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La excusa de los mejillones, mil joyas de la ecología litoral

1999/05/01 Pagola Carte, Santiago Iturria: Elhuyar aldizkaria

Durante los meses de verano, cuando nos encontramos en la playa o nos acercamos a la costa en cualquier otro embalse, muchas veces hemos podido ver un manto negro sobre las rocas. Aunque sabemos que son los mejillones, no nos damos cuenta de la vida y organización dentro de una comunidad de estas características. Si tiramos del hilo de las interacciones y distribución de otros animales y algas que habitan en los sustratos duros de la costa (rocosos), además de los mejillones, descubriremos que podemos llegar a conceptos interesantes de la ecología.

Alrededor de los mejillones...

Foto 1. Los mejillones del género Mytilus viven en los duros sbstruos de las regiones templadas. Son bivalvos filtrantes y según algunos parámetros del entorno, sus saldos pueden ser estructuras ecológicas de gran éxito.
S. Pagola Carte

En los sustratos duros de la costa, los más utilizados son los siguientes: 1) los hilos que han desarrollado para su correcta fijación al suelo (es decir, los hilos de fuego); 2) el crecimiento rápido; y 3) la forma triangular tomada reduciendo la parte anterior del cuerpo y estirando la trasera. De hecho, combinando estas tres características, algunos investigadores han lanzado la idea de que el éxito radica en la maravillosa capacidad de mover, pisar o someter a los seres vivos que los rodean. Todo ello, por supuesto, teniendo en cuenta ciertos parámetros ambientales: el verdadero éxito de los mejillones se producirá, casi siempre, en las regiones templadas del mundo, en las zonas bajas de la zona intermareal y en los hábitats de mayor o media exposición (Foto 1). Sin embargo, los primeros pasos en la evolución de estos moluscos bivalvos parecen haberse dado en el submarino profundo.

En este punto, sin apenas darnos cuenta, aparece el primer concepto importante, la zonificación de los intermareales vivos. Se trata de una división en función de varios cinturones horizontales de animales y plantas (algas) y, aunque no es otra característica de los ecosistemas marinos, en las zonas intermareales rocosas resulta muy notable (foto 2). Hay que tener en cuenta que la dureza de los factores físicos que se establecen en estos hábitats por los efectos del mar y la atmósfera varía en tramos muy cortos.

La conclusión más clara que se puede extraer de este tema, que ha dado lugar a multitud de obras de interés, es que los factores más importantes para la distribución de los seres vivos intermareales pueden dividirse en dos grandes grupos: por un lado, factores físicos (sequedad del aire, irradiación solar, tempestades del mar, etc.). los más importantes en los niveles superiores o en los cinturones y, por otro lado, los factores bióticos que pueden dominar en los niveles inferiores de la zona intermareal, es decir, las influencias entre los seres vivos. En estos últimos, como veremos más adelante, la competencia espacial es, sin duda, la principal si hablamos de sustratos duros.

Aunque podemos encontrar mejillones en los mares de todas las regiones templadas del mundo… ¿son de la misma especie? No, dentro de la familia Mytilidae, aunque las especies situadas en el género Mytilus tienen una distribución más amplia, otros géneros como el Modiolus pueden tener una gran importancia. La biogeografía nos ha enseñado a menudo que el papel o función que desempeña la especie “A” en un continente es desempeñada por la especie “B” en otro. En definitiva, a las mismas funciones ecológicas les corresponden especies con los mismos requerimientos ecológicos y no resulta tan difícil encontrar especies paralelas en la distribución mundial de una familia.

Es lo que ocurre en la familia Mytilidae, siendo el mejillón más común de nuestras costas Mytilus galloprovincialis Lamarck, 1819. Las opiniones de los taxónomos en torno a este punto contrastan con las de la especie autóctona ( M. galloprovincialis ), que el naturalista sueco Linné describió sesenta años antes ( M. edulis Linné , 1758), y el resto estima que ambas especies podrían residir en el País Vasco. Según esta opinión, las características que las caracterizan, además de genéticas, son morfológicas y dependen del hábitat. Basándose en los últimos estudios, tanto M. galloprovincialis como M. edulis parecen ser especies reales, pero los mejillones que hay en nuestra costa pertenecen a la primera. Sin embargo, nosotros a partir de ahora sólo le decimos Mytilus (por si acaso).

