}
Arantza Aldezabal Roteta Leioako Zientzia eta teknologia fakultateko “FisioKlima-AgroSosT” ikerketa-taldeko ikertzailea

"Al hablar del prado, los jóvenes responden “¡Todo es igual, sólo hay hierba!”. Hemos querido romper esta idea."

2024/05/29 Elhuyar

Los alumnos de 2º y 3º de ESO del IES Talaia BHI de Hondarribia, junto a la investigadora Arantza Aldezabal y el grupo de investigación “FisioClimat-AgroSosT” de la facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU en Leioa, han analizado la biodiversidad y la ceguera vegetal dentro del proyecto “Mesa de los Gluones para la inspiración de los jóvenes”. Se ha analizado el impacto sobre la biodiversidad de los trabajos realizados en prados o jardines urbanos.

None

“FisioClimat-AgroSosT” es el nombre de vuestro equipo de investigación. ¿Quiénes formáis el grupo?

Somos un grupo muy heterogéneo. Está formado por nueve profesores investigadores permanentes de la UPV, cuatro investigadores contratados y cinco doctores. De diferentes campos de conocimiento, por un lado botánico, por otro lado de fisiología vegetal y por último de conocimiento ecológico. Además, muchas veces colaboramos con otros grupos.

¿Qué investigáis?

Nuestra investigación se basa en diferentes agroecosistemas rurales. Llamamos agroecosistemas a sistemas no naturales, que tienen alguna actividad humana. El paisaje rural está formado por cultivos destinados a la alimentación humana, las zonas rurales seminaturales utilizadas por el ganado y los bosques.

Tratamos de analizar las interacciones entre los organismos que viven allí. Para ello investigamos suelos, elementos vegetales y animales que se alimentan de ellos. También estudiamos el funcionamiento fisiológico de las plantas. A veces trabajamos en el propio agroecosistema y a veces experimentalmente en invernaderos, sobre todo para estudiar una característica fisiológica concreta.

Con el proyecto Mesa de los Gluones habéis acercado vuestro proyecto de investigación a los centros escolares. ¿Cuál ha sido el objetivo? ¿Qué habéis querido transmitir a los alumnos?

En definitiva, hemos querido transmitir que la conservación y la biodiversidad de las zonas rurales depende de las personas. En este caso se ha investigado un campo rural de ambiente rústico, pero el mismo estudio se puede realizar en un jardín urbano. Ambos se caracterizan por su mantenimiento mediante la gestión humana, lo que repercute en la conservación y biodiversidad de este pradera.

Además, en principio, los prados no son atractivos. Por ejemplo, en torno al bosque se ha hecho mucha pedagogía. Por ejemplo, en los centros escolares se organizan días especiales para ir a plantar árboles. Es decir, el bosque tiene un reconocimiento. Los prados no. Al mencionar el prado, los jóvenes responden “¡Todo es igual, sólo hay hierba!”. Hemos querido romper esta idea. Además, me gustaría hacer ver que el prado es mucho más accesible, más cercano y de observación directa que el bosque de trabajo.

¿Qué es conservar bien una pradera?

Si se deja de gestionar un prado, la biodiversidad se pierde, pero si se sobregestiona también. Se necesita equilibrio.

El ser humano a menudo no tiene en cuenta la conservación de la biodiversidad en la gestión de praderas, y normalmente se gestiona con fines productivos. Por ejemplo, el baserritarra comprobará la cantidad de hierba que da para dar de comer a los animales. En las ciudades y pueblos se pretende contar con jardines bonitos para que la gente esté contenta. Lo que pasa es que el bonito jardín para la ciudadanía será aquel que tiene una hierba muy corta… ¿Eso es realmente cuidar un jardín? Para gestionar bien una pradera es necesario conocerla previamente. Ese ha sido el punto de partida en la puesta en marcha de la investigación en el centro.

¿Qué les ha seguido?

