El hombre Homo sapiens en su soledad
2016/03/01 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria
Hasta poco tiempo, la pregunta tenía una respuesta sencilla: H. sapiens es el vértice de la evolución, el mejor de los que estaban en su rama y el que mejor se ajustaba al entorno. Esta superioridad le ha llevado a la cima. En los últimos años, sin embargo, los arqueólogos han descubierto indicios que cuestionan esta hegemonía absoluta. Teniendo en cuenta estas huellas, parece que aquellos otros seres humanos no eran tan “atrasados” ni tan diferentes de nosotros. Responder a la pregunta anterior no es tan sencillo.
Los expertos María Martinón-Torres, Carmen Manzano Basabe, Joseba Ríos Garaizar y Diego Garate Maidagan se han planteado en varias ocasiones esta pregunta y, aunque no tienen una respuesta concluyente, han expuesto sus hipótesis desde el punto de vista particular. Si tuvieran que responder en una sola palabra, las palabras serían: versatilidad, cultura, crecimiento demográfico y complejidad.
Versatilidad
María Martinón es investigadora de la Universidad de Londres y está especializada en la antropología dental. Dice que todas las especies necesitamos sitio. “Lo necesitamos como individuos, pero también como especies. Y esto no es sólo cosa del hombre, sino que también ocurre con cualquier otro ser vivo, sea animal o vegetal. En ecología se conoce como el txoko ecológico; en definitiva, cómo consigue que la especie avance, qué papel juega en la naturaleza”.
En este sentido, Martinón ha señalado que la especie Homo sapiens es extremadamente adaptable: “ha demostrado una versatilidad sin precedentes que le ha llevado a ocupar todos los lugares del planeta, excepto el fondo marino, ¡de momento!”.
Sin embargo, más allá de la expansión geográfica, Martinón considera que la clave es: “ha aprendido a hacer de casi todo”. Dicen que un ser humano aprovecha todas y cada una de las posibilidades que tiene para avanzar y así no deja sitio a nadie: “La única manera de convivir con nosotros sería que no compitiera con nosotros, ocupase otro lugar. ¿Pero hemos dejado sitio?”
Martinón rechaza: “Homo sapiens es cazador, recogedor, pescador y ganadero. El Homo sapiens está formado por predadores y presas, líderes y dependientes. Dentro de los homos sapiens las luces y no tan claras tienen cabida, perviven fuertes y débiles, introvertidos y abiertos, agresivos y pacifistas. Entran habilidosos y torpes, capaces de inventar la tablet, pero que no acierta a freír el huevo y al revés”.
Además, Homo sapiens ha recordado que come de todo, pero que hay quien nunca come carne y no prueba las verduras. “Y puede vivir en el campo, en la ciudad, en la playa, en el desierto y en un iglú”.
Así, con su versatilidad y diversidad, no ha dejado sitio a nadie. Martinón tiene claro: “Es muy difícil competir con una especie dispuesta a probar, todo, incluso lo que no le corresponde (por ejemplo, volar). No hay nada que no nos interese. Hemos tomado el txoko ecológico de cualquier otra especie humana”.
Cultura
Carmen Manzano, profesora de antropología de la UPV, cree que la clave es la cultura: “Ahora se está investigando hasta qué punto los neandertales tenían una cultura desarrollada y el lenguaje. Ahí hay un debate, hay algunos que no están de acuerdo, pero Chomsky dice que el lenguaje simbólico, complejo, lo tenemos solo nosotros, H. sapienso. Este lenguaje indica que ha habido un cambio en el encéfalo que es necesario para tener un lenguaje como el nuestro y desarrollar la cultura. Yo no soy lingüista, pero en eso estoy de acuerdo con Chomsky”.
Aunque se han encontrado algunas manifestaciones simbólicas realizadas por los neandertales, según Manzano son “escasas”. “Las de nuestra especie son muy ricas, numerosas y se han trabajado en todos los grupos humanos”.