Inversiones, economía y saldos

Foto 2. La zonación de Maraort es la distribución de algunos cinturones horizontales de animales y algas. En la imagen, las estructuras verticales de un puerto permiten apreciar claramente la zonificación de un lugar contaminado. En el nivel inferior viven los mejillones, ya que el crecimiento de las algas está reducido.
S. Pagola Carte

La construcción continua de una concha compuesta mayoritariamente por carbonatos de calcio no resulta gratuita para el mejillón. Sin embargo, esta estructura puede ser una buena proporción del peso total del animal... Pero, ¿para qué tanta inversión? Del papel de la concha de los bivalvos, que es importante para la supervivencia de estos animales blandos, nos damos cuenta inmediatamente. En el caso de los Mytilus bivalvos, además, como en el caso de otros como Ostrea n, las conchas también sirven para formar saldos sobre rocas, ya que abastecen a estas comunidades tan peculiares con la dureza suficiente. Por otra parte, la influencia de estas duras estructuras sobre la cadena alimentaria tampoco es broma: la energía destinada al crecimiento de los tejidos puede encontrarse en breve disponible para los captadores, mientras que la almacenada para el crecimiento de la concha estará disponible para otros niveles tróficos, pero tras un largo periodo de tiempo.

No es esto lo único que queremos decir de la economía de los mejillones. Las comunidades bentónicas que forman estos animales (comunidades con cierta relación con el sustrato en los medios acuáticos) son muy eficaces para la obtención de alimentos. Su secreto reside en ser filtradores. La filtración del agua es constante, alimentándose principalmente del plancton que habita en la columna de agua, es decir, de seres vivos microscópicos. Pero no son los únicos, ya que en el bentos marino este tipo de alimentación es muy común (foto 3). Existen diversos grupos de animales filtradores basados en la producción del plancton, como muchos cnidarios (y en ellos corales), esponjas, briozoos, muchos gusanos poliquetos, cirrípedos (percebes y bellotas marinas), ascidias y, como no, bivalvos.

Sin embargo, no deberíamos considerarlo un “sumidero” que atrapa el bentos, la materia y la energía. Se han descrito muchos mecanismos de fuga de energía de dirección contraria, y a modo de ejemplo, perfecto: la mayoría de los animales bentónicos, incluidos nuestros mejillones, tienen larvas planctónicas, es decir, salen del sustrato y se mueven libremente en la columna de agua hasta ser adultos. En este sentido, podemos citar las teorías del acoplamiento bentos/plankton. Muy interesante, pero de momento sólo nos quedaremos con que, al igual que en muchos lugares siempre se ha aprendido y enseñado, el plancton y el ventosa no son dos mundos totalmente separables, y el conocimiento de uno necesita de la ayuda del otro.

A los animales ligados al sustrato, el tipo de alimentación denominada filtración les permite tomar tanto presas microscópicas (de plancton) como materia orgánica fraccionada a cambio de un gasto energético nimino. En los filtrantes activos (es decir, la mayoría de las veces) la demanda energética total es inferior al 4%, mientras que en los pasivos (algunos cirrípedos, por ejemplo) el gasto se acerca a cero. Si tienen que esperar la “comida caída del cielo”, no es difícil imaginar cuál es la lucha entre los filtrantes: ocupar el sustrato. A medida que a lo largo de la evolución se han ido mejorando las máquinas de filtrado de los diferentes grupos de animales, se han producido invenciones hacia formas efectivas de llenado del espacio.

Por ello, ante uno de los mayores inconvenientes de los sustratos duros, el carácter bidimensional, algunos animales han inventado una tercera dimensión, siendo el caso más evidente el de los corales. Además, tanto en estos cnidarios como en algunas esponjas, briozoos y ascidias, podemos observar el desarrollo del colonialismo. La estrategia de formación de colonias resulta de gran importancia para afrontar el problema del espacio, pero también podemos encontrar una estrategia similar a la del litoral: mantos o saldos, es decir, otra forma de conseguir una superposición continua de la misma especie. Como el lector ya sabrá, muchas comunidades de Mytilus en son así. También los cirrípedos ( Balanus , Chthamalus ) que ocupan especialmente los niveles superiores intermareales. ¡Cuidado, pues estos animales no forman colonia!

Un ser vivo muy relacionado con la población

Foto 3. En una bancada de mejillones, además de los mejillones, pueden existir cirrípedos (pegados en las conchas de Mytilus), ostras (a la derecha de la imagen) y muchos otros animales filtrantes. En este tipo de comunidades el número de especies puede ser relativamente elevado. (S. Pagola Carte).

Todavía no hemos hecho apenas mención a las algas, pero su importancia en los hábitats costeros es muy elevada. De hecho, para determinar los cinturones de zonación antes mencionados son los seres vivos que más peso llevan. Una vez que la energía solar es aprovechable para otros seres vivos, no hay que decir que tienen un papel especial en las cadenas alimenticias. Sin embargo, antes hemos hablado de la superioridad de los filtrantes... Las algas y los animales filtrantes compiten en las zonas intermareales de nuestras latitudes. Cada uno de ellos “gana” depende de factores como la exposición al oleaje, la altura del cinturón intermareal y la concentración de materia orgánica que transporta el agua. Los valores altos de estos parámetros, en general, están relacionados con la victoria de los filtrantes. En los niveles inferiores de la zona intermareal, además, se puede producir el predominio de los mejillones.