En primer lugar, mantuvimos una reunión con Elhuyar y los profesores del centro para explicar los roles de cada uno y adecuar el discurso a los jóvenes. Como profesores universitarios, dar explicaciones claras a los jóvenes de la ESO ha sido un reto para nosotros.

Comenzamos la primera sesión con los jóvenes en clase. Nos presentamos ante ellos y les preguntamos ¿qué es un prado? A través de las preguntas buscamos la implicación y participación del alumnado.

Como ya se ha mencionado anteriormente, en primer lugar, destacamos la importancia de la observación. Se les explicó que vamos a comparar una pradera que se gestiona con una pradera que no se gestiona, con el fin de extraer conclusiones de esa comparación y ver cuál es la gestión adecuada.

Creo que conseguimos transmitir la importancia de plantear preguntas concretas e hipótesis para la observación, así como las variables a las que vamos a prestar atención para la medición.

Una vez realizada la talla teórica, salimos a la hierba a investigar.

Entre todos marcamos parcelas experimentales en la pradera, 4 pares de parcelas de 5x5. Total 8 parcelas. Los pusimos en distintos lugares de la pradera, porque nos dimos cuenta de que el prado era muy diferente de un rincón a otro. Por ejemplo, una zona tiene una pendiente mayor que la otra.

En otra sesión realizamos el primer muestreo. A esta sesión se llevaron todos los kits de medición. Se realizaron mediciones elementales y se determinó el modo de actuar logísticamente, así como el resto de ejercicios que debían realizar esa misma semana para que se realizaran por su cuenta.

¿Han tenido que fijarse en la sierra para realizar la observación?

En el suelo se han recogido muestras y se han observado bichos, no tanto en cantidad, sino en qué tipo. Esto es lo que llamamos biodiversidad de la microfauna. Paralelamente, en el laboratorio se han analizado variables físico-químicas como el PH. El día de muestreo se midió la temperatura y humedad del suelo. También las emisiones de CO2. Esto último lo han hecho de dos maneras: simulan la noche con un barco para ver que las plantas respiran y fotosíntesis a la luz del día al mismo tiempo y sólo por la noche la respiración.

Además del suelo se han realizado inventarios vegetales para ver qué especies existen. Han hecho un herbario de estas plantas, prensándolas y secándolas. Estas plantas han sido trasladadas a nuestra visita de laboratorio.

Y finalmente, al florecer las plantas, observan polinizadores. Es decir, han visto qué tipo de polinizadores visitan la flor. Así ven la interacción entre polinizadores y plantas.

Con esta última hemos querido subrayar que la biodiversidad no sólo significa un elevado número de especies, sino una interacción entre ellas. Estas interacciones tienen gran importancia en el funcionamiento de las praderas. Más allá de las plantas, les hemos advertido de las interacciones que se pierden si se pierde una especie y de sus consecuencias.

¿Qué hicieron cuando acudieron a sus laboratorios?

Queríamos que ellos se sintieran técnicos de laboratorio y, mediante un pequeño protocolo preparado para ellos, se midieron las muestras vegetales aportadas: pigmentos y concentraciones de proteínas. Fue muy bonito. Los profesores nos dijeron que estuvieron muy a gusto. Además, los doctorandos fueron los colaboradores, y el hecho de que fueran jóvenes les dio más cercanía.

¿Qué importancia tiene la realización de este tipo de proyectos en los centros educativos?

Abres a los alumnos un mundo nuevo, porque nadie les ha dado la oportunidad de ver lo que tienen delante. Ese es el mundo en sí mismo y las emociones que la naturaleza les transmite quedan grabadas. Buenas y malas emociones. Había que ver qué miedos y repugnancias tenían algunos con polinizadores y sabios. En definitiva, son experiencias y emociones, y eso queda grabado.

