Introducción a las nuevas tecnologías: Introducción al papel en Hego Euskal Herria (1755-1842)
1995/03/01 Zaldua Gonzalez, Iban Iturria: Elhuyar aldizkaria
En los siglos siguientes las técnicas de fabricación de papel se trasladaron desde España a otras regiones europeas, siendo habitual el uso de fuerza de agua en las residencias en las que se fabricaba este producto. Así surgió el molino de papel (ver figura 1). A partir de entonces, y hasta la Revolución Industrial, fue la unidad productiva de este producto.
En este trabajo nos gustaría tocar los siguientes puntos: por un lado, los primeros molinos de papel en Hego Euskal Herria, XVIII. y XIX. el contexto en el que se establecieron durante siglos; por otro lado, cómo ocurrió y qué tipo de tecnología se importó; y por último, las dificultades que tuvo esta actividad para consolidarse entre nosotros en un principio. Actualmente, XX. A finales del siglo XX, estamos en un proceso de crisis y cambio de la industria vasca, y quizás no sería una tontería dirigir la mirada al pasado y analizar tiempos similares a los de nuestra historia. Una de esas épocas fue el XVIII. Fue una de las últimas décadas del siglo XIX y una de las primeras del XIX, por lo que consideramos interesante analizar el tema del papel.
XVIII. Hasta mediados del siglo XX no se pusieron en marcha molinos de papel en Hego Euskal Herria. En el País Vasco Norte ya había unos pocos, creados por la dinámica de crecimiento de importantes centros papeleros del suroeste francés. El primero de Hego Euskal Herria data de 1755, construido en una antigua fábrica de pólvora del Hospital General de Pamplona; el primero de Bizkaia, Berriz, entró a trabajar en 1779 y el de Gipuzkoa en 1803, en Alegia. A partir de entonces y hasta 1842, fecha en la que se implantó la primera fábrica moderna, se realizaron varios esfuerzos en estas tres provincias para arraigar el papel manual.
Todo ello tuvo lugar en un contexto concreto, en la época de crisis del Antiguo Régimen en la que se produjo el nivel económico, social y político. En el ámbito económico, las características más destacadas de esta crisis fueron el ciclo de caídas del crecimiento poblacional y agrícola, el declive de las actividades navales y comerciales y el inicio del fracaso de la siderurgia tradicional. Estos problemas, como es sabido, generaron una gran inestabilidad en el ámbito de las relaciones sociales, que junto a otros factores se encuentran en las bases de la explosión carlista. Pero lo que más nos interesa a nosotros es la crisis “industrial”, la crisis de la siderurgia. Esta actividad tenía una gran importancia en Bizkaia y en otras provincias. Para estas regiones relativamente pobres a nivel agrícola, la siderurgia era, entre otras, una de las herramientas utilizadas para equilibrar la balanza del mercado.
XVIII. A finales del siglo XX, sin embargo, comenzó la crisis de esta actividad. XV. A pesar de que desde el siglo XIX se desarrollaron altos hornos de hierro en otras regiones europeas, la siderurgia vasca siguió ligada al sistema directo, perdiendo la competencia internacional, especialmente el XVIII. Las invenciones que se estaban produciendo en Inglaterra a lo largo del siglo XX. Además, la política de la Corona de España contra los productos manufacturados vascos con el pretexto del contrabando afectó a la venta de hierro vasco. A finales de siglo, la pérdida de las colonias americanas afectó aún más a la siderurgia tradicional.
Los inicios de la industria del papel en Hego Euskal Herria deben situarse en este contexto. Hasta entonces la abundancia de ferrerías dificultó la expansión de otras actividades “industriales”: recordar que las ferrerías “monopolizaban” (junto a los molinos imprescindibles para la molienda del grano) las orillas de los ríos; es decir, la ubicación del resto de actividades que debían utilizar la misma fuente de energía (fuerza del agua).
La industria del papel, como hemos dicho, estaba muy relacionada con el uso del agua, no sólo porque su fuerza era intencionada (para accionar máquinas de pasta), sino también porque el agua era, junto con el trapo, la principal materia prima de esta actividad. Recordemos que la madera comenzó a usarse más tarde; XIX. la segunda mitad del siglo XX. La vía tradicional para la fabricación del papel consistía, resumidamente, en la obtención de pasta a partir del aclarado de los restos de tejidos formados por fibras vegetales (trapos: mordeduras, de algodón...); posteriormente un operario especializado sacaba la pasta de una pila y le quitaba parte del agua sobrante por agitación en un molde o malla, formando una hoja de papel (ver figura 2), que tras ser aplastada bajo la prensa, se escayolaba.
