito científico.

De este modo, el índice de impacto puede utilizarse también para comparar áreas de investigación. Como ya se ha comentado, el índice más alto lo tiene una colección de Inmunología, 52,4, ya que ninguna de las revistas de Ciencias de Polímeros llega ni lejos a 10. Una de las revistas más conocidas es Macromolecules, con un índice de impacto de 3,9. La diferencia es notable.

Quizá los más conocidos en el listado de las revistas más citadas son Science y Nature, probablemente porque reciben investigaciones de muchos campos.
Fuente: Thomson Scientific/The Thomson Corporation. Foto: N. Herrería

Buscando medir la calidad

¿Las revistas con mayor índice de impacto son las mejores en calidad? No es fácil responder a esta pregunta. Y es que ni siquiera es posible poner la calidad en cifras. Sin embargo, está claro que el índice de impacto no es suficiente para medir la calidad de una revista.

La implantación de las revistas on line ha supuesto avances en este sentido. Este soporte ofrece otras posibilidades para medir el prestigio de una revista. Por ejemplo, se cuenta el número de enlaces que una página web tiene a otras páginas y, por el contrario, cuántos enlaces hay desde otras páginas a esa página web. Esta última permite medir la calidad de la información.

Sin embargo, los expertos en la materia son los más adecuados para medir la calidad de un artículo o revista especializada. El inventor del índice de impacto, Eugene Garfield, ha sido un maestro en la utilización de datos sobre artículos, y ha propuesto que al índice de impacto se deben añadir comentarios y opiniones de expertos para distinguir entre revistas 'populares' y de élites, por ejemplo.

De hecho, en el sistema peer review, la elaboración del artículo no sabe quién juzga y dirige el artículo, ya que el editor de la revista recibe el asesoramiento de otros investigadores anónimos.
De archivo

Y es que hay revistas que son populares, es decir, que llegan a mucha gente, pero que no tienen muy buena fama entre los expertos; y por el contrario, hay revistas de muy alta calidad que llegan a poca gente porque son de élite. La clave del éxito estaría probablemente en el equilibrio de ambas variables.

Peer review : Personal investigador

La publicación de una revista de calidad requiere la participación de expertos, no sólo para valorar el resultado, sino también para garantizar la calidad de los artículos antes de su publicación. Editores de revistas especializadas vieron hace tiempo la necesidad de expertos para validar un artículo. Y así se puso en marcha un sistema llamado peer review.

Se puede decir que los científicos han mostrado su trabajo casi siempre pidiendo opinión a otros científicos, siempre de forma informal. Ha sido una actividad habitual. Pero esta actuación está sistematizada a la hora de publicarla. Cuando un investigador escribe un artículo y lo envía a una revista, antes de su publicación el artículo pasa a manos de otros investigadores para juzgar si procede y realizar las correcciones oportunas, si fuera necesario.

Cada vez son más las revistas que se publican sólo on line. Hay, por ejemplo, gestionados por una universidad (y no por una editorial). Son gratuitos y los resultados de la investigación son públicos. A medida que estas revistas digitales vayan tomando fuerza, más gente les enviará los artículos y podría tener un efecto de pelota de nieve.
(Foto: De archivo)
Este sistema de juicio se conoce como peer review, ya que el artículo es analizado por semejantes al autor. Su origen se remonta a una publicación de la Royal Society de Londres: La revista Philosophical Transactions, inicialmente gestionada por el editor, fue asumida en 1752 por una mesa de expertos de la asociación. A partir de ahí se formaron mesas de este tipo en muchas revistas. Estos grupos de expertos se formaban con gente interna, pero más adelante, por necesidades, comenzaron a pedir la ayuda de investigadores externos. Y hoy en día funciona así: el editor recoge el artículo y lo distribuye a los expertos en este campo para que den su opinión.

El autor del artículo no sabe quién juzgará su obra y, por el contrario, los jueces desconocen el artículo que tienen entre manos. El sistema es totalmente anónimo.

Este sistema alienta en cierta medida a la ciencia, ya que el autor recibe observaciones sobre la investigación descrita en el artículo, lo que permite mejorar la investigación. Sin embargo, no todos los artículos llegan a manos de estos jueces. Son muchos los artículos que llegan a las revistas (sobre todo los de mayor prestigio) y el editor tiene que usar el tamiz; muchos artículos son rechazados directamente por él mismo, porque no son apropiados para esta revista.

Otro problema que tiene este sistema es que la labor del juez es cada vez más complicada: tienen menos tiempo para leer el artículo y opinar --no más de un mes- y últimamente están muy presionados, por ejemplo, cuando se producen fraudes se sienten responsables. Y hay que tener en cuenta que a la vez investigan y preparan artículos para dar a conocer su trabajo. Además, la labor judicial la realizan de forma gratuita.

