La arena del Sahara, fuente de lluvias
2001/04/15 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia
En muchas zonas de Turquía y Oriente Medio en general el agua es tan escasa como apreciada. Por ello, con el fin de controlar y apropiarse de este tesoro, ha habido varias guerras en estas zonas. Siria e Irak necesitan de las aguas de los ríos Tigris y Eufrates, que nacen en las cumbres turcas. La historia de los pueblos de Oriente Medio se desarrolla alrededor del agua
Hace unos 5.000 años los humanos decidieron construir pueblos en esas tierras. Hasta entonces los alimentos se obtenían de la caza y la recolección de plantas, pero gracias a las tierras y climas adecuados en las orillas de estos ríos, surgieron pueblos campesinos. La mesopotamia fue conocida como la "tierra entre ríos" y, basándose en la explotación de los dos ríos que atraviesan estas tierras, los pueblos sumerios, asirios y babilonios se convirtieron en culturas ricas y en imperios poderosos.
Para ello aprendieron a utilizar la fuerza de la naturaleza en su beneficio. Teniendo en cuenta las inundaciones que se producían periódicamente, se construyeron diques, presas y canales de riego. De esta forma consiguieron ser uno de los pueblos más avanzados de la época. En la misma época, los egipcios y chinos también construyeron fuertes imperios y el desarrollo de estos dos pueblos en torno a los ríos es muy significativo.
Con el tiempo, sin embargo, la fuerza de los mesopotámicos se debilitó y las tierras fueron dominadas por griegos y romanos. Griegos y romanos, a diferencia de los anteriores, basaron su poder en el mar. El mar no era sólo una fuente de recursos, sino sobre todo una vía de relación cultural e intercambio comercial con otros pueblos. Se convirtieron en los mayores del Mediterráneo y, gracias al conocimiento de los sistemas de navegación más avanzados, podían transportar mercancías en poco tiempo y a todas partes. Dado que las tierras de Oriente Medio seguían siendo muy aptas para la agricultura, tanto los griegos como los romanos se plantearon como objetivo su explotación. Además de la infraestructura construida anteriormente para el riego de los terrenos, se construyeron más presas y cauces.
"La próxima guerra será por el agua"
En Oriente Medio siguen existiendo conflictos por el control del agua, sobre todo cuando una misma fuente está en manos de varios países. El agua es históricamente un generador de problemas y los avances tecnológicos lo han convertido en un tema comercial que puede ser utilizado para alcanzar objetivos económicos y políticos. En 1987 Boutros Gali anunció que la próxima guerra sería por el agua. Y no estaba muy equivocado, porque las relaciones entre Turquía, Siria e Irak están muy deterioradas por el uso de las aguas de los ríos Tigris y Eufrates.
Turquía construyó en 1992 una gran presa, pero el proyecto que quiere llevar a cabo en un futuro cercano probablemente agravará el problema. La intención de los turcos es construir el "Canal de la Paz" para recoger y vender las aguas de los ríos Ceyhan y Seihan, que atraviesan sus tierras.
Está claro, por tanto, que el control del agua es prioritario para Turquía. Muchas de las zonas de este país no reciben suficiente agua y, por ejemplo, el 30% de la energía que utiliza Turquía se genera en centrales hidroeléctricas, por lo que en épocas de sequía muchas zonas quedan sin luz. Además, se observan daños en los países situados en el curso bajo de los ríos, especialmente en la agricultura.
El "efecto mariposa" o desierto convertido en nevero
En Oriente Medio, sin duda, los pobres agricultores y los científicos de alto nivel viven bajo el agua y temen su carencia. Uno de ellos es el investigador turco Cemal Saydam. Ha buscado la relación entre la precipitación en su país y el polvo residual saharaui. Para ello, recogió por un lado las mediciones de nieve en el oriente montañoso de Turquía y, por otro, analizó los movimientos de las tormentas residuales. Comparó los datos y descubrió que había relación entre ambos, comprobando el "efecto mariposa".
