Interior de la bahía de Txingudi
1992/05/01 Estonba Mintxero, Mikel Iturria: Elhuyar aldizkaria
Los lectores de la revista Elhuyar recordarán que en el número 55 de enero de 1992 se publicó el primer artículo sobre Txingudi, en el que se describió en profundidad la marisma de Txingudi. En este primer artículo, aunque sólo se habló parte de este entorno privilegiado, quedó bastante claro que los atractivos ecológicos de Txingudi no acaban en su marisma, y eso es precisamente lo que me ha animado a escribir este segundo artículo.
En esta ocasión, dejando a un lado el estuario, la marisma, los acantilados y los campos del río Bidasoa, me ocuparé de la zona interior, donde se encuentra un ecosistema de gran importancia: el de las dunas. Aunque la situación de las dunas no es tan grave como la de las marismas en Euskal Herria, no podemos ser optimistas de su futuro, sobre todo en estas zonas y en las playas donde la presión humana es enorme.
En Txingudi afortunadamente nos han quedado testigos de este ecosistema, aunque la situación sea muy grave. Por ello, me gustaría que a través de este artículo, además de explicar en qué consiste la importancia ecológica de este aspecto, se entiendan mejor las razones del movimiento creado para la conservación y recuperación de la bahía de Txingudi.
Interior de la bahía
Al igual que en todos los demás aspectos de la costa baja de nuestro litoral, en la bahía de Txingudi existe una gran acumulación de arena gracias a los numerosos materiales erosionados y transportados por el mar. A pesar de que la entrada a la bahía estaba cerrada por una barra de arena como consecuencia de este proceso, dos guarnicioneros construidos actualmente por los Ayuntamientos de Hondarribia y Hendaia han roto este antiguo obstáculo, dando solución a los problemas de navegación.
En cualquier caso, al igual que en todos los estuarios, en Txingudi las aportaciones son bilaterales. Por un lado, los materiales aportados por el río que han dado lugar a los ecosistemas de las marismas, y por otro, los procedentes del mar, que han dado lugar a la creación de ecosistemas dunares.
Debido a la diferente influencia de las mareas marinas en cada zona, la cantidad de estos materiales de los fondos de la bahía también es diferente. Por ello, mientras que en la región más alejada del mar predominan los áridos, en la más cercana al mar la arena es el componente mayoritario. Entre estos dos extremos aparecen numerosos fondos de transición. Esta riqueza de fondo es uno de los principales motores de la riqueza vivida en Txingudi, que ofrece numerosos nichos ecológicos a las poblaciones de moluscos y anélidos, base de las cadenas alimentarias.
Moluscos
Como en el artículo anterior no hice más que mencionar a estos grupos, esta vez me gustaría hablar más, ya que la riqueza de moluscos de esta bahía es evidente. Precisamente hace unos años, por encargo del Gobierno Vasco, en un estudio realizado para analizar el valor comercial de los moluscos de nuestras rías, la ría de Hondarribia, junto con la de Mundaka y Zumaia, apareció como una zona de alto valor marítimo.
Mientras que en Zumaia se mencionaron ocho especies de moluscos y en Mundaka catorce especies de moluscos, en la ría de Hondarribia se describieron veinte, de las cuales se reconoció que dieciocho podían tener valor comercial.
Todas estas especies se han dividido en dos grupos principales, según el sustrato en el que viven adheridas: rocosas y de fondos blandos. Entre los primeros se encuentran las diferentes especies de mejillones y ostras que habitan en la zona media y exterior de la ría, desde el nivel medio de la marea hasta una profundidad aproximada de tres metros. La abundancia de estos organismos en Txingudi debe asociarse a sus hábitos alimenticios, ya que mediante el filtrado de agua se alimentan de pequeños seres vivos del plancton, para lo que se necesitan bocas y lugares similares de gran corriente.
Entre los sustratos blandos, destacan las diferentes especies de berberechos y almejas. Una de sus características más destacadas sería la existencia de hábitos alimenticios suspensívoros, es decir, la captura de materia orgánica sobre el sedimento a través de sus sifones. Sin embargo, aunque la forma de alimentación es similar, no es exactamente la misma, por lo que cada especie se encuentra en zonas concretas de las rías. El berberecho, por ejemplo, aparece en sustratos de peón o arena, en la parte central de la ría. Por su parte, la almeja, a pesar de vivir como la anterior en el centro de la ría, necesita sustratos constituidos por gravas y arenas o arenas y áridos.
Cabe destacar que estas especies de sustrato blando requieren condiciones ambientales especiales para su supervivencia, ya que la corriente no puede ser muy dura (para que no lo lleve) ni muy débil (para que no se acumule el sedimento encima). Por ello, tanto las intensas precipitaciones como los fuertes movimientos sedimentarios provocan altas tasas de mortalidad en las poblaciones de estas especies.