La alta concentración de materia orgánica es un indicador de cierta “contaminación”. Esta contaminación puede ser “natural”, por ejemplo en las rías, pero en algunas bahías de nuestra costa no es más que contaminación humana. Además de dominar las zonas intermareales, la consecución de niveles de superposición importantes de los mejillones en los hábitats submarinos puede ser considerada como un problema grave. En los primeros metros submarinos, en realidad, tenemos una parte fotófila (muy influenciada por la luz) donde el desarrollo de las algas debería ser fundamental. Dado que las partículas arrastradas por el agua no dejan pasar los rayos de luz y estas partículas son una fuente de alimentación maravillosa para los filtrantes, el crecimiento de las algas se reduce. En este punto puede resultar bastante interesante el caso de los alrededores del colector de Sagüés de Donostialdea al que ha hecho referencia Ibáñez: En 1978 se incrementaba el saldo de mejillones de alta densidad. Años más tarde, tras el cierre del matadero del barrio de Gros, desapareció. En este contexto, el mismo autor ha destacado que en 1935 el naturalista Fischer-Piette consideró pacífico este molusco en la costa vasca.

La relación de los mejillones con la contaminación no termina ahí. Su utilidad en los estudios medioambientales es remarcable (Foto 4). La ventosa marina es muy sensible a la contaminación, por lo que los investigadores recurren a menudo a seres vivos autóctonos para conocer la situación del medio marino. Se trata del uso de indicadores biológicos. Los indicadores biológicos son aquellos seres vivos o conjuntos de seres vivos que, de forma segura y práctica, determinan el estado de un ecosistema en función de variables bioquímicas, citológicas, fisiológicas, etológicas o ecológicas, y permiten predecir lo antes posible sus cambios naturales y los producidos por el ser humano. No hay que decir que la información que se puede obtener por presencia, abundancia o características de animales y algas es tan grande como la longitud de una misma definición. En este sentido y en sustratos duros, podemos decir que los mejillones son los reyes.

¿Ordenación de capas para favorecer la diversidad?

Foto 4. Además de la capacidad de vivir en zonas de alta concentración de materia orgánica, la relación de los mejillones con la contaminación no termina ahí, la utilidad que tienen en las investigaciones medioambientales es de destacar. Es el rey de los indicadores biológicos en sustratos duros.
S. Pagola Carte

Sin embargo, a menudo, para conocer el estado de los ecosistemas puede resultar más práctico analizar la estructura de todo el ecosistema mediante la cuantificación de los seres vivos. La importancia o significación ecológica de los saldos de mejillones antes mencionados se encuentra así. Los saldos que forman los bivalvos del género Mytilus se consideran “estructuras de élite”, ya que dejan y protegen la vida de otras especies. Aunque la formación de estas comunidades es consecuencia de la superación del problema espacial, puede ofrecer ventajas adicionales: a) a los mismos mejillones: con una reducción suficiente de la corriente de agua se facilita la filtración; b) al resto de los animales de la comunidad: ofrece protección y sustrato para un gran número de animales, tanto móviles como adheridos; los nuevos flujos de corriente que generan aseguran la fuente de alimentación; la fauna de los bivalvos como de los diordetritos.

Por tanto, aunque muchas veces se encuentran en lugares contaminados, el número de especies de invertebrados en estas estructuras puede ser muy elevado. Podríamos pensar que la biodiversidad también es muy alta, pero esta última no siempre tiene que ser cierta. Si seleccionamos índices de diversidad a la hora de medir la diversidad de los seres vivos de un hábitat, además del número de especies, medimos la distribución entre los individuos o las distintas especies de biomasa. En la figura 1 se muestra un ejemplo muy gráfico en el que se han muestreado diferentes puntos a lo largo de un gradiente de contaminación en la costa. A medida que aumenta el nivel de contaminación, podemos observar un descenso "típico" en el número de especies, pero el índice de diversidad medido sufre un descenso muy importante en las zonas de saldo de mejillones. Tras esta paradoja se encuentra la superioridad que supone la enorme biomasa de mejillones. Hablamos de especies clave (“keystone species” en inglés) cuando las características principales de la comunidad y la propia estructura se encuentran bajo una o pocas especies. En el caso de Mytilus podemos decir que tenemos una especie clave.

