Estructura del conocimiento sociológico (I)
1996/01/01 Bandres Unanue, Luis Iturria: Elhuyar aldizkaria
XVIII. La Ilustración del siglo XX enseñaba la crítica sobre la estructura social vigente a través del ambiente y el modelo científico derivado de las ciencias naturales. Por tanto, esta mentalidad recogía un objetivo revolucionario y científico. XVIII. Los pensadores del siglo XX creían que el hombre era perfecto y se oponían a todos los obstáculos absurdos que imponía la sociedad de su tiempo, y entre ellos, por supuesto, había una filosofía y una mentalidad escolástica defendidas por la Iglesia católica.
Por ello, la Ilustración fue considerada como el enemigo de la filosofía tradicional y, con ella, se trató de superar un criterio cerrado y dogmático sobre el mundo que imperaba en la Edad Media. Por lo tanto, este tipo de pensamiento generado es algo que debe ser renovado y debatido día a día y que los nuevos descubrimientos confirmarían o negarían actitudes o consecuencias aceptadas.
Por todo ello, desde el principio de la sociología aparecen dos grandes ramas. Por un lado, que Newton y otros científicos traten de utilizar la metodología empleada en las ciencias naturales en la investigación social y, por otro, que sean algo revolucionario e innovador respecto al modelo social vigente. A partir de estas dos ramas aparecerán dos tipos de sociología desde el principio y el XIX. Los creados en el siglo XX se mantendrán hasta la actualidad: el primero, basado en lo que se conoce como orden sociológico, en el que el modelo científico de las ciencias naturales tiene prioridad y el segundo, denominado revolución sociológica, utilizando el estudio científico, siendo el principal cambio social.
En este inicio de la sociología tenemos que citar como pionero al conde de Saint-Simon. Todos los pensadores, sin embargo, no son de la misma opinión y consideran a Auguste Comte como pionero, en la convicción de que él desarrolló la capacidad sistémica que le corresponde. Según ellos, Saint-Simon es un hombre de gran genio y sólo es el impulsor de Comte. Entre los que dicen lo contrario se encuentra Proudhon, que cree que el verdadero precursor de la sociología es Saint-Simon, y defiende que algunos principios sobre las clases sociales se deben a Saint-Simon.
El verdadero nombre del conde de Saint-Simon es Claude Henri de Rouvroy. Nació en París en 1760. Desde 1803 comienza a destacar su presencia intelectual y ese mismo año publica la obra titulada Ginebrako le carta. Tras el despido de la obra, se esquiló todo su dinero e intentó suicidarse en 1823 por medio de un tiro; afortunadamente lo consiguió y hasta su muerte en 1825 siguió trabajando con muchas aportaciones básicas.
En Saint-Simon son más notables las contradicciones de iniciación a la sociología, entre la tendencia revolucionaria y la conservadora. Por ello, en sus investigaciones se pueden encontrar todo tipo de conceptos, como la lucha de clases, el panteísmo, la exaltación de la mano de obra y del trabajo intelectual, el democraticismo de los trabajadores, el pacifismo, la ciencia, etc. Por lo tanto, beber en esta rica fuente pensadores de todo tipo es totalmente normal. La aportación de Saint-Simon, por tanto, debe considerarse un don normal.
Entre estas aportaciones básicas se encuentra un planteamiento que tendría un peso propio en el futuro: postular cuestiones para el debate de su posterior sociología occidental y poner sobre la mesa los problemas de la sociedad industrializada. Además, se debe a él aceptar la posibilidad de un método científico de investigación social y establecer la base del método positivista en este campo.
Orden sociológico
Tras la época napoleónica, en toda Europa se levantó una reacción contra las ideas difundidas por la Revolución francesa, es decir, el deseo de volver a la situación anterior para recuperar el antiguo régimen. El reflejo de este retorno político llegó también al terreno ideológico y se lanzó una fuerte corriente contra la revolución. Análisis del pensamiento contrarrevolucionario: orden, estabilidad, autoridad, costumbre, ley, símbolo, etc. fueron.
Tras esta reacción encontramos, entre otras cosas, la pérdida de estabilidad política del antiguo régimen y la ruptura de la relación entre la Iglesia y la monarquía que la provocó. El pensamiento contrarrevolucionario estableció unos principios y opiniones contrarios a la filosofía de la Ilustración y a la ruptura revolucionaria. Estos principios y consideraciones fueron posteriormente asumidos por la sociología o, más concretamente, por su rama denominada sociología del orden.
Los pensadores contrarrevolucionistas trataron de encontrar una unidad orgánica en la sociedad y no un conjunto de individuos. Según esto, consideraban que la sociedad era algo vivo en su totalidad y que su vida era independiente de sus componentes, es decir, de los individuos. Por el contrario, se trataba de una mentalidad nominalista de la Ilustración, que se limitaba a considerar a los individuos en sus derechos e interacciones. Sin embargo, los pensadores contrarrevolucionistas consideran que la sociedad está por delante y por encima de los individuos. El hombre no es nada fuera del grupo o de la sociedad y el individuo sería algo inventado por los filósofos de la Ilustración. Según esto, Robinson Crusoe no existía.