Según el fenómeno conocido por los meteorólogos como "efecto mariposa", la vibración del vuelo de una mariposa en el aire, una vez multiplicada por la atmósfera, puede provocar un cambio de alto nivel. Sorprendentemente, hechos similares han sido probados en varias ocasiones. Un claro ejemplo de ello es que las tormentas residuales saharianas provocan la precipitación de nieve en las zonas montañosas de Turquía. Parece ser que las nubes creadas en el Sahara, al pasar por encima del Mediterráneo, acumulan humedad y, al parecer, el polvo residual aumenta las precipitaciones.
¿Por qué el polvo residual es tan buen agente de lluvia? Para dar respuesta a ello, los investigadores utilizaron una cámara fría especial. Allí, durante el proceso de formación de los cristales de nieve, se analizó el comportamiento de los granos de arena y las gotitas de agua. Y aunque se sabe que el polvo común genera cristales de hielo en las nubes, lo que más sorprendió fue que el polvo residual saharaui acentúa la velocidad del proceso.
Como dice el saber popular, la calidad es más importante que la cantidad, y el resto del Sahara cumple con esta norma. Los cristales de hielo que los forman son cuatro veces superiores a los constituidos por el polvo atmosférico común. En consecuencia, las precipitaciones son más intensas y más rápidas. Además, pudieron determinar las medidas adecuadas de temperatura, humedad y partículas residuales para formar cristales de hielo.
Ahora los turcos quieren utilizar en su beneficio lo expuesto en la investigación. ¿Cómo? Una vez conocidas las características únicas del polvo de arena saharaui, se prevé su utilización en la siembra de nubes. Dicen que sólo necesitan unos pequeños aviones. Los satélites informan de la temperatura y de la evolución de las nubes, por lo que pueden conocer el momento más adecuado. Para evitar lluvias excesivas, se esperan temperaturas frías para que la precipitación generada caiga en forma de nieve. Y los sirios y iraquíes ya han extendido sus paraguas.
CULTIVO DE NUBES
Uno de los sueños del ser humano ha sido hacer que la lluvia se haga en el lugar y en el momento deseado o conveniente. Antiguamente se rezaba a los dioses del cielo para provocar la lluvia y todavía se conservan en muchos pueblos las costumbres relacionadas con los fuegos de lluvia. En tiempos en los que la ciencia se ha convertido en dios, el hombre ha puesto a disposición de investigadores y científicos la esperanza de hacer llover. De esta forma, una vez más, se ha iniciado un intento de dominación de la naturaleza y gracias a la siembra de nubes se ha conseguido la forma de hacer la lluvia artificial.
La siembra de nubes no es una técnica nueva; hace casi 50 años que Irving Langmuir, premio Nobel de Química en 1932, anunció que era capaz de controlar la lluvia en Estados Unidos.
Aunque se conoce más de un método, el más utilizado es la introducción en las nubes de alguna sustancia química que produzca lluvia, como el ioduro de plata. La necesidad de agua es generalizada, sobre todo por las necesidades de la agricultura intensiva, por lo que se está realizando una serie de sesiones en muchos lugares del mundo. Pero los resultados no son tan fiables como se esperaba y además las sesiones son caras.
Sin embargo, también se ha tratado con otros métodos, y dicen que el más exitoso es el que probaron hace tres años en el norte de México. En aquella época se abrió humo con un avión en la parte inferior de las nubes. Este humo contenía partículas que absorbían el agua, lo que provocaba que las gotas de agua de las nubes se juntaran hasta un milímetro. Después caían al suelo en forma de lluvia. Según la Asociación Meteorológica de Estados Unidos, este método es muy efectivo y tienen previsto realizar más sesiones.
Pero, ¿qué consecuencias tiene la producción de lluvia artificial? El hecho de pensar que puede tener un mal efecto secundario en la naturaleza parece lógico, por lo que tampoco estaría mal investigar.
Publicado en el suplemento Natura de Gara
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