Por Artikutza
1992/06/01 Albisu, Alex Iturria: Elhuyar aldizkaria
La finca de Artikutza tiene 3.700 ha. Al estar todo el terreno en Navarra, limita al norte con los terrenos de Oiartzun y Lesaka, al este con los de Arantza, al oeste con los de Goizueta y al sur con los de Labaien y Zubieta.
Es, por tanto, un terreno muy interesante que tenemos muy cerca a los guipuzcoanos, ya que las barbaridades de la naturaleza que ha sufrido y soporta Gipuzkoa son notables, y salvo algunas zonas de Aralar y Hernio, las posibilidades de disfrute que el entorno puede ofrecer a los amantes de la naturaleza endor a pocos pasos.
Así pues, ya se ha dicho qué tipo de naturaleza podemos encontrar, pero para conocer de verdad Artikutza y poder quererlo quizás alguna vez es necesario conocer un poco de historia.
Las escarpadas tierras de Artikutza han tenido un gran potencial económico desde siempre y, en consecuencia, la humanización de este territorio es también antigua. Nuestros antepasados vascos han conocido desde tiempos remotos y no debe sorprendernos salir de estos extensos bosques todo lo que necesitaban para vivir.
Aquellos antiguos vascos sólo podían vivir con la caza y la recogida de frutos. Entonces, las posibilidades de vida de los animales eran únicas si nos fijamos en la geomorfología de Artikutza, y en la actualidad también en la situación y potencial de los distintos bosques.
Somos conscientes de que fueron ellos los que vivieron, sobre todo de las numerosas estructuras megalíticas que se han encontrado. Y en el interior de Artikutza, sin demasiada dificultad, podemos encontrar estructuras de estas características en forma de túmulo, mairubaratz o dolmen.
Dando un gran paso a lo largo de la historia, nos dirigiremos a la Baja Edad Media, momento en el que sufrió su primera y casi única agresión ecológica.
Esta tierra, cubierta de bosques, sufrió las tensiones de los señores desde 1270 hasta 1815. Ese año (1815), coincidiendo con los de las mañanas, la tierra de Artikutza se acondicionó tal y como hoy conocemos, quedando todo fuera de la mano de Orreaga.
Pero desde la Edad Media, la importancia de la ganadería y, sobre todo, de la metalurgia del hierro. Y a través de ellos entraremos en el ataque ecológico mencionado. Al principio se fundía el hierro en los orificios realizados en las laderas de los montes denominados “haizeola”. Luego la explotación pasó del monte a los ríos, utilizando la fuerza del agua y formando auténticas ferrerías.
Estas, denominadas “ferrerías”, fueron proliferando a lo largo del tiempo y sufrieron grandes avances en la búsqueda de un mayor rendimiento en la estructura para obtener hierro. Pero las consecuencias que la civilización de esta tierra, a pesar de su progreso social, provocó para la naturaleza fueron desastrosas. Para hacer carbón vegetal, se cortaron los bosques o se convirtieron las hayas en pequeñas pagas, y por supuesto, a pesar de la extracción del mineral, la estructura de los montes cambió, tanto por canteras como por galerías en los montes.
Por tanto, la siderurgia dejó su huella en el paisaje.
Finalmente, y dado que las cicatrices eran notables en el terreno objeto de estudio, el Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián se apropió de estas tierras y las utiliza para la captación de sus aguas. San Sebastián ha implantado desde entonces una conservación integral de esta tierra, por lo que la actual parcela de Artikutza se ha convertido en un entorno único para todos los amantes de la naturaleza, ya que se le ha permitido adquirir su aspecto ancestral.
Con este poco de historia y dada la importancia que ha tenido Artikutza para la cultura vasca, pasaremos a analizar los aspectos que esta tierra nos puede ofrecer en la actualidad.
Si asociamos el desarrollo de un bosque y el interés por la naturaleza a la edad de los árboles, y consideramos que el bosque de Artikutza tiene al menos 73 años de edad (salvo la repoblación), es un bosque a tener en cuenta. A partir de 1919, el bosque que quedaba fue otro más joven, con 73 años de antigüedad para poder crecer. Se está, por tanto, en el camino de conseguir su estructura forestal.