La papelería manual no necesitaba demasiado espacio y son muchas las “remodelaciones” de las sedes que se adscribían a otras actividades. Las antiguas ferrerías son numerosas, sobre todo en Bizkaia: citar la de Berriz, Zalla (1782), Etxebarria (1830), Basauri (1848), etc. ; también antiguos molinos: Igarondo de Tolosa (1818), probablemente de Abando (1824); la de Pamplona, como se ha dicho, era una fábrica de polvorines; la de Aoiz (1773) era un antiguo obrero.
Por otra parte, no faltan las adaptadas a las nuevas construcciones, como la de Legazpi (1805). De hecho, podría tratarse de un negocio con un bajo coste relativo inicial. Los cambios técnicos que se iban a realizar en la ferrería o molino eran pequeños. Nuestra comarca, además, tenía ventajas formativas, ya que muchos trabajadores de la zona sabían utilizar y construir mecanismos similares. Desde el punto de vista del capital humano, al menos en parte, Euskal Herria estaba bien equipada para la implantación del papel.
El declive de la siderurgia tradicional, sin embargo, no es suficiente para explicar los esfuerzos realizados para impulsar la industria papelera. La premisa es importante, claro está, porque la fuerza del agua de los ríos comenzó a “liberarse” para otras actividades y porque algunos propietarios de ferrerías, ante la crisis, trataron de buscar nuevos usos para sus sedes, tal y como lo evidenciaría el caso de los dos primeros molinos de parte de Bizkaia. Pero hay otros factores a tener en cuenta. No se puede negar que esta primera respiración de la industria papelera en Hego Euskal Herria se puede situar en el ambiente de reproducción de molinos de papel que se estaba produciendo en muchas regiones españolas. Corona por diferentes decretos, al menos XVIII. Desde mediados del siglo XX se intentó fomentar el papel.
Aunque no hay datos concretos, la producción de papel notó una ampliación de la demanda: recordemos que se trataba del Siglo de las Luces y que el número de publicaciones de todo tipo aumentó considerablemente, mientras que el crecimiento del comercio aumentó la demanda de papel de estraza y cartón para el embalaje. El impulso de la cartelería y la cigarrería que utilizaban estos temas fue también indiscutible en el XVIII. y XIX. durante siglos. Pero además hay que tener en cuenta que las técnicas papeleras, en general, llegaron desde el norte, es decir, desde Francia y Iparralde: es conocida la tradición itinerante de los papeleros franceses.
Por lo tanto, como se ha dicho, la industria papelera se conoció primero en Zuberoa y Baja Navarra, y más tarde en Hegoalde. Recordad que en aquella época, por el sistema foral, estas provincias constituían un espacio para el libreganbio, con unas relaciones muy estrechas con los países del Norte. Esto facilitó sin duda la introducción de la tecnología “nueva”, teniendo en cuenta que en aquella época los conocimientos técnicos (know-how) se extendían junto a un trabajador cualificado; esta tendencia preindustrial no perdió fuerza hasta que la industrialización fue muy avanzada.
Junto a todo ello, cabe destacar la iniciativa de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, con el objetivo de restaurar la estructura económica de Euskal Herria, dando una gran importancia al desarrollo del sector secundario: la modernización de la siderurgia, por ejemplo, fue uno de sus principales objetivos. También se trató de promover nuevas actividades, entre las que se encontraba la industria papelera. Ya en 1771 se propuso la creación de una papelera en Bilbao. La Real Sociedad Bascongada de Amigos del País estuvo directamente relacionada con al menos el primer esfuerzo de Bizkaia: El jefe del molino de papel de Berriz fue nombrado Amigo "Benemerito", cuya hija fue premiada con la medalla de plata de la Asociación por la red elaborada por su hija.
Sin embargo, este primer impulso del papel vasco no fue tan exitoso. En Gipuzkoa, por ejemplo, de los cinco intentos realizados entre 1803 y 1841, sólo dos de ellos tuvieron un seguimiento cerrado y con dificultades. Algo similar sucedió en Bizkaia: si bien se pusieron en marcha al menos cuatro proyectos, sólo uno se mantuvo. La mayoría de los molinos de papel funcionaban durante unos pocos años y se cerraban inmediatamente. Incidentes, referencias a dificultades, quejas por falta de rentabilidad, etc. bastante abundantes.
El sector papelero no se consolidó, al menos en Gipuzkoa, hasta la industrialización de la actividad o quizá por dar una fecha más prudente hasta la década de 1860. Si antes hemos visto factores positivos, habría que destacar también las condiciones pesimistas que tuvieron un gran peso. Una de ellas sería la mencionada situación de libreganismo. En Hego Euskal Herria se importaban muchos productos, entre ellos el papel. Estas importaciones provienen de centros papeleros consolidados desde hace tiempo. Una actividad que existía en la “infancia” podía actuar poco, en precio y calidad, contra estas importaciones, sin el apoyo de un arancel.
