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Sapos sólo en cuentos

2004/11/07 Rementeria Argote, Nagore - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

Se besó y se convirtió en príncipe. ¿Todos los sapos se están convirtiendo en príncipes? Y es que cada vez hay menos sapos, y las ranas, los tritones y demás anfibios están disminuyendo. Pero este cuento no tiene forma de final feliz, y la malvada bruja es sin duda la misma humanidad.
La población de ranas en todo el mundo ha disminuido considerablemente en los últimos años.

Dicen que está ocurriendo en la mayor parte del mundo: los anfibios son cada vez más escasos. Las ranitas de los pozos de agua, los sapos de corteza granular, los tritones de la montaña... son seres peculiares que parecen estar muy influenciados por los cambios humanos.

Acaban de recibir datos de todo el mundo y han llegado a una conclusión clara: Un tercio de las especies de anfibios en la tierra se encuentran en peligro de extinción. Y además, las razones no están muy claras. Son muchos los factores que pueden influir en la extinción de los anfibios, pero es posible que muchos de ellos todavía no sean conocidos por los seres humanos, aunque se considere que el principal agente es el propio ser humano.

Sin charcas, ni anfibios

La principal causa de peligro de extinción de anfibios puede ser la destrucción del hábitat. En el propio País Vasco destaca la colonización por parte del hombre de los asentamientos anfibios. Se puede observar desde hace años la transformación que se ha producido en la desecación de marismas y otros humedales y en la construcción de viviendas, polígonos industriales, etc. El hábitat de los seres vivos originarios de estos medios ha desaparecido en muchos casos.

Al tener menos alojamiento, cada vez hay menos sapos y ranas, y el resto de anfibios no tienen mejor estado. En humedales no desecados por el ser humano todavía viven las especies más comunes, las más duras, pero el estado de las especies especiales es más grave; como la rana de los árboles, otras especies se perderían si no se adoptan medidas estrictas de protección.

¿Cuántos de esos huevos llegarán a ser sapos adultos?
J.R. Aihartza

Y la situación de los anfibios en Euskal Herria también es reflejo de los de todo el mundo. De hecho, se cree que desde la década de los 70 han desaparecido en el mundo un centenar de especies de anfibios. Lo más grave es, además, que muchas especies amenazadas parecen habitar hábitats ricos, alejados de la influencia humana, como los bosques tropicales. Pero los expertos no tienen claro por qué se han reducido algunas especies tan abundantes.

Infinidad de riesgos

Comenzando a buscar las causas del peligro de los anfibios, el factor principal es la destrucción del hábitat, pero también hay otras muchas. Hay que tener en cuenta que los anfibios tienen una piel muy especial, una especie de mucosa, que se utiliza para respirar. El secado de esta piel mata la rana, el tritón o lo que sea. Por ello, los anfibios son muy sensibles a los cambios climáticos.

El calentamiento global se habla todos los días y es de esperar que uno de los primeros en notarlo sean los anfibios. Si el clima es más cálido, el agua de los pozos se va secando y los anfibios tienen que vivir en charcos de menor profundidad, o al menos sus larvas y espadas, y la vegetación de ribera puede reducirse. En consecuencia, tienen menos protección, sobre todo la radiación ultravioleta que llega del Sol les golpea con más fuerza, lo que puede afectar al sistema inmune o al crecimiento.

Los tritones tampoco están exentos de la amenaza humana.
J.R. Aihartza

La piel sensible de los anfibios es fácilmente atacada por los fuertes rayos solares. Y si se tiene en cuenta que muchos humedales están contaminados por productos químicos... que los anfibios tienen un futuro maravilloso. Así, fuera de las zonas protegidas, no hay mucha población sana. Muchos de los anfibios que habitaron en extensos terrenos están limitados a determinados pozos, por lo que existe una pequeña diversidad genética en estas comunidades de anfibios.

Y el hombre también ha sufrido más daños indirectos, ya que cuando va al lugar donde va, lleva a algunas especies foráneas. Muchas de estas especies son animales predadores y poco benefician a la pequeña familia de anfibios del lugar. El equilibrio nación-muerte se rompe de mil maneras, ya que el ser humano lleva consigo enfermedades.

Desgraciadamente, los investigadores, a pesar de la buena fe, han hecho daño llevando enfermedades desconocidas. La irresponsabilidad que sufrieron algunas especies que nunca tuvieron contacto con el ser humano fue compensada por el peligro de extinción que corría cuando descubrieron nuevas especies, muchas de ellas muy abundantes.

En los humedales que el hombre no ha secado todavía viven las especies más comunes, las más duras.

Entre estas enfermedades, las que más preocupan a los herpetólogos (expertos en anfibios) son las infecciones de los hongos críticos. Estos hongos se introducen en la piel de los anfibios y les impiden respirar. Al parecer, el resto de factores, como el calentamiento global y la radiación ultravioleta, han facilitado la difusión de estos hongos.

Por ello, en la actualidad los expertos cumplen unas medidas higiénicas muy estrictas cada vez que se acercan a un grupo de anfibios. Entre otras cosas, utilizan material desinfectado, no se realiza ninguna penetración y está en marcha un protocolo de trabajo con anfibios. Sin embargo, está por ver si todas estas medidas son suficientes para no perjudicar más a los anfibios.

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