Otro factor importante en el desarrollo de la vegetación es el clima y las precipitaciones pluviales.
El clima de Euskal Herria (al menos en la costa) se basa en su igualdad térmica, es decir, en la abundancia de temperaturas y lluvias sin grandes variaciones. Para describir el clima de Artikutza, decir que es uno de los ejemplos más claros del clima de Euskal Herria por la hipérbola de lo que hemos dicho, no voy a fallar demasiado. Por ejemplo, y en una estación meteorológica situada a 20 km de la costa, se produce una caída de agua de 2.735 mm durante el año normal.
Estas cantidades o proporciones de agua tienen la capacidad de desarrollar una verdadera ohiana en otras regiones del mundo. Por lo tanto, si atendemos a estas precipitaciones, a este clima atlántico (sin grandes variaciones a lo largo del año), a la fertilidad de estas tierras y a la falta de influencia de la gente de estos 73 años, descubriremos qué tipo de vegetación podemos encontrar.
El aspecto más destacable que nos ofrece este entorno es la vegetación. De hecho, casi la totalidad de la superficie de Artikutza (cerca del 90%) se encuentra actualmente cubierta por magníficos bosques, de los que aproximadamente el 20% es repoblada por el Ayuntamiento de San Sebastián.
Todos los bosques podemos registrarlos en un buen desarrollo y buen estado, pero los impresionantes bosques que alberga el valle de Elama, quizás por su lejanía, son los mejor conservados. Los montes que dan origen a las regatas de este valle son los más altos de Artikutza, con 1.054 m de altitud. Junto a él aparece el monte Loitzate, con 1.046 m. Hay otros dos montes de mil metros: Alto de Terueta y Cruces, con 1.036 y 1.007 m.
A pesar de sus altitudes, se encuentran dentro de las condiciones de crecimiento del bosque, no llegando ni siquiera a alcanzar los 1.600-1.700 metros de altura límite para el haya. Además, en cuanto al crecimiento de las hayas, el mejor tramo de altura es de 500 a 1.200 metros. Por lo tanto, en los lugares más altos de estas tierras, el haya debería crecer, pero no existe, y en la parte superior de los montes que rodean las tierras de Artikutza, al menos en gran medida, los veremos desnudos formando pastos de hierba corta. Los responsables de esta situación son las ovejas y los caballos. A pesar de que el derecho de acceso a estas reses está prohibido hace tiempo, el Ayuntamiento de San Sebastián sigue cerrando los ojos.
Hay que señalar que estas zonas altas de los montes han sido utilizadas como ganadería desde hace tiempo y que el hayedo que en ellas era natural, tendría dificultades para crecer.
Sin embargo, se ha renunciado a la expansión del bosque dejando libre el pastoreo de ovejas y caballos.
El Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián implantó una conservación casi integral, por lo que a pesar de la prohibición de entrada de estos animales, la presencia de ovejas y caballos en el interior de la barrera que rodea este territorio es sencilla.
Caminar por los bosques por su cuenta, empobrece la tierra y sobre todo la vegetación.
Estos animales también se alimentan de unos hongos tan abundantes en estas tierras y se alimentan o cortan los arbustos vegetales que son el paso previo del bosque, destruyendo progresivamente las plantas naturales y el equilibrio ecológico.
Al margen de esta presión ecológica, se trata de un entorno relativamente bien conservado respecto a la fauna propia que aún podemos encontrar en él.
Corzos, gatos monteses, jabalíes, enebros, repujantes, San Martín, Martín pescador, mirlos acuáticos, y Urubia son quizá los más destacados.
No nos queda más que acercarnos a este terreno que nos ofrece una especial huella humana, vegetación y fauna.
Para ello, debemos dirigirnos al Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián comunicando nuestras intenciones a su responsable.
La gente la encontraremos en los alrededores de un pantano que normalmente está en el centro, pero tendremos muchas posibilidades de disfrutar en cualquier punto de esta maravillosa tierra.
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