En los saldos de estos bivalvos considerados como “competidores de alto nivel”, como hemos dicho, el número de invertebrados puede alcanzar valores extremos, hasta llegar a cientos de especies. Suchan ha estudiado bien estas comunidades y, como él mismo ha explicado, en estas enriquecidas comunidades se pueden distinguir tres capas (ver figura 2): 1- Matriz de conchas de mejillones vivos y muertos, que puede ser una capa simple o estar formada por varias capas de animales; 2- Sedimento acumulado bajo los mejillones; 3- Conjunto de seres vivos de gran diversidad. La tercera capa no tiene forma de capa, ya que son animales que habitan en las otras dos capas mencionadas. Y es que en cualquier rendija encontramos algún cangrejo. Otro ejemplo espectacular de este último es el conocido caso de Mytilus, un grupo de animales que habitan sobre sus conchas, ¿quién no los ha visto cuando comía mejillones?

Disturbance y sucesión, ecológico

Foto 5. A lo largo de la sucesión ecológica, la función de los herbívoros es abrir los huecos entre las algas y posibilitar la colonización de animales adheridos. En la imagen, un molusco gastrópodo del género Patella.
S. Pagola Carte

En la ecología del litoral podemos ver otros dos conceptos interesantes que no quisiera dejar de mencionar. Los dos, cuando hablamos de mejillones, tienen un lugar muy apropiado y entender su dependencia no es nada difícil. La sucesión ecológica se definiría como el patrón de colonización y destrucción continuos en una dirección que sufre una población en un lugar y no se produce en función de las estaciones del año. El siguiente ejemplo dará un poco de luz a esta larga frase: en el nuevo sustrato duro de la zona intermareal, probablemente algún tipo de algas (generalmente verdes) comenzaran a crecer antes.

Poco después, será el turno de los herbívoros, y así comprobaremos a gusto los paseos alrededor de las algas de lapa moluscos gasterópodos. En los huecos que se abren detrás de estos animales inertes será posible la aparición de los cirrípedos antes mencionados, ya que la larva planctónica contiene las aguas. Junto a ellos, llegarán las larvas de los mejillones y se pegarán al sustrato con filamentos de algas microscópicas. A partir de ahí, y en plena competencia con otros seres vivos, ganarán la mayor parte del espacio si se cumplen las condiciones físicas que ya conocemos.

A pesar de que con el tiempo algunos mejillones morirán, les esperan más jóvenes, y de esta manera dinámica encontraremos una comunidad similar en los próximos años. Damos por alcanzada una cierta “estabilidad”. No obstante, para iniciar el proceso de la sucesión será necesario disponer de un sustrato nuevo (como en el ejemplo) o “limpio”. Las limpiezas naturales de algunas zonas pueden ser debidas al oleaje y en el caso de los saldos bivalvos son bastante comunes. De la misma manera, debido al peso de los mejillones, los tramos de medio metro cuadrado pueden ir al agua, apareciendo claros.

Este tipo de sucesos se han denominado en inglés “disturbance” y no son más que acontecimientos que eliminan la mayor parte de la biomasa de una comunidad. Como consecuencia de estos acontecimientos se rompe la continuidad litoral, para una zona de tamaño medio, se ponen de manifiesto todas las etapas de la sucesión y, en definitiva, se produce un aumento de la biodiversidad. Desde esta perspectiva, son la forma en que la naturaleza da opción a cada especie a la perturbación natural de los ecosistemas. Algo parecido encontramos en los incendios naturales que sufren tanto la vegetación mediterránea como los bosques de coníferas norteamericanos...

Como has podido comprobar, lector, aunque hemos podido adentrarnos un poco en la vida de nuestros mejillones Mytilus, hemos utilizado estos animales como herramientas para introducir sólo la punta de la nariz en la ecología litoral. La excusa de los mejillones, por lo tanto, de los costeros que nos pueden resultar tan complejos en los ecosistemas marinos, no ha hecho sino esbozar algunas pinceladas. O, según el título, hemos mencionado un montón de curiosidades. Y además han sido once, ¡cuéntanoslo si no!

Figura : A medida que aumenta el nivel de contaminación a lo largo de un gradiente de contaminación, podemos observar una disminución “típica” del número de especies de las comunidades intermareales, pero el índice de diversidad medido presenta un descenso muy significativo en las zonas de saldos de mejillones. Tras esta paradoja se encuentra la superioridad que supone la enorme biomasa de mejillones.

Figura : Policromado (Pimódromo) Poliácrustáceo (Poliápodos); Poliápodos Crustáceo (Poliápodos); Poliápodos Crustáceo (Pimódrico); Trípodo Blanco); Tricofráceo (Cernípodo); Cernípoda (Cerco); Los hilos de los mejillones están marcados con la letra “q”.

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