Manzano ha recordado también una cita del director de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga: “Arsuaga dijo una vez que la identidad colectiva es muy importante en los fenómenos culturales humanos. Y los símbolos son una seña de identidad colectiva. Y nuestra compleja simbología, en mi opinión, demuestra que tenemos una identidad colectiva muy fuerte. Y también de uno mismo, como se puede ver en los adornos. Para mí la clave está ahí”.
Manzano ha explicado que para llevar a cabo la cultura se necesita un gran equipo y cree que esto tuvo mucho que ver: “La cultura es una innovación que se le ocurre a alguien. Cuanto más sea, más posibilidades hay de que alguien tenga una idea. Y cuando el hombre moderno llegó a Europa, los grupos neandertales eran muy pequeños, debido al cambio climático, etc. En mi opinión, eso fue determinante”.
Profundizando en la idea de la cultura, Manzano ha mencionado también el “txoko cultural”. “Algunos dicen que nuestra especie inventó un nuevo rincón: el cultural. Eso es una nueva presión selectiva”.
Y lo relaciona con el efecto Baldwin: “El efecto Baldwin explica que un nuevo comportamiento (puede ser cultural o tecnológico) puede influir en la genética. Se trata de una hipótesis en la que quienes tienen la capacidad de idear o interiorizar un progreso poseen un componente genético que les permite tener cerebros especiales o redes neuronales más flexibles. Es posible que en nuestra especie, cuando se ha inventado un progreso, los individuos que mejor lo han inventado o asimilado han tenido más descendientes. Como hemos dicho, es una hipótesis, pero esto supondría un aumento de este componente genético en el grupo”.
Manzano cree que es posible que el efecto Baldwin “tenga una influencia evidente” en el origen de nuestra especie. “Esto supondría un aumento importante de la densidad de grupos. Y cuando llegaron a Europa y se encontraron con los neandertales, los asimilaron”.
De hecho, Manzano nunca ha creído que los neandertales y los H. sapiens no se cruzaron entre sí. “Aunque los primeros datos genéticos lo decían, yo nunca pensaba que era así, porque había otros datos que sugerían que había algún tipo de cruce”. El tiempo le ha dado la razón, porque ahora está claro que los neandertales dejaron huella en nuestro genoma y por tanto se cruzaron con H. sapiens.
Así se representa ese pasaje europeo: “Los grupos neandertales eran pequeños y estaban debilitados, los de nuestra especie eran muchos y formaban grandes grupos. Y sobre todo tenían una personalidad colectiva muy grande. Y entonces se produjo la asimilación. En Asia ocurrió lo mismo: los denisoveses, algunos H. erectus, H. floresiensis... estaban pero, por un lado, no se cruzaron porque no les gustaron y, por otro, eran más los recién llegados”.
Crecimiento demográfico
La pregunta ha generado nuevas preguntas a Joseba Ríos Garaizar, investigador del Centro de Investigación sobre Evolución Humana CENIEH. Sin embargo, se atreve a responder, “porque es cierto que en su día hubo cuatro especies a la vez: neandertales, denisoveses, humanos de la isla de Flores y nosotros. Y sólo nos quedamos nosotros”.
A pesar de ello, considera que la explicación no es nada sencilla: “H. Sólo aguanta la sapiens, pero al principio se iba a mezclar con otras especies, al menos neandertales y denisovesas”. Además, considera que también tendrían procesos de extinción los H. sapiens, pero limitados: “Probablemente los primeros H. sapiens que vinieron a Europa desaparecieron por completo. Pero de eso sabemos muy poco”.
A pesar de la pérdida de aquellos primeros equipos que viajaron desde África a Europa, Río explica que la población africana creció constantemente. “Y una de las opciones que encontraron para avanzar fue coger otros lugares. Así fueron saliendo en las ondas”. Para Ríos, esto tiene que ver directamente con el éxito de nuestra especie.