Aunque la extensión de otras especies de moluscos que podemos encontrar en Txingudi no es comparable a las anteriores, tienen un especial valor por su escasa presencia en el resto de las rías del País Vasco. Entre ellos destacan el datil curvo (Ensis ensis), el dátil grande (Ensis siligua), el dátil estriado (Solen marginatus), la lapa (Patella sp. ), caracol (Littorina littorina), candelux (Durex trunculus), etc.
Sin embargo, a pesar de que la situación de estos moluscos es relativamente buena en cuanto a diversidad y cantidad, no podemos mostrarnos optimistas sobre su salud, ya que la contaminación del agua afecta directamente a estos organismos filtrantes y más aún a la contaminación por metales pesados del agua de la bahía de Txingudi. La introducción de estos metales pesados en el interior del cuerpo impide su extracción, ya que las vías metabólicas no son capaces de expulsar estos elementos extraños, sino que se acumulan dentro del cuerpo.
Además, como estos seres vivos son la base de la cadena alimentaria, este efecto se extiende a todos los componentes de la cadena. A mayor altura en la cadena, mayor concentración.
No obstante, para estos macroinvertebrados se ha abierto una pequeña ventana de esperanza con la aprobación del plan de saneamiento de la bahía de Txingudi, que paralizará por sí sola esta peligrosa contaminación de metales pesados. Con los movimientos de arena no podemos decir lo mismo. Las instituciones no han manifestado intención alguna de paralizar las extracciones residuales que se realizan en el interior de la bahía, a pesar de que se haya demostrado la falta de legalidad de esta actividad.
Dunas
Sin embargo, esta riqueza macroinvertebrada no es la mayor atracción de la zona. En Txingudi, por ejemplo, todavía se conservan testigos del ecosistema dunar, tanto en la playa de Hondarribia como en la playa de Hendaia en el paraje denominado Xokoburu, que hasta la fecha se ha conservado bastante bien.
Gracias a las corrientes de viento del noroeste que dominan nuestras costas, los materiales erosionados por el mar se acumulan en zonas de costa baja formando nuestras playas. Las condiciones de estos medios son muy duras para los seres vivos. Por ello, la vegetación autóctona ha conseguido adaptaciones especiales para vivir en estas condiciones. Por un lado, estas zonas son zonas de fuerte viento, lo que no sólo impide la presencia de vegetación de gran altura, sino que las arenas sueltas transportadas por el viento provocan un efecto erosivo sobre los tejidos vegetales.
Por otro lado, la presencia de numerosos poros entre los granos de acumulación de arena hace que el agua de lluvia se filtre rápidamente. Esto y la intensa insolación que suele existir en estas zonas hacen que la capa superficial se seque.
Otro factor a tener en cuenta es la elevada salinidad del entorno, que provoca problemas de ósmosis en la vegetación (agua intracelular, tendencia a la extracción para compensar la diferencia de salinidad en el exterior).
Para vivir en estas duras condiciones, las plantas dunares (vegetación psammófila) presentan una serie de adaptaciones:
- Sistemas radicales de gran desarrollo: por medio de la cual, además de conseguir el agua tan escasa en superficie
en estas zonas en capas bajas, consiguen una sólida fijación para evitar los vientos. - Tejidos grasos: las células de estos tejidos están adaptadas para contener líquidos con alta salinidad. De esta forma han conseguido la capacidad de utilizar la humedad atmosférica, haciendo frente a la aridez de la tierra. Entre las especies que explican esta adaptación destacan Honckenya peploides y Cakile maritima.
- Abundancia de pelo: esta adaptación permite que algunas plantas reflejen la luz incidente, reduciendo la evapotranspiración (cantidad de agua que se devuelve a la atmósfera a través de la transpiración vegetal). La especie más abundante en el País Vasco que ha adquirido esta adaptación es la hierba de Medicago marina, que aparece en las dunas.
- Por último, cabe mencionar que otras especies herbáceas han desarrollado otras adaptaciones para soportar continuos enterramientos y enterramientos. Algunas gramíneas del género Elymus han desarrollado tallos y hojas cimbelas. Los ejemplares de Pancratium maritimum, sin embargo, han desarrollado bulbos (Brotes subterráneos transformados para la reserva) y tubérculos (espesores del tallo ricos en sustancias de reserva).
Como colofón a la descripción de estos ecosistemas no quiero dejar de mencionar las siguientes especies vegetales que aparecen en las dunas de Txingudi: Euphorbia paralias, Eryngium maritimum, Calystegia sp, Soldanella sp, etc.