Para los pensadores de contrarrevolucionar, las relaciones entre elementos internos en las organizaciones son las más importantes. A través de la idea de unidad orgánica de la sociedad, subrayaban el papel de la interdependencia entre las instituciones y ellas. Como consecuencia de ello, no se puede atacar a una parte de la sociedad sin atacar a toda la sociedad, por ejemplo creencias o costumbres.
Sin embargo, los principios del pensamiento contrarrevolucionario XIX. Se cree que se arraigaron en la sociología del siglo XX o en la sociología del orden. A pesar de estos principios, los presociólogos, como Auguste Comt, los derivaron de su contexto teológico reaccionario para integrarse en la sociología científica.
En la sociología del orden hay una mentalidad conservadora más que una ideología contrarrevolucionaria. La sociología del orden es, por tanto, conservadora pero no reaccionaria.
En la teoría contrarrevolucionaria o reaccionaria encontramos también el espiritualismo, es decir, la aceptación de ideas o espíritu como el primer agente de la sociedad. Por otro lado, se puede encontrar elitismo: reivindicar que las personas seleccionadas/masa, las autoridades/subordinadas o parejas similares se ajustan a la dinámica de la sociedad y son necesarias. Finalmente, se puede afirmar que el utopismo retrógrada también es uno de los pilares de esta mentalidad, lo que sugiere que el progreso democrático debería sustituirse por una estructura social clasista antigua.
En la teoría conservadora el espiritualismo se convierte en tradicionalismo. De acuerdo con ello, los cambios en un determinado ámbito son aceptados (sobre todo en el ámbito técnico-económico), pero mantiene los valores básicos de la estructura. En esta mentalidad también se puede encontrar elitismo, pero el significado de este concepto cambia: ya no prevalecerá la élite basada en la sangre o en la voluntad de los reyes, sino que será sustituida por una élite tecnológica con un papel específico en la sociedad.
Lo que se puede considerar elitismo de los eruditos ha llegado hasta nuestros días y se puede encontrar en la “teoría final de las ideologías”. De acuerdo con ello, el crecimiento del desarrollo ha traído consigo la renovación de los grupos de ideólogos habituales, y el grupo formado por sacerdotes, filósofos o legislados ahora es sustituido por el de los tecnócratas. Por último, la mentalidad conservadora, al margen del utopismo reaccionario, defiende la cesión del pasado y la aceptación de cambios y avances.
Auguste Comte, Herber Spencer y sociología del orden
Al estar íntimamente relacionados con la sociología del orden, cabe mencionar dos nombres: Auguste Comte y Herber Spencer.
El francés Auguste Comte (1798-1857) salió del ambiente opresivo de su provincia y se trasladó a París. Allí se formó en la escuela científica y tuvo la oportunidad de conocer todas las corrientes de conocimiento de su tiempo. En esta era de la crítica y la incertidumbre, la Sociedad comenzó a construir un sistema general orgánico que supuestamente quería y necesitaba. Ese deseo y pasión por el orden se puede apreciar en todos sus trabajos. Sin embargo, no se puede decir que acertara a compaginar bien estas intenciones con la ciencia, y muchas veces parece que cubrió sus prejuicios de alguna manera con una explicación científica. Sin embargo, su aportación es innegable, si bien el juicio sociológico de Comte y los modelos de la sociedad no son únicos, tal y como él y otros han querido, hoy en día se considera una de las opciones teóricas más importantes de la sociología. Por otro lado, Comt sistematizó por primera vez la forma de hacer sociología.
El inglés Herbert Spencer (1820-1903) representa a la burguesía local y de su época. La sociología de Spencer está basada en la dinámica social. La esencia de esta dinámica, aplicada al individuo, al conjunto de la sociedad o a la biología, se estructura en torno a dos ejes: los niveles de complejidad, uno homogéneo a heterogéneo y el grado de integración. En base a estos principios, Spencer clasificó todos los modelos sociales, desde antiguas tribus hasta modelos sociales europeos. Este tipo de clasificación basada en la complejidad será posteriormente extendida por todos los grupos sociales por todos los sociólogos funcionalistas.
Dado que Spencer hacía suyas las leyes del orden natural y de la elección, el antidemocraticismo y la necesidad de poner límites a la mayoría deben considerarse plenamente normales: “El derecho de la mayoría es un derecho plenamente condicionado, que sólo sirve dentro de unos límites”; “si no hay acuerdo, la mayoría no existe respecto a la minoría”. Su trabajo más brillante es el de El Hombre contra el Estado, donde nos dice que “teóricamente el aumento de la Libertad supondría en la práctica la reducción de las libertades”. Dijo que en la Inglaterra colonialista, derrotada en el mismo texto, también se estaba dando un retroceso sociológico y que la solución más adecuada sería acudir al Estado militar. No supo expresar esa paradoja.
Por último, se puede decir que este libro es un ensayo sobre la “superstición política dominante”, y eso es una nota a tener en cuenta para las generaciones conservadoras: “los derechos divinos de los reyes han sido sustituidos por los derechos divinos de los parlamentos”.
Gai honi buruzko eduki gehiago
Elhuyarrek garatutako teknologia