Dice que los neandertales no tenían ese comportamiento: “Los neandertales estaban en Europa y se encontraban en un estancamiento demográfico. También sufrieron crisis demográficas, como lo demuestran los estudios genéticos de fósiles de El Sidrón (Asturias). En aquella época tendrían una menor diversidad genética, pero fueron capaces de repoblar toda Europa. Sin embargo, no salieron de Europa. Esto indica que su población era de alguna manera más estable, no creciendo como lo hace nuestra especie. Quizás tenían mejor equilibrio con su entorno, o incluso equilibrio social, y por ejemplo controlaban los nacimientos... ”
De hecho, considera este comportamiento como un rasgo característico de nuestra especie: crecimiento y expansión constante. Lo que no sabe es si la razón detrás es biológica o social. “Si es necesario, está por las dos, pero no sabemos, porque tenemos muy pocos datos sobre lo que ocurría hace 40.000 a 50.000 años en África, por ejemplo en Egipto, en Sudán... Si aclaramos esto, podremos responder a muchas preguntas. De ahí ha salido siempre el hombre hacia el norte, y es posible que sea esa la solución que ha encontrado al cambio climático, a la escasez de recursos o al crecimiento demográfico”.
Rios advierte que hoy seguimos haciendo lo mismo. “No tomamos medidas para limitar la población, damos mucha importancia al cuidado... En ese sentido somos una especie muy especial”.
Volviendo al pasado, cree que ese mismo crecimiento supondría la aparición de obras de creación, avances tecnológicos y mecanismos sociales. “Parece que el simbolismo aparece de repente en Europa de la mano de H. sapiens y con una calidad estilística muy alta. Pero esta improvisación no tiene sentido. Seguramente ya lo tenían pero no lo necesitaban. ¿Y cuándo lo necesitan? Cuando tengan que desplazarse y mantener la cohesión dentro del grupo. Para ello se necesitan mecanismos sociales, y uno de los mecanismos sociales son los símbolos, los símbolos que unen a la gente. Por lo tanto, la creatividad, la tecnología y los mecanismos sociales que han propiciado el crecimiento han dado el éxito a nuestra especie de momento”, afirma Ríos, poniendo la fuerza en esta última palabra. De momento.
Complejidad
Diego Garate Maidagan, investigador de la Universidad de Tolosa y técnico del Museo de Arqueología de Bilbao, ha recordado una especie que no ha sido citada por expertos anteriores: Hombre de la cueva del ciervo rojo. Explica que fue coetáneo del neandertal, de los denisovares, del hombre de Flores y de H. sapiensa [los fósiles han calculado que tienen entre 14.500 y 11.500 años], pero parece que desapareció sin confundirse con ellos.
“No sabemos mucho de ellos, en definitiva, sólo tenemos esos fósiles encontrados en dos cuevas de China [Longlin y Maludong]. Sin embargo, parece que, al igual que H. floresiensis, fue un grupo aislado que evolucionó de forma natural y que se extinguió por su cuenta”. Sin embargo, no descarta que en los próximos años aparezcan datos sobre los mismos y otros que aún no se conocen. “Una vez que hayan sido, comprenderemos mejor el panorama de la época”, explica Garate.
Sin embargo, Garate cree que los “grandes protagonistas de la película” son neandertales y H. sapiens. “El resto de protagonistas aportan riqueza a la película y rompen la visión lineal, pero el nudo de la película se produce entre ellos”. A la hora de explicar la evolución de la película, ha seguido el mismo camino que Ríos (se les nota que llevan muchas horas trabajando juntos) y ha destacado la tendencia a migrar de nuestra especie.
Junto a ello, ha mencionado la idea de la complejidad: “Nuestra especie ha demostrado su capacidad de adaptación a los lugares en los que migraba, siendo clave para ello nuestra complejidad. Incluye la cultura, las relaciones entre grupos, la capacidad de controlar y dominar el paisaje, el impulso a la creación de nuevas actitudes... En realidad es una mera especulación, pero es cierto que en los últimos veinte años la visión ha cambiado mucho y dentro de veinte años tendremos otras preguntas que responder”.
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