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Diálogo con las abejas

1990/12/01 Otaolaurretxi, Jon Iturria: Elhuyar aldizkaria

Recientemente los investigadores han conseguido elaborar una abeja artificial. La abeja artificial agita sus alas y transmite mensajes a las abejas normales del interior del panal. Lo más sorprendente ha sido, además, el de las abejas normales, que han recibido esos mensajes o órdenes y han cumplido con lo que se les había prometido.

Cuando en 1927 el científico Karl von Frisch, ganador del Premio Nobel en 1973, comenzó a comprender el idioma de las abejas, J.B.S. El biólogo inglés Haldane decía: Algún día seremos capaces de mandar a nuestras abejas que vuelen durante cinco minutos hacia el sureste y que brotan este manzano. Para ello necesitamos una maqueta de abejas. Esta maqueta deberá realizar movimientos adecuados y puede que tenga que emitir sonidos y olores adecuados.

Unos sesenta años después, esta predicción se ha cumplido a través de la abeja electrónica. Se trata de las abejas electrónicas que traducen el lenguaje humano al idioma de las abejas.

Aunque hasta ahora no se había inventado cómo traducir, ya se conocía bastante bien el idioma de las abejas. Karl von Frisch descubrió que las abejas se informan mutuamente a través de dos movimientos rítmicos o tipos de danza. Hay danzas circulares y otras que forman la forma de 8 cifras.

La danza circular significa que la comida está a menos de 100 metros de distancia y la danza de 8, que está más lejos.

Periódicamente una pequeña bomba envía un poco de azúcar de agua para premiar a las abejas que se acercan al robot.

Los científicos no aceptaron en un primer momento este sorprendente descubrimiento, pero sin duda von Frisch aclaró definitivamente las cosas. Durante la emisión de una serie de conferencias en Norteamérica, los oyentes no le enseñaban como es habitual el calor en sus descubrimientos. Von Frisch quería expresar a sus oyentes las danzas que realizan las abejas en el panal de cera de la colmena de vidrio. Sin embargo, para que las abejas se pongan a bailar, tenían que haber dicho, por ejemplo, que a cierta distancia de la colmena había comida en un lugar determinado.

Para ello, el señor Von Frisch encargó a un ayudante la salida y ocultación del bote de miel y de unas pocas abejas de la sala de ensayos. Al igual que el científico, las abejas fueron de la bota de miel a la colmena y comunicaron a sus compañeros de trabajo dónde estaba la miel mediante danzas.

Al final de la charla, von Frisch quiso recuperar el bote de miel, pero su ayudante no aparecía. Entonces la mujer del científico le dijo públicamente al marido: ¿Por qué no les preguntas dónde está el bote de miel?

Von Frisch midió el ritmo de las danzas con el cronómetro a las abejas y el ángulo que formaba el cuerpo de los dantzaris con la vertical a través del porta-ángulos. Conociendo con precisión estos datos, el ponente partió con sus oyentes en busca del bote y lo encontró enseguida.

Con la abeja electrónica se da un paso más en la comunicación de las abejas. Los científicos daneses Michelsen y Andersen en la Universidad de Oabe, investigadores alemanes Kirchner y Lindauer en la Universidad de Wurzbourg, han preparado una abeja artificial especial. Tiene la capacidad de informar a las abejas comunes y de enviar a las abejas a un punto concreto elegido por el hombre.

Estos científicos han tomado como base para su trabajo el ritmo de la danza (el ritmo es inversamente proporcional a la distancia al lugar donde se encuentra el alimento) y la dirección (la dirección se define con el ángulo formado por las direcciones al Sol y al lugar de los alimentos).

Este ángulo se sustituye en la cornisa por el ángulo que forma el cuerpo del bailarín con la vertical cuando está vibrando. Hay que recordar que los panales están verticales.

Además, el sonido es importante. Gracias a la vibración de las alas, las abejas sacan una brocheta especial y así también se intercambian información.

Por último, la abeja bailarina entrega a los trabajadores un poco de nectare recogido en su salida, aportando información química.

La abeja artificial tiene en cuenta todo esto cuando tiene que funcionar. Es una pieza de cobre encerada que imita de alguna manera la forma de la abeja. También tiene una parte de la lámina de afeitar.

A través de los micromandos y micromotores que se rigen por un programa, la abeja artificial baila de 8 formas, modificando adecuadamente el eje de la abeja hacia la vertical. El sur artificial también vibra gracias a un electroimán y emite sonidos de frecuencia de las abejas reales. Además, periódicamente una pequeña bomba envía un poco de azúcar de agua para premiar a las abejas que se acercan al robot.

La abeja artificial se encuentra en el interior de la colmena antes de empezar a funcionar, ya que así se contamina con los olores locales y las abejas obreras no lo toman como extraño.

La abeja artificial ha tenido un gran éxito de comunicación. Ha hecho saber a las abejas trabajadoras que hay comida en un lugar desconocido, y éstas han entendido el mensaje. La transmisión de datos no es tan exacta como entre abejas naturales, pero sí existe transmisión.

Una abeja que encuentra flores de interés, vuelve a la colmena para informar a sus compañeros. Para ello realiza un baile especial en forma de 8 cifras reclinadas en el panal. Su abeja entiende lo que significa este baile y así saben a dónde deben ir en busca de flores. Entre el eje central y la vertical del 8 se encuentra el mismo ángulo entre el Sol y las flores. (En la colmena los panales están verticales, aunque nosotros los hemos colocado en horizontal para poder verlo mejor aquí). Al mismo tiempo, el bailarín vibra las alas mientras usa su cuerpo en zigzag. Indica la distancia a la que se encuentra la alimentación y si existe mucho o poco. Detrás del dantzari las abejas obreras deben estar cerca y alerta para detectar el aire que vibran con sus antenas.

Las abejas obreras piden al bailarín algo de comida que ha traído, golpeando con su pecho el panal. Las vibraciones así generadas son detectadas por la abeja bailarina a través de las piernas, dando un poco de nectare a sus compañeros. De este modo, saben qué tipo de flores van a ir y qué tipo de néctares van a traer.


La abeja electrónica puede repetir todo lo que hace la abeja bailarina. El electroimán "a" hace vibrar el ala "b" en la misma frecuencia, el micromotor "c" permite que su cuerpo pueda formar una figura de 8 y la microponpa "d" envía azúcar de agua a las abejas reales. Así, los investigadores han hablado con los obreros. Además, han comprobado si han entendido bien o no lo dicho, viendo que han ido en busca de néctares a su destino. (Nota: Para ver bien esta imagen puedes ir al pdf):

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