Por otro lado, trabaja un potencial oculto y les transmite que son capaces de llevar a cabo una investigación de este tipo. Muchos jóvenes se alegran al ver que lo han conseguido. Los profesores también tenemos que creer en esa capacidad que tienen los jóvenes. Es importante dar esta opción.

Finalmente, el proyecto les permite la transmisión. Si estás orgulloso de tu investigación y quieres contarlo, la Elhuyar Zientzia Azoka es una oportunidad. Ahí se da un gran salto, porque lo muestran en la sociedad. Además, al tener que dar explicaciones al público, lo hacen con responsabilidad. Sentirse también es importante.

¿Y a ustedes qué les da?

Nosotros vemos la necesidad de hacerlo en los centros. Tenemos la sensación de que cuando los alumnos llegan a nosotros es tarde. Es importantísimo transmitir el amor y el respeto por el entorno desde el nivel escolar. Lo consideramos una misión y, por tanto, dar esa oportunidad es enorme. Y además divertido.

¿Qué importancia tiene el mundo de la investigación y el contacto de los jóvenes?

Gracias a esto, los investigadores ven que somos personas cercanas. Hemos intentado transmitirlo. “Aquí estamos para enseñaros cosas, pero nosotros también para aprender de vosotros”. Poco a poco han ido ganando confianza y se han acercado cada vez más a hacer preguntas.

Además, fuera del aula, trabajar en el campo te da naturalidad, porque se te ocurren preguntas que no se te ocurrieron en clase y improvisas los ejemplos al instante.

¿Cuál ha sido la implicación del profesorado?

Es imprescindible y han hecho un esfuerzo fuera de su día a día.

Por un lado, trabajaron el tema con los alumnos previamente para explicar el contexto. Por ejemplo, les recordaron qué es la fotosíntesis.

Por otro lado, pasamos el listado de especies vegetales y creamos fichas plastificadas para hacerlas más atractivas. En la actualidad existen aplicaciones móviles que te informan sobre la planta en el momento. Sin embargo, nosotros hemos tratado de utilizar el menor número de herramientas digitales posibles, evitando los móviles y recogiendo los datos manualmente entre los jóvenes.

Ellos también nos han agradecido mucho nuestro trabajo.

De cara al futuro, ¿os gustaría poner en marcha este proyecto en otros centros?

Sí. Además, el proyecto puede adaptarse a las dimensiones del centro, a los recursos del centro, a los espacios o a la edad del alumno.

Además, nos gustaría que el alumno o alumna presentara el proyecto al alcalde o ayuntamiento de su localidad, porque vale lo mismo en un jardín o en una parcela de la localidad. De esta manera los alumnos pueden sentirse agentes activos a nivel local y verán que la investigación que realizan tiene un valor social.

Para terminar, ¿qué anécdota le viene a la cabeza?

Las plantas no habían florecido, y yo les decía que era una planta. Los alumnos me preguntaban cómo lo sabían, y yo les explicaba que aprendí botánica y que las plantas siempre me han gustado. Algunos jóvenes me desafiaron: “Hemos apostado, te traemos tres hojas diferentes y a ver qué son”. Y les di una respuesta, que les sorprendió.

Por otra parte, se rían mucho con los nombres de las plantas, pero les decía que esos nombres daban mucha información. Por ejemplo, “Trifolium pratense” nos indica que el trébol rojo se encuentra sobre todo en las praderas o que “pulmonaria” sirve para curar.

Los momentos de interacción que han surgido en la pradera son para mí los más valiosos. Siempre les digo “No olvides: frotar, sentir, oler las plantas… A menudo es la forma más fácil de identificar”. Hemos tocado y olido las plantas.

 

Para profundizar en los contenidos, visita el reportaje de Teknopolis con Arantza Aldezabal. https://teknopolis.elhuyar.eus/eu/erreportaiak/belardien-dibertsitatea-ezagutuz/

Gai honi buruzko eduki gehiago

Elhuyarrek garatutako teknologia