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Enfermedades de los derivados

1995/11/01 Agirre, Jabier - Medikua eta OEEko kidea Iturria: Elhuyar aldizkaria

Su vida es una lucha constante contra el paso de las horas, contra los demás e incluso contra uno mismo; calma las mordeduras del hambre con un bocadillo al mediodía, muchas veces sin mirar entre papeles; o viceversa, resuelve sus tratos con los clientes con comidas pesadas, con abundante comida; duerme poco y, en los casos en que quema, con el cigarrillo de quien casi ha terminado un cigarro. Como contrapartida a este enorme gasto energético que suele exigir el elogio y el éxito, el ejecutivo debe pagar un alto precio: infarto, úlcera, etc., sobre todo por el estrés. Estos son los riesgos a los que se enfrenta.

Riesgo Infarto

Influenciado por un estilo de vida caracterizado por la hipertensión y la obesidad, el estrés, el tabaco y el alcohol, el comportamiento ante la angina de pecho, el accidente cerebral y forestal, el cáncer de pulmón y la úlcera gastroduodenal es muy estimulante.

De todas estas combinaciones posibles, el riesgo coronario, la adición al trabajo y la depresión son las tres cruces del yugo. Estas son las claves de una terrible estadística que hace una veintena de años generó una gran preocupación entre los médicos, extendida a lo largo y ancho del mundo como una epidemia: cuatro de cada diez hombres de cincuenta años de este perfil no llegaban a los 65 años, la edad de jubilación. En la actualidad, sin embargo, las medidas adoptadas a nivel preventivo han permitido que la curva de supervivencia y la esperanza de vida hayan aumentado considerablemente entre los accionamientos.

El alto nivel de colesterol, la presión arterial alta, el hábito de fumar, el estilo de vida sedentario y la obesidad, causadas por una alimentación inadecuada y desequilibrada, son los motivos por los que los compulsivos afectan a un porcentaje tan elevado de enfermedades coronarias. Y para entender esta prevalencia de infarto de miocardio, hay que tener en cuenta que el desempeño del cargo está incluido como una droga, con la ansiedad, la tensión y la inseguridad que ello conlleva.

El estrés, un duro rival

Sin embargo, el peor enemigo de los accionistas es el estrés. Este componente es imprescindible y necesario en la marcha de la vida, para poder mantener un equilibrio interno ante una situación de amenaza externa (esta amenaza puede ser tanto un traumatismo como una infección, como un trastorno laboral o familiar). Sin embargo, el estrés que puede ser positivo en estado neutro se introduce actualmente en la franja negra, asociada a esta situación de ansiedad, tensión, taquicardia, soledad e inestabilidad.

Como contrapartida a este enorme gasto energético que suele exigir el elogio y el éxito, el ejecutivo debe pagar un alto precio: infarto, úlcera, etc., sobre todo por el estrés. Estos son los riesgos a los que se enfrenta.

El exceso de estrés, es decir, la situación de tensión del cuerpo que se ve obligado a poner en marcha sus defensas en el mundo de los accionamientos y del personal directivo, puede provocar cambios de personalidad muy graves hasta llegar al suicidio. En cualquier caso, es un factor de riesgo muy claro en los accionamientos.

El síndrome del estrés no se repite, sino que se desarrolla en varias fases:

  • La reacción de alarma es la primera, dura unos pocos segundos, por lo que la persona queda paralizada (los neurofisiólogos le llaman estado de shock). En esta fase se reduce el tono muscular, la tensión arterial y la temperatura corporal. El azúcar, el cloro y el sodio también se reducen y, finalmente, el colesterol, el potasio y los ácidos grasos aumentan.
  • En la fase de contrashock el pulso se acelera, el corazón bombea sangre a un ritmo trepidante, aumenta la rapidez de la respiración, aumenta el aporte de oxígeno y azúcar a los órganos y aumenta el nivel de glucosa en sangre.

El estrés, como mecanismo defensivo, consiste en una capacidad similar en el sistema nervioso y en las glándulas de la secreción interna. Las agresiones provocan reacciones tanto centrales como periféricas para mantener la estabilidad del medio interno. El oxígeno y los nutrientes se dirigen al nervio central y al lugar de ataque, aumentan la frecuencia cardiaca, la tensión arterial y el ritmo respiratorio, liberan glucosa y metabolizan las grasas. Todo ello para obtener más sustancias necesarias para la lucha o la fuga.

Por otra parte, las defensas se reducen. Al encender la alarma se desprende la noradrenalina, la hormona de la lucha, y la piel de las glándulas suprarrenales de hipofisaria, secretan el eje cortisol, la segunda hormona del estrés.

  • A continuación se presenta la fase de resistencia, con dos opciones: recuperar el equilibrio perdido o pasar a la fase de agotamiento. Se dice entonces que esta persona está “quemada”, es decir, cuando predominan los síntomas de cansancio y agotamiento crónicos, incluso en reposo y después del sueño; inrelajación e irreversibilidad del trabajo; energía y falta de motivación; insomnio, dolor de cabeza, dolor de espalda, taquicardia, sudoraciones, manos mojadas; fobias a lugares y situaciones concretas, pureza y obsesión por el orden.

El estrés, tanto físico como psicológico, provoca la fatiga y el desgaste corporal, lo que provoca un envejecimiento acelerado y un empeoramiento de la salud, y la consecuencia final es la puesta en marcha de varias enfermedades.

Úlcera gastro-duodenal

La úlcera de estómago y duodeno, que sufre una de cada veinte personas, es la enfermedad que más se identifica con el estrés y que mejor se identifica. Pero la alteración bioquímica que conlleva el estrés (con ALTH y abundante secreción de cortisol) también provoca otras enfermedades: anorexia mental, crisis de ansiedad, tensión premenstrual, hipertiroidismo, estados depresivos con insomnio, etc. Además, se está llevando a cabo una serie de estudios sobre la posible incidencia del estrés en la colitis ulcerosa y el asma bronquial.

¿Qué hacer, por tanto, contra el estrés?

Desde el punto de vista farmacológico, los efectos nocivos de esta enfermedad en los procesivos han dado lugar a la aparición en los últimos años de numerosos medicamentos para luchar contra la situación de postestrés. Entre ellos, el magnesio, un péptido muy parecido al que produce el cerebro durante el sueño, y otro péptido que bloquea los daños causados por el estrés a nivel de sus receptores.

Junto a estos antídotos hay que utilizar el descanso, las vacaciones y los estudios especiales para que no sustituya el estrés que ha provocado esta situación por otro: sus relaciones personales y laborales y aprender a reestructurar su autoestima). Este tipo de “cursos” se imparten en las colonias especiales de verano.

Si el ejecutivo combina la reconducción del estrés con el cambio en los hábitos alimenticios, hará un gran avance preventivo en la lucha contra las enfermedades coronarias y cardiovasculares. Cuando el accionamiento se alimenta en estado tensional, sin masticar adecuadamente y sin realizar un descanso psíquico y físico real, produce alteraciones de la secreción y movimientos estomacales e intestinales, lo que se traduce en gastritis, digestiones pesadas, dolores abdominales y alteraciones del vaciado intestinal.

Menos grasa y menos sal: ahí está la clave contra la arteriosclerosis (y no olvides su relación con la hipertensión, la diabetes, la obesidad y las grasas de la sangre, el colesterol). Ni qué decir tiene que deberá evitar o al menos reducir el consumo de tabaco y alcohol.

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