El problema no era sólo vender el papel que los franceses y holandeses introducían en el Sur sin pagar impuestos, sino exportar la materia prima principal, el trapo, sin ningún tipo de impedimento, mientras se prohibía sacar el trapo de España (por eso un papelero de Tolosa era un cajón). Además, el papel vasco se tomaba como extranjero al pasar las aduanas del Ebro y, por tanto, al entrar en España, como ocurría con el hierro, debía pagar el arancel en detrimento de la competencia. Por lo tanto, no es de extrañar que los dueños del Molino de Abando reclamen el privilegio de fumar para la producción de sus nuevos productos de paja como vía para superar de alguna manera estos límites de mercado.
Pero estos factores institucionales no son suficientes para analizar las dificultades de la primera industria papelera. También se puede pensar que hubo barreras tecnológicas. No parece, por ejemplo, que, al principio, fuera la última tecnología que se introdujo. Antes de idear y desarrollar una máquina de producción de papel continuo (XIX. Desde la primera década del siglo XX, el único avance tecnológico aplicado en la industria papelera se produjo en el proceso de reducción de trapos, que se realizaba anteriormente mediante el sistema de martillos (ver figura 4), XVII. A partir de la segunda mitad del siglo XX comenzó a fabricarse con una “pila holandesa” más rápida (ver figura 5), aunque esta invención se extendió lentamente.
Cuando la industria papelera empezó a entrar en Hego Euskal Herria era conocida la “pila holandesa”, pero en los primeros molinos de papel que se instalaron aquí parece que todavía se siguió utilizando el antiguo sistema de martillos, lo que probablemente incrementó el coste de los productos vascos: Según el autor francés La Lande, el trabajo que realizaba la “pila holandesa” se realizaba en 8-10 horas, con martillos en 24-30 horas. Sin embargo, en las fábricas implantadas a partir de la década de 1820, la “pila holandesa” se hizo cada vez más habitual. En cuanto a la difusión de los conocimientos tecnológicos, hubo además otras dificultades. Si bien era bastante fácil atraer a los franceses que trabajaban en la industria papelera (la mayoría de los molinos de papel vascos comenzaban a trabajar bajo la responsabilidad de los obreros y maestros franceses que enseñaban oficio a los lugareños), a veces se producían conflictos y problemas por el desconocimiento del oficio por parte de estos trabajadores o por la exigencia de salarios excesivamente altos.
Otro factor a destacar es el de las guerras: En el Sur, entre 1794 y 1839 hubo tres guerras (la de la Convención, la de la Independencia y la 1ª guerra carlista), que sin duda fueron perjudiciales para la “industria”. El mercado se contraía y sabemos que en esas guerras se quemó al menos un molino de papel. No podemos olvidar, además, que las primeras guerras fueron provocadas por el desarrollo de las relaciones con los franceses, lo que quizás también tuvo que ver en los conflictos mencionados.
En 1842 se puso en marcha en Tolosa la primera papelera de papel continuo del País Vasco, LA ESPERANZA (ver ). Pronto se construyeron nuevas fábricas en Villava e Irura. Era el inicio de la era industrial de la industria papelera, una historia más conocida de lo que aquí hemos expuesto. Esto no quiere decir que los molinos de papel que se creaban y quedaban en el primer intento desaparecieron inmediatamente, sino que se fundarían nuevos molinos que aún fabricaban papel a mano. Pero comparándonos con la época anterior, nos sumergimos en un proceso de crecimiento claro, sobre todo en Gipuzkoa.
Las bases institucionales, como la comparación costera de las aduanas de 1841, y tecnológicas eran muy diferentes. De facto, en esta nueva etapa encontraremos pocos empresarios vinculados al primer impulso de la industria papelera que hemos tratado de aclarar: los nuevos industriales tendrían que enfrentarse a diferentes problemas. Con todo ello hemos querido destacar la diversidad de la época del cambio. Ahora también estamos en crisis económica, algunos hablan del proceso de desindustrialización. Las explicaciones monocaliales de las crisis no son suficientes, como hemos visto aquí. Mucho menos soluciones unidireccionales. Si el fracaso relativo de estos primeros esfuerzos históricos en la implantación del papel nos demuestra que debemos tener en cuenta todo tipo de factores (económicos y tecnológicos, pero también institucionales y de política ambiental).
Gai honi buruzko eduki gehiago
Elhuyarrek garatutako teknologia