En general, los investigadores informan en artículos de los resultados del trabajo realizado, pero en el caso de las patentes siguen otro camino.
De archivo

Como se ve, no es un sistema perfecto, pero para la mayoría de los investigadores es el mejor inventado hasta ahora. Se ha tratado de cambiar este sistema, pero en esencia se ha modificado poco el sistema de enjuiciamiento de artículos en las últimas décadas. Las novedades pueden venir de la mano de Internet. De hecho, las revistas on line están ganando fuerza. Hay personas que han nacido del modelo tradicional, que son versiones de una revista en papel, pero también hay revistas completamente electrónicas que no controlan las editoriales, y por ese camino no sé qué va a venir en el futuro. Que venga lo que venga, que sea para bien.

Gracias a José Ramón Leizari, de la Facultad de Química de la Universidad del País Vasco, por su colaboración en la preparación del artículo.

Índice de impacto
El parámetro más utilizado actualmente para medir la reputación de una revista es el índice de impacto. Este indicador fue inventado por Eugene Garfield en los años 60. Garfield fue fundador del Instituto de Información Científica de Estados Unidos (ISI), dentro de la Corporación Thomson, y fue creado inicialmente para su uso dentro del ISI. Pero a partir de 1973 se comenzó a publicar el listado de revistas en la revista Journal of Citation Reports.
El índice de impacto anual de una revista se calcula dividiendo el número de citas recogidas en los artículos de los dos años anteriores entre el número de artículos de los dos años anteriores. Por ejemplo, para el cálculo del índice de impacto de la revista Science 2004, se suman las referencias recogidas en los artículos de Science 2002 (31.885) y 2003 (23.412), y se divide el número total de las publicaciones de la revista en esos dos años (902 2002 y 834 2003).
Eugene Garfield.
(Foto: Thomson Scientific)
Índice de impacto de Science 2004 = (31.885+23.412) / (902+834) = 31,853.
Sin embargo, Garfield siempre se ha preocupado por el uso de los datos de artículos y revistas y ha publicado algunas reflexiones sobre los factores que influyen en el índice de impacto. Y ha puesto especial énfasis en que este índice no es suficiente para valorar un artículo, ya que ni siquiera dentro del ISI utilizan este factor.
Más biociencias
En la distribución de las subvenciones se tiene en cuenta el currículo del investigador. Pero no sólo eso; las malas lengüetas dicen que también se tienen en cuenta los artículos publicados: qué índice de impacto tienen y en qué revista los han publicado. Y eso pone la balanza a favor de algunos campos de la ciencia. De hecho, las revistas de Medicina, Bioquímica, etc. tienen mayor eco y, en general, las relacionadas con Salud.
(Foto: De archivo)
Las revistas de otros ámbitos tienen índices mucho más bajos y, si quieren publicarse en alguna de las revistas con mayor índice de impacto, tienen que recurrir a revistas generales como Science o Nature. Sin embargo, son las mismas áreas que las mencionadas anteriormente. Por lo tanto, no es fácil conseguir un gran impacto, por ejemplo un artículo de Informática, por lo que una investigación en Informática sería más difícil obtener subvenciones.
El camino de un artículo a la luz
A modo de resumen, la publicación en una revista especializada se resume en siete grandes pasos:
1 El investigador escribe el artículo (primera versión) y lo envía al boletín seleccionado.
2 El editor de la revista envía el artículo a investigadores de dos a tres puntas para que actúen como jueces. Estas, a su vez, las distribuyen a otros investigadores de este ámbito.
3 Cada uno de estos investigadores evalúa el trabajo y lo envía al editor. Hay cuatro opciones: aceptar el artículo tal y como está, proponer pequeñas modificaciones antes de publicarlo, proponer cambios significativos o no aceptarlo. En estos casos, el investigador/a árbitro/a dirá la razón por la que el artículo se rechaza: por su mal trabajo, por su mal hecho, por la existencia de datos falsos (lo cual es muy difícil de demostrar), o porque considera que el artículo no tiene suficiente calidad para publicarlo en esa revista.
(Foto: N. Herrería)
4 El editor combina las evaluaciones de los jueces y envía la decisión al autor del artículo. Si le solicita alguna corrección, le indicará un plazo para que le remita el artículo corregido.
Una vez aprobado el artículo 5, se pasará de la versión realizada por el investigador a la que se publicará para su envío a imprenta.
6 La editorial envía lo que se llama prueba para que el autor del artículo compruebe si hay errores en el texto, en los pies de las imágenes, en las referencias, etc.
7 A los tres o cinco meses el artículo ve claro. En total ha transcurrido un año desde la redacción del primer borrador del artículo. Sin embargo, hoy en día, un artículo puede ver la luz más rápido, ya que lo ponen inmediatamente en Internet.
Rementeria Argote, Nagore
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