Aves
Pero como comenté en el artículo anterior, el atractivo más espectacular de Txingudi es su riqueza avícola, ya que está situada en un importante eje migratorio. Por ello, en esta zona de la bahía también hay numerosas aves, sobre todo en época de migración.
Quizás en este punto convendría explicar más ampliamente la importancia de Txingudi en las migraciones de aves, ya que en la anterior no hice más que mencionarlo. Hay que decir que cuando la alimentación empieza a disminuir, las aves nidificantes en el norte de Europa inician la migración de la escógena, una evolución alimenticia que generalmente les lleva al norte de África. Para llevar a cabo este viaje en Europa hay tres grandes ejes:
- Oriental: Atravesado por las montañas Balkandar y Turquía.
- Central: Recorre Italia y Sicilia.
- Occidental: La que atraviesa la península ibérica.
En esta última, los Pirineos se convierten en un obstáculo intransitable. La importancia de Txingudi, que es el extremo occidental de los Pirineos, es lo que se debe hacer para superar esta barrera.
Por tanto, las aves que pasan por Txingudi son: Península escandinava, Holanda, norte de Alemania, Dinamarca, islas británicas y occidente de Francia. A todos ellos hay que añadir las aves marinas que migran alrededor de la costa.
Esta larga migración genera grandes pérdidas de energía para las aves y en este punto encontraremos una de las principales razones para la conservación de los estuarios, donde numerosas aves encuentran el descanso, la protección y la alimentación que tanto necesita.
Por otro lado, a pesar de que los mayores episodios migratorios se producen en primavera y otoño, el tiempo es el último motor de estos desplazamientos; cada especie de ave tiene días o semanas para realizar la migración. Por ello, el tiempo más adecuado para esos días será el elegido para migrar.
Por lo tanto, en todos los vientos del sur y del cielo, suelen ser días de gran pase, mientras que en los días de tormenta del viento del noroeste o del viento del noroeste es fácil ver aves de comportamiento pelágico junto a la costa.
Durante estos días, el cabo Higer es el lugar idóneo para estudiar los hábitos migratorios de todas estas aves que se acercan a la costa en busca de mejores condiciones y protección. Entre ellos destacan el pato (Melanitta nigra), la zanja (Sula bassana), el cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis), el frailecillo (Fratercula artica), los págalos (Stercorarius sp. ), pardela (Puffinus sp. ), etc.
No quisiera dar por finalizado este punto sin mencionar lo ocurrido en el año 1984, es decir, debido a la tormenta de vientos de Hortentsia, tuvimos la oportunidad de ver muchas especies de aves de difícil presencia en nuestras costas. Entre ellos: La ancheta Sabine (Larus sabine), los distintos pajaritos tormentosos (Hydrobatidae), algunos pájaros occidentales (Phalaropodidae), etc.
En cuanto al interior de la bahía, las aves que se observan durante la migración pertenecen a especies de nadadores y pellejos. En Txingudi son frecuentes tanto Gaviidae (Colimbos), Podicipitidae (Murciélagos y Brezales), como anatidae (Eider, Somateria mollisima; Sierra Media, Mergus serrator), Phalacrocoracidae (Cormoranes) y Sterninae (Enaras de mar).
En las playas, además de los anatides, aparecen numerosos limicolos, donde se encuentran los alimentos necesarios para completar la dieta. Por ello, en épocas en las que la presión humana no es elevada, es frecuente ver tobillos en las playas de Txingudi (Calidris sp. ), chorlitejos (Charadrius sp. ), revolución de piedra (Arenaria interpretes), etc. Tampoco hay que olvidar las gaviotas y las golondrinas marinas que utilizan estas zonas para descansar. En este punto destaca la alpargata que inverna en Txingudi (Plectrophenax nivalis), ya que encuentra su zona preferida en las dunas.
No quisiera dar por finalizado este artículo sin mostrar mi desacuerdo con la política que llevan en la bahía de Txingudi. Esto nos recuerda la destrucción de la política desarrollista y del patrimonio natural que tanto daño ha causado al medio ambiente en Euskal Herria. Prueba de ello son los proyectos faraónicos para los muelles deportivos que se presentan tanto para Hendaia como para Hondarribia. Como es normal en nuestras autoridades, en estos dos proyectos no se ha llevado a cabo ningún tipo de investigación ambiental, sin tener en cuenta los valores ecológicos de este aspecto privilegiado y los fuertes movimientos en contra de estos proyectos que han surgido en ambos países. Si nuestra sociedad no cambia definitivamente su visión del medio ambiente, lo escrito aquí será increíble para las generaciones venideras.
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